Junko Furuta nació en 1972 en la prefectura de Saitama, en la isla de Honshu, Japón. Era una excelente estudiante de origen humilde y muy popular entre sus compañeras.
Sin embargo sus compañeros no la querían pues no le interesaba relacionarse sexualmente con ninguno, no se divertía como la mayoría, no tenía novio ni consumía drogas o alcohol. Esto causó resentimiento entre los jóvenes con quienes estudiaba, especialmente en Miyano Hiroshi, un compañero de su colegio -el Yashio-Minami- quien no toleró que Junko no aceptara sus avances.
Con solo 18 años, Hiroshi era miembro de la Yakuza, una de las mafias más temidas de Japón, lo que hacía que todos los estudiantes le temieran. Nadie se metía con él pues tenía fama de violento.
El 25 de noviembre de 1988, cuando Junko tenía 17 años, se dirigía hacia su casa luego del colegio y se encontró con un grupo de siete jóvenes, entre ellos Miyano Hiroshi, quienes le dijeron que querían hablar con ella y la montaron en un automóvil.
De allí la llevaron a la casa de los padres de Minato Nobuharu, de 16 años. La obligaron a comunicarse con sus padres y decirles que se encontraba con unos amigos y que estaría con ellos algunos días, todo con la intención de que no se preocuparan por ella, pues de ahí en adelante comenzarían a torturarla durante 44 días.
Mientras los padres de Mobuharu se encontraban en la casa, les decían que Junko era su novia y la obligaban a disimular la experiencia que estaba padeciendo. Los padres de Mobuhary luego admitirían que aunque sospecharon que algo andaba mal, no se atrevieron a hacer nada al respecto puesto que le temían a su hijo por sus nexos con la Yakuza.
Lo primero que hicieron fue darle una golpiza como castigo a que nunca hubiera aceptado ninguna de sus invitaciones, luego la desnudaron, le tomaron fotografías y la violaron por turnos.
Después Hiroshi invitó a otros miembros de la Yakuza, quienes también la violaron. Se calcula que en total la violaron 100 hombres 500 veces, durante todos los días de su secuestro, y en una ocasión la violaron 12 hombres en un día.
Junko permaneció desnuda durante casi todo su cautiverio, era obligada a masturbarse frente a varios hombres mientras estos bebían cerveza preparándose para violarla. No dejaron de tomar escabrosas fotografías que sirvieron como evidencia durante el juicio.
Le introdujeron todo tipo de objetos en el ano y la vagina, como botellas, una barra de hierro y un fuego pirotécnico encendido. Casi no le daban de comer o beber y cuando pedía que la alimentaran le orinaban encima y la obligaban a comer cucarachas y a beberse su orina.
Los métodos de tortura que practicaron con Junko parecen haber sido sacados de la más horrible película de terror. A continuación una descripción de Taringa.net de lo que ocurrió. La golpearon con palos de golf y palos de bambú. Le estrellaron la cara repetidamente contra el cemento del piso. Le amputaron el pezón izquierdo con un alicate. Le amarraron los pies y las manos y comenzaron a dejar caer pesas sobre su abdomen que ocasionaron que perdiera el control de esfínteres y cuando se orinaba la castigaban por hacerlo.
Le arrancaron las uñas y luego le rompieron todos los huesos de una mano a pisotones. La colgaron del techo y comenzaron a golpearla como si fuera una bolsa de boxeo. La metieron en un congelador durante muchas horas. Le quemaron los párpados con cera caliente. Le clavaron agujas de coser en los pechos.
Le quemaron la vagina y el clítoris con cigarrillos y encendedores. Le insertaron una lámpara caliente que se rompió dentro de su vagina. También le introdujeron tijeras y pinchos para pollo rostizado que le desgarraron la vagina.
Le rociaron la cabeza, el tronco y las extremidades con un líquido inflamable y le prendieron fuego. Esta tortura duró dos horas seguidas y cuando comenzó a convulsionar en el piso la regañaron por exagerar.
El 5 de enero de 1989 Junko estaba tan desesperada por las continuas torturas que les rogó que la mataran. En lugar de hacerlo la obligaron a jugar mah-jongg, (que es un juego de tablero en el que hay que eliminar piezas) y cuando Junko ganó la partida se enfurecieron de tal forma que esta vez la golpiza la mató.
Luego metieron el cuerpo en una caneca de 55 galones a la que llenaron con concreto y escondieron en un terreno de una fábrica abandonada en Koto, al este del centro de Tokio. Las autoridades japonesas demoraron un año en encontrar el cuerpo de Junko Furuta.
En el juicio que se llevó a cabo contra los hombres que secuestraron, violaron, torturaron y mataron a Junko, solo fueron condenados a entre 3 y 10 años de cárcel cuatro jóvenes de entre 17 y 18 años de edad, dos fueron enviados a escuelas reformatorias y uno de ellos recibió libertad condicional. El caso se volvió parte de la mitología sadística japonesa. Se produjeron al menos tres películas y se publicaron un par de comics con ilustraciones sobre el caso.