Protección temporal de migrantes, la apuesta común entre Colombia y Turquía

Lun, 01/03/2021 - 17:44
Colombia y Turquía, que reciben el mayor número de desplazados forzosos en el mundo, están llamados a seguir con la cooperación de políticas migratorias.

Durante los últimos cinco años, la llegada de más de 1,7 millones de venezolanos ha hecho de Colombia el segundo receptor de desplazados forzosos en el mundo, después de Turquía con 3,7 millones de sirios, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Dichos éxodos impactaron las realidades demográficas y socioeconómicas de dos naciones que comparten otro fenómeno: tienen extensas fronteras con presencia de grupos armados ilegales.

Tras acoger por más de 10 años a los civiles que huyen de la guerra en Siria, Turquía implementó un mecanismo de protección temporal que brinda a los sirios estabilidad, acceso a derechos y servicios. Ese modelo puede ser un referente del Estatuto de Protección Temporal a Migrantes Venezolanos que Colombia implementará desde este lunes 1 de marzo. Ankara y Bogotá están llamados a trabajar juntos para ofrecer respuestas a migraciones que no paran de crecer.

¿Por qué protección temporal y no refugio?

Más que un receptor, Colombia se ha caracterizado por ser un expulsor de migrantes. El conflicto armado ha dejado en seis décadas unos 262 mil muertos y casi 8 millones de desplazados desde 1985 hasta el 31 de diciembre de 2019, según el Registro Único de Víctimas (RUV).

Sin una estructura de recepción robusta, y sacudida por una violencia interna que parece enquistada, en el último lustro Colombia empezó a acoger una inédita cantidad de venezolanos que tuvieron que salir de su país por diversos motivos. Con varios tropiezos, el Estado diseñó una política migratoria que pretende alinearse con los estándares y buenas prácticas internacionales.

Por su ubicación entre Asia, África y Europa, Turquía ha sido, en cambio, testigo de grandes movilizaciones humanas a lo largo de la historia. Durante los últimos años recibió refugiados de Afganistán, Irán, Iraq y Somalia; y otros de Oriente Medio y el Cáucaso. Cuando estalló el conflicto armado en Siria en 2011, los turcos ya tenían una idea sobre la migración.

Frente a la magnitud del éxodo sirio, sin embargo, el Estado turco ajustó sus políticas y desde 2014 implementa el estatuto temporal de protección para esta población vulnerable. El motivo para crear este mecanismo radicó en que, debido a una reserva hecha por Turquía a la Convención de Ginebra de 1951, el país solo puede otorgar estatus de refugio a personas provenientes de Europa. El modelo de protección temporal surgió como un salvavidas para los millones de sirios que estaban a la deriva.

Pese a que con frecuencia se habla de la crisis de “refugiados sirios”, en Turquía los sirios están bajo protección temporal y no con un estatus de refugio. También los “campos de refugiados” han sido en realidad centros para migrantes bajo protección temporal, donde se les brinda acceso gratuito a servicios de salud, educación, al mercado laboral y asistencia social, entre otros. Varios de estos centros han cerrado a medida que los sirios se integran a la sociedad o deciden volver a su país.

Colombia, a diferencia de Turquía, sí podría otorgar estatus de refugio a los venezolanos. ¿Entonces por qué opta por la protección temporal?

Víctor Bautista, secretario de la frontera en el departamento colombiano de Norte de Santander, señala que esto obedece a la necesidad de agilizar la gestión de la migración masiva. En general, el refugio se estudia según las condiciones particulares de cada persona y el trámite de una solicitud toma mucho tiempo, es un proceso largo y dispendioso no solo para Colombia sino también para países desarrollados como Alemania.

Por eso, lo que se ha hecho es mejorar el marco jurídico del Permiso Especial de Permanencia (PEP) que empezó a emitirse en el Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018) y que tenía una vigencia de 24 meses. El problema con el PEP, dice Bautista, era que “después de esos dos años ya no se sabía dónde estaban los migrantes ni si seguían en el país, perdían comunicación con el Estado”. En cambio, con el Estatuto de Protección se les otorga la posibilidad de residir en Colombia hasta por 10 años y tener una relación más cercana con las instituciones estatales.

Además, aplicar el estatuto de refugio sería incongruente con la realidad de la frontera colombo-venezolana donde muchos van y vienen a diario, la llamada migración pendular. La figura de refugiado implica el principio de no devolución (non refoulment), es decir, que la persona no puede volver a su país porque allá su vida está en peligro debido a una causa determinada.

En Venezuela, explica Bautista, no hay una guerra como en Siria, sino una compleja mezcla de pobreza, falta de oportunidades laborales y de acceso a la salud, la educación y la seguridad alimentaria, así como algunos casos de persecución política. Es difícil determinar cuántas personas salen por cada una de estas razones y sería imprudente asumir que todos lo hacen por el mismo motivo.

“El Estatuto de Protección recoge la generalidad de la problemática y le ofrece a los venezolanos estabilidad en Colombia -añade Bautista-. Lo que nos conviene a todos es que encuentren estabilidad, que los conozcan, que se integren a las comunidades y sean productivos, no que estén en un constante trasegar por las carreteras enfrentando todo tipo de necesidades”.

Claves para una entrada ordenada y segura de los migrantes

Las experiencias internacionales sobre migración muestran que el principal factor de éxito está en garantizar la seguridad, acogida e identificación de quienes llegan a otro país. Para que esto ocurra se necesita un fuerte control estatal en la frontera para proteger a los civiles y recibirlos de manera legal, así como un sistema de registro que permita identificarlos, tener certeza sobre cuántos son y cuáles son sus necesidades.

Para conocer estos mecanismos, Víctor Bautista estuvo en 2017 con una delegación del Gobierno colombiano en la frontera turco-siria. Recuerda él que en la ciudad turca de Gaziantep vieron que los sirios entran siempre por pasos regulares y obedecen procesos establecidos para obtener protección y beneficios. “En Colombia, como dijo el presidente Iván Duque, también hay que entender que es inconveniente entrar por pasos no oficiales, porque así no tendrán el Estatuto de Protección Temporal. Los invitamos a entrar por la puerta, no por la ventana”.

En los 2.200 kilómetros de frontera con Venezuela, el control y la capacidad de registro son precarios. Esto permite que muchos venezolanos crucen a diario por pasos no oficiales (las llamadas trochas), que sean invisibles para el Estado y que se expongan a grupos armados ilegales que operan en esas zonas.

En los 911 kilómetros de frontera entre Turquía y Siria hay muros, vallas de seguridad y una infraestructura que impide el paso irregular de personas. Estas barreras no están allí para menoscabar los derechos de los sirios y mantenerlos afuera, por el contrario, pretenden garantizar una migración segura, ordenada, siguiendo rutas establecidas. Con una fuerte presencia estatal y políticas migratorias claras, Turquía conjugó su lucha contra grupos terroristas como Daesh y el PKK en el área fronteriza, con la recepción de civiles que escapan de la guerra.

La embajadora de Turquía en Colombia, Ecce Özturk, reitera la importancia de invertir en infraestructura y tener sistemas de registro para atender la migración, además de mejorar la cooperación con la comunidad internacional e impulsar la inserción laboral de los migrantes.

“Mientras muchos países hacen la vista gorda y se esconden detrás de alambres de púas y muros, hemos abierto nuestras puertas a millones de sirios. Brindamos una amplia gama de servicios, que incluyen educación y atención médica gratuitas, capacitación vocacional y servicios sociales. Hemos gastado más de USD 40 mil millones para el bienestar de los sirios. Respetamos plenamente el principio de no devolución en virtud de nuestras obligaciones internacionales y nacionales”, asegura la embajadora.

En el caso turco, explica Özturk, el Estado también proporciona “ayuda integral” a los campamentos en el lado sirio de la frontera, en áreas controladas por Turquía. Además, se realiza la repatriación voluntaria de sirios en cooperación con Acnur y organizaciones no gubernamentales. “Hasta la fecha, 399.087 sirios han regresado voluntariamente a las regiones que nuestro país ha limpiado del terrorismo en Siria”.

La embajadora Özturk señala que el sistema de registro biométrico turco permite que a cada migrante se le otorgue una cédula de identidad, con la que puede obtener los servicios y el régimen de protección temporal. Este proceso involucra a la agencia de migración, las autoridades locales, las comunidades locales y la sociedad civil.

Bajo este sistema de registro, Turquía ha elaborado políticas que le permiten atender eficazmente a la población migrante. “Sabemos que hay más de 1 millón de niños sirios en edad escolar en Turquía. Gracias a nuestros esfuerzos, alrededor de 643.000 de ellos asisten a la escuela. Aumentamos la tasa de matrícula escolar del 30% en 2014 al 61% en 2018. Si bien la tasa global de matriculación escolar es del 1% para los inmigrantes adultos jóvenes (grupo de edad de 18 a 25 años), esta tasa es cinco veces mayor en Turquía (5%)”, asegura la embajadora.

Además, Özturk destaca que los costos de tratamiento de sirios fuera de los centros de alojamiento temporal están cubiertos en hospitales estatales. “Las familias pueden ser dirigidas a Centros de Salud Temporales creados exclusivamente para ellas. El número de niños sirios nacidos en Turquía en los últimos nueve años supera los 500.000, y las solicitudes de sirios en nuestros policlínicos superan los 58 millones. Más de dos millones de sirios se benefician del tratamiento hospitalario y se han realizado casi 1,8 millones de cirugías. La base legal para otorgar permisos de trabajo se implementó en 2016 y hoy más de 120.000 sirios han recibido permisos”.

Viendo el ejemplo turco, se generan muchas expectativas sobre cómo funcionará el Estatuto de Protección Temporal en Colombia, particularmente en áreas fronterizas como Norte de Santander, que sienten el mayor rigor de la migración.

Víctor Bautista señala que podrían ocurrir grandes cambios. Por ejemplo, se calcula que la atención en salud es más costosa por el sistema de urgencias, que nunca es negado a los migrantes por una lógica de derechos humanos. Se dice que cada migrante que accede al área de emergencias cuesta en promedio COP 1.800.000 (USD 505), pero si estuviesen afiliados al sistema de salud, costarían alrededor de COP 800 mil (USD 224), porque se contaría con su historial médico, con control y prevención de enfermedades.

“Ese solo salto a que todos estén afiliados y ojalá todos en un régimen contributivo donde tienen trabajo y aportan a su atención mediante los pagos, va a aliviar la precariedad en el tema de salud. Tenemos en Norte de Santander no solo COP 100 mil millones (USD 28 millones) de deuda del sistema central al sistema hospitalario de la frontera, sino que desde hace mucho tiempo pasamos un millón de atenciones a migrantes venezolanos de diferentes índoles desde que empezó la crisis”, añade Bautista.

De Gaziantep a Norte de Santander

La dinámica de la migración en Colombia podría alcanzar e incluso sobrepasar al caso turco. Por eso el intercambio de experiencias y cooperación es ahora más importante que nunca. Como señala Bautista, ya se ha pensado que la ciudad de Gaziantep sea un modelo sobre la gestión migratoria en la frontera de Norte de Santander.

“Gaziantep lleva más tiempo atendiendo a los migrantes, por lo que es un referente en procesos de integración y economías de impacto positivo, además tiene una dinámica de relaciones transfronterizas importantes, muchos turcos tienen familias o actividades en provincias en territorio sirio, lo mismo ocurre entre Norte de Santander y el estado venezolano de Táchira”, afirma Bautista.

Además, Norte de Santander ha sido pionero en los centros de atención transitoria que surgieron en el marco de la pandemia. El departamento tiene dos de estos espacios que se suman a los que operan en Yopal (Casanare) y Maicao (La Guajira). “Quisiéramos que funcionen tan bien como los que vimos en Gaziantep”, dice Bautista.

Ya se ha avanzado por este camino. La embajadora Ecce Özturk dice que desde 2017 existe una cooperación cercana. Ese año fue la visita a Gaziantep de una delegación del Gobierno colombiano. En 2018, expertos turcos del Departamento de Emergencias y Desastres de Turquía (AFAD) visitaron Cúcuta para compartir con el Centro Estratégico Conjunto de Análisis Migratorio (CECAM) la experiencia sobre la creación del sistema biométrico de base de datos. También la Agencia Turca de Cooperación y Desarrollo (TİKA) ha concretado varios proyectos productivos y de tecnología, particularmente en Cúcuta y en La Guajira.

“La gestión de la migración es una de las áreas claves en las que podemos seguir desarrollando nuestras relaciones bilaterales. Colombia puede contar con Turquía como un aliado permanente en materia de migración”, concluye Ecce Özturk.

Por: Agencia Anadolu

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