El pasado 4 de octubre se conoció que la final de la Copa Libertadores sería entre River Plate y Boca Juniors. Una final inédita por el cruce de dos equipos argentinos. Un clásico que no solo se vive en el torneo local sino internacional y con la expectativa de saber quién es el mejor del continente.
Se especulaba que sería una final diferente y con un matiz que los argentinos demostrarían de la esencia de su fútbol. Sin embargo la violencia fue la gran protagonista de ese juego final que se vivió en el estadio el Monumental.
Hinchas de River Plate atentaron contra el bus de Boca Juniors y afectaron la salud de los jugadores. La policía lanzó gases lacrimógenos para dispersar el desorden pero los jugadores del equipo 'xeneize' sintieron los efectos secundarios y por lo que dirigentes de la Conmebol y el presidente de la Fifa se reunieron para debatir si se jugaría o no la final que paralizó al mundo.
En la historia de las finales de la Libertadores nunca se habían presentado estas situaciones que postergan el partido y pongan en riesgo la salud y vida de los jugadores. Tampoco se habían visto las medidas de la Conmebol y su visto bueno para seguir un partido que sin comenzar tuvo incidentes y desmanes.
En varios momentos del día se especuló el cambio de horario del partido y la suspensión que no fue una idea descabellada para el desorden público que se generó tanto en el Monumental como en las instalaciones del centro médico donde fueron atendidos los jugadores. Las evaluaciones de la Conmebol y cada uno de los dirigentes de los equipos a las 5:15 p.m. (hora colombiana) determinaron no jugar y ser participes de un acto violento que puso en riesgo la integridad de los futbolistas. [single-related post_id="986252"] La final, como el pasado 10 de noviembre que se jugó un día después por una intensa lluvia, volvió ser foco de la prensa internacional por los desmanes del público, y el desorden de las organizaciones que no manejaron la situación tanto para los jugadores, hinchas y medios que estuvieron presente en cada minuto de la final. Una final inédita por los equipos y por los hinchas violentos que generaron todo un caso en Buenos Aires. Un partido que quedará en la historia pero no por el juego sino por la violencia en una fiesta del balompie internacional.Qué pena las noticias que llegan de Argentina... Así no se vive el fútbol. VERGÜENZA!!!
— Carles Puyol (@Carles5puyol) 24 de noviembre de 2018