Llorando. Así reaccionada David Ospina a los seis años cada vez que le metían un gol. El pequeño llevaba poco tiempo como arquero y participaba en pequeños festivales deportivos. Llegó a los tres palos por casualidad y en reemplazo del arquero titular que se había lesionado.
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“Era muy llorón, lloronsísimo. Le metían un gol y era el acabose”, recuerda Ceferino García, uno de sus primeros entrenadores, en la escuela de fútbol de Alexis García.
Sus pataletas obligaban a detener el partido, incluso era necesario pedirle ayuda al árbitro y de alguna manera tocaba chantajearlo con una gaseosa y un ponqué Ramo para que se pusiera de nuevo en el arco. Pero el niño –en medio del llanto– insistía en que quería volver a ser delantero.
“En las primeras pataletas, que eran bien duras, nosotros le prometíamos cosas. Le decíamos: ‘si usted va y tapa, le damos cositas’”, confiesa Ceferino.
Afuera de la cancha sus papás, Hernán Ospina y Lucía Ramírez, también lo animaban para que se levantara del piso. Luego de unos minutos el niño retomaba su posición, se acomodaba, limpiaba las lágrimas y el partido podía continuar. A los nueves años David Ospina dejó de llorar cada vez que un balón entraba en su red. Había desarrollado su instinto como guardameta y comenzaba a escribir su futuro.
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El arquero titular de la Selección Colombia inició su carrera deportiva en la escuela de fútbol de Alexis García a los cinco años. La idea de inscribirlo fue de sus padres, quienes buscaban alejarlo del agite –malas compañías, drogas y violencia– de su barrio en Medellín (Santa María La Nueva) y fortalecer su pasión por el fútbol porque en cada cumpleaños y navidad, David sólo pedía balones y uniformes.
Izquierda: Juan Guillermo Cuadrado, James Rodríguez (cuñado de David Ospina) Derecha: Ospina junto a uno de sus ídolos René Higuita.
Los primeros partidos de fútbol que Ospina jugó fueron en una cancha que pertenecía a una fábrica de curtiembres en Itagüí. Participó en tres ocasiones en el torneo Pony Fútbol, una competencia para niños menores de doce años, donde fue figura por sus espectaculares atajadas e hizo parte de los equipos conformados por niños dos años mayores que él. Aunque era reconocido por su talento para esa época comenzaron las dificultades por su estatura.
“David era bajito porque aún no había comenzado su proceso de crecimiento. Tapaba muy bien pero en el Pony Fútbol para el juego aéreo, los tiros de esquina y pelotas de costado a David le costaba mucho salir. Entonces implementamos, casi por sugerencia de él, el fuera de juego. David era el encargado de crear la frase para indicarle al grupo que debía salir y hacer el fuera de lugar. Pasó muchos días inventándose una frase que al final terminó siendo: ¡Vamos Rojo!”, recuerda Alexis García.
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De la escuela de fútbol pasó a la Selección Antioquia y de allí al Atlético Nacional. Con el equipo paisa debutó como profesional en 2006 cuando tenía 18 años y se convirtió en el arquero más joven del país en ganar títulos profesionales: los campeonatos de apertura y finalización de 2007.
David Ospina junto a sus hijos Dulce y Maxi.
Sus logros deportivos lo llevaron a cumplir su sueño de jugar en Europa. Fue contratado por el equipo francés OGC Niza. Irse de Colombia no fue nada fácil, quienes lo conocen aseguran que sufrió de “mamitis” por un buen tiempo pese a que viajó con Jessica Sterling, quien ahora es su esposa y con quien tiene dos hijos: Dulce y Maxi. El apego con sus papás viene de atrás, siempre lo acompañaron en su crecimiento deportivo. Cada uno de los “profes”, testigos de su formación, dicen que estuvieron presentes en cada entrenamiento y torneo.
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Después del Mundial Brasil 2014, el Arsenal de Inglaterra se convirtió en su equipo y en la actualidad es campeón de la Copa de Inglaterra (FA Cup). David Ospina hace parte de la Selección Colombia desde que era un adolescente. Nunca ha tenido un apodo en el fútbol pero de niño sus compañeros del Colegio El Rosario de Itagüí lo llamaban ‘nerd’ por ser un excelente estudiante.
Su talento, una mezcla de serenidad, intuición y agilidad, no fue suficiente para muchos en sus inicios. Lo subestimaron por su estatura porque en la adolescencia era más bajito que los defensas, delanteros y volantes de la Selección de Antioquia. Varios dirigentes del fútbol repetían la misma frase: “Es muy bueno pero muy bajito”.
David Ospina junto a su esposa Jessica Sterling.
En una ocasión Eduardo Lara, quien buscó jugadores de Antioquia para la juvenil de la Selección Colombia, le reprochó a Juan Felipe Merino, director técnico y ex Atlético Nacional, por haberle recomendado a Ospina: “¿Qué fue lo que me mandó?, ¿Cómo voy a llevar un arquero con esa talla a partidos internacionales?” En respuesta Merino le dijo: “Profe, yo le estoy entregando es oro, si usted supiera el talento y la proyección en estatura que tiene. La familia de él es muy alta. Lo que usted debe tener es paciencia”. Al final Lara se convenció.
“Tuvimos problemas porque lo llevamos a la Selección Antioquia y luego para Selección Colombia, presionamos un poquito en la época de la juvenil de Eduardo Lara. Y todos nos decían lo mismo: Es muy bajito. Pero nosotros siempre vendíamos la idea de que iba a crecer porque sus padres son altos. Que a lo mejor no iba a ser el más alto pero que con su agilidad y personalidad David iba a suplir lo demás. Afortunadamente creció, inclusive supe que cuando estaba en el Niza, la contratación en Inglaterra era difícil porque no pasaba de 1.90. Pero terminó convenciendo y siendo un arquero de élite mundial”, dice Alexis García.
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Por fin, a los 17 años, David se estiró. Merino cuenta que a Ospina le hicieron dos valoraciones médicas para saber si iba a crecer. La primera se le practicó a los 12 y la segunda a los 16 años. “Esas valoraciones médicas nos arrojaron con certeza que su maduración era tardía pero que iba a crecer mucho”, dice Merino. Su estatura es de 1.83 según registros oficiales.
Los papás del arquero de la Selección Colombia, Hernán Ospina y Lucía Ramírez.
Pero la falta de confianza de los dirigentes nunca derrotó a David. Siempre confió en sí mismo y el debate por su estatura no le molestaba. “La coordinación y el buen tiempo de sus movimientos en las jugadas estaban por encima de la talla”, confirma Merino.
Pero la esencia del éxito de David Ospina está en su carácter. Es tímido, callado, equilibrado y un deportista que no ha perdido la humildad. Es un asunto de educación y personalidad. A los doce años en una prueba para la Selección de Antioquia, donde participaron 250 jóvenes de Medellín, sorprendió a muchos. Era evidente su disciplina y buena relación con los otros. Pese a la presión no demostró nerviosismo ni ansiedad. Como dice Merino: “Esa serenidad le permite a David razonar todas las jugadas y poder elegir con mucha determinación cada pelota”. No hay manera de definirlo con más exactitud.
David Ospina, el arquero que lloraba cada vez que le hacían un gol
Dom, 14/06/2015 - 03:05
Llorando. Así reaccionada David Ospina a los seis años cada vez que le metían un gol. El pequeño llevaba poco tiempo como arquero y participaba en pequeños festivales deportivos. Llegó a los tre