Luego del informe publicado por la Comisión Feminista de Asuntos de Género del departamento de Antropología de la Universidad Nacional, que dio a conocer 30 denuncias contra siete profesores por acoso sexual, la institución respondió.
La discusión se generó al conocerse los testimonios de varias mujeres y un hombre, quienes denunciaron haber sido víctimas de agresiones por parte de algunos docentes del programa de Antropología.
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Ante este hecho, la Universidad Nacional respondió a través de un comunicado en el que indicó que “los hechos y quejas que se presentan en el documento fueron puestos en conocimiento de las autoridades disciplinarias de la universidad para realizar la investigación correspondiente”.
Agregó que: “Así mismo, se activó la ruta del protocolo para prevención y atención de casos de violencia basadas en género y violencias sexuales”.
La institución también manifestó que la rectora Dolly Montoya no realizará ningún pronunciamiento al respecto debido a la normativa actual.
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Las denuncias de los estudiantes
De acuerdo con el informe publicado, “en la mayor parte de los testimonios se evidencia el posible aprovechamiento de la relación de superioridad en edad, sexo y posición laboral de parte de estos docentes con fines sexuales no consentidos”.
Asimismo, relata que las presuntas víctimas de uno de los maestros “señalan que son usuales sus comentarios no deseados sobre su apariencia, sus observaciones de doble sentido y su acercamiento físico no consentido. Varias de las víctimas manifiestan haber sido objeto de tocamientos indeseados en las manos, la cintura, el rostro, los hombros, incluso durante las clases, que les han generado incomodidad sexual. Todas estas conductas reiteradas pueden ser consideradas como actos de acoso sexual”.
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El informe también añade que, “Se evidencian también efectos negativos sobre la formación académica de las posibles agraviadas y de la población femenina que está alerta frente a las violencias ejercidas por los profesores señalados. Las mujeres expresaron en sus testimonios que tuvieron que dejar de lado las líneas de estudio de su interés… . En otros casos, las presiones económicas, laborales y académicas obligaron a las posibles víctimas a continuar el trabajo, proyecto o la materia en los que debían estar en contacto con los presuntos agresores mientras afrontaban el malestar que esto les producía”.