Las investigaciones realizadas en Haití, por el asesinato de su presidente, Jovenel Moïse, han dado como resultado la aparente participación de 26 mercenarios colombianos, entre los cuales, seis ex militares estarían involucrados.
Este acontecimiento llamó la atención de la comunidad nacional e internacional que cuestionan cómo profesionales militares del país pudieron participar en el hecho.
Cabe señalar que en las últimas horas han surgido nuevas hipótesis que sugieren que los antiguos miembros de las fuerzas militares, aparentemente llegaron el 7 de julio para formar parte del equipo de seguridad del difunto presidente, y que ante los tiroteos habrían auxiliado a la primera dama.
En conversación con Kienyke.com el antiguo director de Justicia Penal Militar, Alejandro Ramírez aseguró que "no hay un control efectivo del Gobierno sobre ellos (ex militares), puesto que el reclutamiento de las bandas delincuenciales, es un tema que puede suceder en los miembros retirados de las fuerzas militares como se ha visto en otros casos".
Bajo este concepto, el analista político, Rafael González, explicó a este medio que el Ejército no se puede ver comprometido por los actos perpetuados en Haití.
"El Ejército mantiene y da un entrenamiento que cumple con unos estándares internacionales dentro de los cuales se enseña que el mercenarismo es un crimen. Por constitución política los funcionarios públicos solamente están autorizados para ejercer ciertas y determinadas facultades dentro de las competencias que hayan sido asignadas, y una vez salgan de la institución ya son civiles y son tratados como tal", indicó.
Teniendo en cuenta este panorama, según contó Ramírez, en muchas ocasiones los grupos criminales de otros países como Medio Oriente, pueden reclutar personal experimentado, con el fin alcanzar objetivos como dominio de territorio y el narcotráfico.
Frente a este aspecto, Haití debido a su posición geográfica se ha convertido en un punto clave para el tráfico de drogas, lo que hace que se comience a tener interés en el alistamiento de profesionales militares que contribuyan a este objetivo.
"Colombia tiene una mano de obra calificada en materia de conflicto por lo que ha vivido en más de tres décadas. Se ha vuelto un lugar donde han reclutado miembros retirados las fuerzas militares e inclusive la policía, para ese tipo de ejércitos", aseguró el ex director.
Lo anterior, ha llevado a replantear cómo se están adelantando los procesos de formación al interior de las fuerzas militares y la policía.
De acuerdo con el ex director, a pesar de haber mejorado las técnicas de reclutamiento y preparación de los soldados, aún existen políticas internas que hacen que afecta este proceso.
"Hay que mantener unas políticas organizacionales muy estrictas en la promoción del personal y el capital humano dentro de las fuerzas que las aleje de la corrupción, de las malas conductas. Un sistema disciplinario fortalecido lejano a la corrupción y un sistema de justicia que sea fuerte, y en eso ha pecado Colombia", aclaró.
Es importante señalar que, según explicó el comandante general de las Fuerzas Militares de Colombia, Luis Fernando Navarro, la formación de los reclutas que entran al ejército, "es una capacitación para defender los intereses de los colombianos", por lo que tras culminar su proceso, se da un año de preparación para que estos soldados puedan reintegrarse en la sociedad.