Luego de las tensiones diplomáticas que hubo entre Donald Trump y Gustavo Petro, esta mañana, alrededor de las 8 a.m. arribó el primer avión que traía consigo a unos 90 pasajeros deportados desde Estados Unidos.
Luego de la llegada a la base de Catam en la mañana de este martes, 28 de enero, algunos de los pasajeros se atrevieron a contar cómo fue su experiencia con todo el proceso de deportación, que se complicó debido a las discusiones entre los mandatarios de ambas naciones.
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Uno de los colombianos, quien se llama Andrés, dialogó con diversos medios sobre lo que tuvo que pasar en este tedioso proceso, indicando las condiciones en las que fueron deportados al país.
Indicó que “Estaba intentando de pedir asilo en el país. Me dijeron que lo negaron”, relató luego de su llegada al país, explicando que apenas llegó a El Paso, en Texas, no le aceptaron su solicitud.
El hombre confirmó que mientras estuvo bajo órdenes del Gobierno estadounidense, fue trasladado en diferentes ocasiones, además de ser encadenados como parte de “medidas preventivas” para garantizar la seguridad de los funcionarios norteamericanos.
Andrés indicó que “cada vez que nos desplazaban, nos amarraban con grilletes en los pies, manos y cintura”. No obstante, aprovechó para indicar que por lo demás “el trato fue digno” ya que “te dan comida, un lugar donde dormir, ropa para cambiarte y útiles de aseo”, aunque calificó a los hechos de “humillantes”.
Vale la pena mencionar que el presidente Donald Trump calificó a los deportados colombianos como narcotraficantes, participantes de bandas criminales y otros delitos como asesinato. A lo que él respondería “Es una vil calumnia, todos los que veníamos ahí solo querían salir del país para buscar una mejor oportunidad (...) decir que somos delincuentes por cruzar una frontera puede tener sentido desde su perspectiva, pero llamarnos narcotraficantes o criminales es una generalización injusta”.
Andrés es ingeniero mecatrónico, que buscó irse a Estados Unidos para establecer una vida productiva y estable, que le permitiera tener comodidades que, al parecer, en Colombia no podría recibir.
Este hombre trabajaba como funcionario público, devengando un salario de $4 millones de pesos mensuales, pero según describió, su ambición lo llevó a querer ganar más, gastando cerca de $10.000 dólares en vuelos y traslados.
Por otra parte, otro de los deportados que tomó vocería en la mañana de este martes fue José Montaña, una persona de 28 años que tiene estudios como profesional en docencia dentro de Colombia.
Montaña aseguró que la razón que lo llevó a migrar era poder mejorar sus ingresos y que tenía el apoyo de algunos familiares que ya estaban establecidos en los Estados Unidos.
Sin embargo, aunque es un docente profesional, laboraba en call center, “La verdad es que el trabajo en call centers, aunque relativamente paga bien, tiene condiciones laborales muy inestables. Uno, aunque quiera durar mucho, no puede”, aseguró.
Se le preguntó acerca de los otros pasajeros con los que viajó y con quien tuvo oportunidad de compartir historias de vida, asegurando que ninguno presentaba antecedentes judiciales. “Es más fácil culpar al migrante que no tiene derechos, que está buscando trabajar, que asumir otros problemas como el consumo de drogas o la corrupción. Nos criminalizan sin razón”.
Agregó también que le hicieron firmar documentos sin su consentimiento, confirmando que el trato fue inhumano, al ser encadenados como criminales con sus hijos y familiares observando. El ciudadano colombiano tomó la ocasión para agradecer la Gestión del presidente Gustavo Petro por el intento que hizo para que pudieran retornar en condiciones dignas.
Otro de los connacionales que dieron declaraciones públicas, indicó que los “trataron como verdaderos narcotraficantes” indicando que el presidente Petro tenía razón cuando dijo que tenían tratos “indignos”, pero recalcó que si él hubiera dado autorización en su momento “fácilmente hubiéramos estado en nuestros hogares hace dos días”, sentenció.