El Carnaval de Negros y Blancos es una de las celebraciones culturales más importantes de Colombia, pero más allá de cómo se vive en la actualidad, su trasfondo histórico evoca una época de esclavitud negra durante la colonia.
El carnaval es sinónimo de bulla, desorden, fiesta y algarabía. No es para menos, en época colonial en Colombia y de monarquía en otras partes del mundo, este era el momento para que los subyugados fueran beneficiados con cierta permisividad y descontrol por fuera de las limitaciones impuestas a causa de ciertos preceptos religiosos. Al menos durante un tiempo limitado, podían hacer valer su libertad con prácticas populares mal vistas por los poderosos.
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El origen del Carnaval de negros Blancos se remonta al siglo XVII cuando los esclavos payaneses se rebelaron y exigieron un día libre. Posteriormente, la Corona española accedió a darles el 5 de enero como día en el que los esclavos no realizarían las mismas actividades a las que eran sometidos durante todo el año.
Durante ese día las calles de San Juan de Pasto se llenaban de color, fiesta y baile. Los esclavos salían en manada a bailar su música africana y a pintar de color negro las casas blancas que encontraban a su paso.
Una festividad incluyente
Además, como reconocimiento de su propia raza y su deseo de igualdad, a cualquier persona de raza blanca que se les cruzaba le pintaban el rostro con carbón. ‘La fiesta de los negritos’, como se denominaba para ese entonces la celebración de cada 5 de enero, comenzó a involucrar a personas blancas que veían con cierto grado de envidia la algarabía negra. Incluso, se fijó el 6 de enero como ‘el día de los blanquitos’, fecha para pintar los rostros de blanco con talco o pintura.
Para finales del siglo XIX el festejo se universalizó a tal punto que abrió espacio para nuevos sectores sociales, como artesanos y campesinos. A partir de 1920 el Carnaval de Negros y Blancos comenzó a convertirse en la festividad de hoy en día. En esa fecha también los artesanos se abrieron espacio en el carnaval para mostrar a través de carrozas todo su talento y creatividad manual.
Como dos días no eran suficientes para semejante festividad, a lo largo de los años fue acaparando también los últimos días de diciembre para completar en total 10 días o más de puro festejo. El 28 de diciembre los niños y adultos comienzan a darle color las principales calles de la ciudad dibujando figuras carnavalescas sobre el lpavimento, actividad denominada desde hace varios años como ‘Arcoíris en el asfalto’ y la cual hace parte del precarnaval.
En el año 2009 el Carnaval de Negros y Blancos fue declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por el comité de la UNESCO por su expresión de tolerancia y respeto hacia la diversidad.
Sin duda, este Carnaval, de origen pastuso, es el retrato fiel de un país como Colombia en el que cohabitan diferentes razas, culturas y costumbres.
Cada año en la festividad de Negros y Blancos se disfruta de música, disfraces, fiesta, ruido y color en las calles del sudeste colombiano, pero también es la muestra del respeto a la diversidad de identidades; confluyen en una misma celebración la cultura afro, la indígena e la hispánica.
La rebelión de la raza negra ante una élite poderosa que los esclavizaba fue el detonante para que por estos días, propios y visitantes a la ciudad de Pasto disfruten de una fiesta sin igual.
El Carnaval de Negros y Blancos es la prueba fiel de una celebración incluyente, con origen negro pero abierta a todas las razas del país.