Alfonso Lizarazo no descarta volver a la televisión

Sáb, 07/04/2018 - 10:20
Aunque se retiró de Sábados Felices hace exactamente 20 años, en 1998, sigue siendo uno de sus referentes más importantes, y no es para menos, fue él quien se lo inventó en 1972, con 32 años en
Aunque se retiró de Sábados Felices hace exactamente 20 años, en 1998, sigue siendo uno de sus referentes más importantes, y no es para menos, fue él quien se lo inventó en 1972, con 32 años encima y un futuro incierto en la naciente empresa Caracol Televisión. Alfonso Lizarazo Sánchez no llegó por casualidad a la televisión, trazó su camino, buscó estar ahí; pero un golpe de suerte sí fue el que lo puso en los medios de comunicación. La inasistencia laboral de un locutor en la emisora Nuevo Mundo de Bogotá, a donde había llegado meses atrás como operador del máster, lo puso frente al micrófono releyendo de los periódicos nacionales los titulares de las noticias más importantes de Bogotá. Ya era locutor, al menos ya se lo creía. Él, 60 años después, lo cuenta así: “Yo estaba todos los días en la emisora antes de las 5:00 a.m., a las 6:00 de la mañana se le daba paso a las emisoras regionales para leer las noticias y una vez no llegó el locutor de la emisora, Carlos Pérez Ángel; ese día el dueño y presidente de Caracol Radio, Fernando Londoño Henao, nos estaba monitoreando. Londoño llamó al citófono y me preguntó por qué no se habían leído las noticias y mi respuesta fue que Carlos no había llegado. El jefe me dijo que si el locutor no llegaba yo leyera las noticias. [single-related post_id="542871"] La respuesta del joven Lizarazo fue un tibio no. “A mí me da miedo. No soy locutor”, Londoño solo apuntó a elogiarle  la voz y a repetirle que si aquella situación volvía a pasar lo hiciera, que sería él, como dueño de la emisora, quien diría si esa buena voz servía o no para locutar. Un par de días después Pérez Ángel no llegó a trabajar y una vez más las noticias no se emitieron. Lizarazo sabía lo que tenía que hacer, los periódicos estaban al frente pero el miedo, un terrible miedo lo invadió y la buena voz de la que su jefe le habló no salió de su cuerpo. Al cabo de un par de minutos el teléfono sonó. Lizarazo sabía quién estaba al otro lado de la línea. El aparato timbró una, dos, tres veces y cuando el asustado controlador de máster contestó la voz de Londoño se escuchó. -¿Qué pasó? -Señor, Carlos no llegó. - No le dije que las leyera usted. - Pero señor yo no sé hacerlo. A mí me da miedo. - Si esto vuelve a pasar usted ya no tiene que volver a madrugar. ¿Entendido? - Sí señor. Cuando la llamada llegó a su fin sin una despedida cordial, Lizarazo sabía que esa situación iba a volver a pasar, pensó en prepararse para cuando el día llegara, pero la irresponsabilidad de su compañero no se lo permitió porque al día siguiente, sin querer queriéndolo, Alfonso Lizarazo empezó su exitosa carrera como locutor. Alfonso Lizarazo está sentado en la tradicional panadería El Cometa, en el conjunto residencial Parque Central Bavaria, centro de Bogotá, donde tiene un apartamento. Ya no vive en la capital. Desde hace 15 años está radicado en Barranquilla, de donde es oriunda su actual esposa. El calor y vivir junto al mar le llamaron más la atención que el frío bogotano. No parece el Lizarazo de hace algún tiempo. El paso de los años son notorios en él. Lleva traje pero no corbata. Bajo el blazer un saco de lana le abriga del frío capitalino y una gorra azul cubre la cabeza que un día antes se rapó. Lizarazo, a sus 77 años, tiene pinta de abuelito bonachón. Cuando se termina el capuchino con pan integral salimos de ahí e inicia esta entrevista que busca recoger algunos de sus pasos. Antes de llegar a Bogotá, a los 19 años, Lizarazo, en su natal Bucaramanga, participó en concursos de canto aficionado en emisoras de la región. Fue en esos intentos por demostrar que tenía voz para cantar que le picó el bichito de trabajar en la radio. No sabía absolutamente nada del tema, pero quería ser parte de ese mundo al que veía grande e importante. Con insistencia logró que le dejaran decir la hora, luego se convirtió en el ayudante para poner los discos. Era feliz pero quería más. [single-related post_id="693092"] En 1960, con 19 años, viajó a Bogotá. Después de un par de meses y con la ilusión de seguir trabajando en la radio, pero sin saber nada del oficio, buscó a Julio Nieto Bernal, un paisano que tenía un buen cargo en Caracol y a él le pidió un ‘chancecito’. -¿Y usted qué sabe hacer? -Nada, pero yo aprendo -¿Sabe control de sonido? -No. Pero yo aprendo Fue durante ese aprendizaje que, gracias a la irresponsabilidad del locutor Carlos Pérez Ángel, tuvo la oportunidad de su vida. “Cuando las cosas tienen que llegar, llegan”, dice Lizarazo y suelta una leve sonrisa, como recordando aquellos momentos con un cariño especial. 10 años después de haberse sentado por primera vez frente a un micrófono, de haber llegado a ser locutor con tarjeta oficial, y hasta de convertirse en director de programación de Caracol, le llegó otra oportunidad más, la cual también asumió con miedo. El mismo hombre que lo obligó a leer las noticias por primera vez al aire le ofreció ser parte de un proyecto importante. Con la incursión de Caracol a la televisión nacional, Lizarazo sería el conductor de un programa de humor que se llamaba ‘Campeones de la Risa’, que primero le entregaron al humorista conocido como Montecristo, quien desistió del proyecto que quedó en manos del bumangués. Este espacio, ya bajo su poder, cambió el nombre y el formato. Fue el inició de Sábados Felices. “Yo no sabía qué hacer. Yo na sabía nada de hacer humor. Tenía que buscar con quién trabajar y contacté a Humberto Martínez Salcedo, el papá del actual Fiscal General de la Nación, quien era locutor de Radio Santafe en donde hacía noticias y a veces contaba algunos chistes. Era un tipo muy culto con un buen sentido del humor. Con él empezamos”, narra. “No fue fácil conseguir buenos humoristas”, recuerda Lizarazo, acompañando la charla con otro capuchino y una torta de zanahoria. A ‘La Gorda’ Fabiola la sacó del público. “Había entre el público una mujer gordita que se reía tan sabroso que le dije venga y se ríe acá en el escenario. Me dijo que no pero a los pocos días era parte del elenco”. El ‘Mocho’ Sánchez era embolador en Caracol y dice el exdirector del programa que se echaba unos chistes tan buenos que lo invitó a contarlos en el programa. Sánchez también le dijo que no, que él no sabía de eso, e igualmente al par de días ya estaba parado en el escenario vestido de ‘doña Cleofe’ haciendo reír al público y  los televidentes. Así pasó también con Mandíbula, Marcelino Rodríguez, quien era su conductor, a quien le dijo que necesitaba su pinta para tener un monstruo en el grupo. El hombre alto, feo y de ojos verdes también, al igual que los demás, fue un éxito. Aunque a todos les tiene un especial cariño, de los humoristas que más recuerda es al ‘Flaco Agudelo’, de quien dice con un sentimiento que se le nota en la voz, que era un hombre con un carisma especial y que hacía reír con solo verlo. Al “flaquto”, como lo llama Lizarazo, lo sacó de bares y cantinas, donde contaba chistes acompañados de una guitarra que tocaba muy bien. Así se creó la base de actores y humoristas que pusieron a Sábados Felices, durante muchos años, como el programa más visto y hoy en día el más viejo de la televisión colombiana. Lleva 47 años al aíre. Lizarazo se inventó un programa social que llamó ‘Una escuelita en tu corazón’, que consistía en ayudar a buscar patrocinadores y dinero para construir o reconstruir escuelas públicas a lo largo del territorio nacional. Ese es uno de sus grandes orgullos. Con este programa social se ayudaron a casi 300 instituciones educativas y hoy en día, aunque por políticas de la programadora esto se dejó de hacer, él sigue siendo muy recordado por esa ayuda que dio al frente de Sábados Felices. “Hace unos años me encontré con uno de los ejecutivos más importantes de Caracol y le pregunté por qué habían acabado ‘Lleva una escuelita en tu corazón’, su respuesta me dio tristeza y ahí se acabó la conversación, me dijo: “Porque eso quita mucho tiempo y no da plata”. Lizarazo duró 26 años al frente de Sábados Felices. Se retiró porque los dueños del canal querían darle un aire diferente al programa y además él, sabiendo lo que ya venía, se había dejado convencer por Francisco Santos de hacer política. En marzo de 1998 Alfonso Lizarazo se lanzó al senado, como dice él por “mamar gallo”, y  fue elegido Senador de la República con más de 47 mil votos. Pero de todo lo que ha hecho en la vida, la política fue algo que no le gustó. Algo que no volvería a hacer. Fueron cuatro años en los que se dio cuenta que la política en este país no sirve. “La política es un negocio”, dice con rostro de decepción. “Aquí los políticos solo apoyan los proyectos a los que le sacan plata… Todo donde le sacan billete ahí si entran enseguida pero como locos.. la política que se podía hacer en las necesidades del país no se hace, las cosas que realmente son necesidades no les interesan ”. Lizarazo dice que él hubiera podido seguir en el Congreso si quisiera, pero que dejó ese mundo al que no ve con buenos ojos. Hasta intentaron corromperlo, pero su ética no se lo permitió. “Me ofrecieron mucho dinero por apoyar con mis decisiones a una importante compañía, pero no, eso no era la mío”. [single-related post_id="718278"] Aunque después de su no tan agradable paso por el Senado lo llamaron de Caracol para que volviera a dirigir  Sábados Felices y aunque ama el programa con su corazón, rechazó la oferta porque sintió que ya había pasado su tiempo. Esa etapa ya estaba quemada. Hoy Alfonso Lizarazo vive de la pensión que le dejó su paso por la televisión y la radio. En total, desde que tomó el micrófono por primera vez, duró vinculado con la empresa durante 35 años. También a ratos hace de empresario y crea eventos de humor que puedan dejarle alegría y algo de dinero. Fue el creador del ‘Festival del Humor de la Risa Caribe, evento que duró haciéndolo por cinco años, el cual desde hace cuatro abandonó. Sigue siendo un televidente de Sábados Felices y dice con tristeza que aunque a veces hacen cosas con buen humor, en general ve un programa flojo. “Eso es algo del director, lo flojo se puede transformar en bueno”. Sobre Alí Humar, el actual director del programa dice, aclarando que es un gran amigo, que es un buen director pero que él no sabe de humor. Lizarazo volvería a la televisión. Dice que solo haría pequeñas cosas que lo divirtieran. A veces lo llaman a grabar algunos demos. Conserva el tono de su voz. Pero eso sí dice que jamás, jamás nunca volvería a tocar la interesada política colombiana, el único trabajo en la vida que no asumió con miedo, al que entró más empujado que por vocación y el único que sí le causó decepción.
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