El siglo XXI sin duda alguna ha traído consigo grandes cambios para la humanidad. La migración al ecosistema digital es cada vez más inevitable para todos y cada uno de los campos de acción de la humanidad. El transporte, la salud, la alimentación, el trabajo, los negocios, el ocio, la cultura o las comunicaciones, han sido parte de esos escenarios que han sufrido grandes transformaciones. Entre ellos, por supuesto, el periodismo no iba a quedar marginado.
En su artículo “El mejor oficio del mundo”, Gabriel García Márquez marcó una primera diferencia tecnológica muy clara entre el periodismo de antes y el moderno. Cambios que lejos de afectar la esencia del oficio, se centran en el know how del denominado cuarto poder:
“El manejo profesional y ético de la grabadora está por inventar. Alguien tendría que enseñarles a los colegas jóvenes que el casete no es un sustituto de la memoria, sino una evolución de la humilde libreta de apuntes que tan buenos servicios prestó en los orígenes del oficio. La grabadora oye pero no escucha, repite -como un loro digital- pero no piensa, es fiel pero no tiene corazón, y a fin de cuentas su versión literal no será tan confiable como la de quien pone atención a las palabras vivas del interlocutor, las valora con su inteligencia y las califica con su moral”.
En síntesis, Gabriel García Márquez relató una transición nostálgica entre una forma de hacer periodismo y otra que involucra mucho más apoyo tecnológico. Algo que se vivió en su momento con la máquina de escribir y la computadora, la cámara fotográfica análoga y la digital, la llegada de la televisión o de la radio, la prensa física y la digital; todos ellos cambios que pusieron una pregunta común sobre la mesa: ¿Las nuevas tecnologías llegaron para apoyar la labor humana o entorpecerla?
- Lea además: Premio Nacional de Periodismo Digital: un galardón para Colombia
- Le puede interesar: Conviértase en una de las 51 Starter de iNNpulsa
Queda entonces el periodismo en una dura encrucijada: adoptar una posición nostálgica basada en una idea tradicional o adaptarse a un escenario cambiante en el que, cada vez con mayor rapidez, el mercado produce nuevos formatos, plataformas, métodos de comunicación y de procesamiento de información. Todo esto, al punto de que ya hoy es impensable hablar de actualidad por fuera de la inmediatez.
Para entender todo esto es importante remontarse a lo que se conoce como las etapas de la web. Tenemos cuatro de ellas: la web 1.0, con solo dos actores principales (los webmasters e internautas), sin interactividad y poco o nulo contenido multimedia; la 2.0, donde los navegadores empezaron a permitir la interactividad por medio de bases de datos modificables y empezaron a tener fuerte protagonismo plataformas como los blogs, las wikis y una versión prematura de las redes sociales; y la 3.0, que es toda aquella que se enmarca en el concepto de la movilidad absoluta.
En resumidas cuentas, esta última se trata de una ola en la que la humanidad vio cómo los grandes y limitados ordenadores pasaron a convertirse en aparatos electrónicos portables, cómodos, con un sinfín de posibilidades y conectados todo el tiempo y en todo lugar. Una característica que dotó a la web de un dinamismo que no había tenido nunca en su historia y que ha permitido que la construcción de contenido sea una acción infinita y conjunta.
¿Y cuál es el papel de los periodistas en todo esto?
En la web 3.0 nace también un nuevo protagonista que ya no es posible dejarlo de lado: el prosumidor. Todas esas personas que dejaron de ser parte pasiva del ecosistema digital como meros consumidores de información y pasaron a ser productores de la misma. Lo cual, supone a su vez un cambio importante en el volumen de información que se mueve y consume a través de la red.
Por otro lado, este tema añade además ciertas dificultades que han empezado a ser abordadas desde el periodismo, como es el fenómeno de las noticias falsas en internet. Una labor que ha dado lugar incluso al nuevo formato periodístico de la verificación, en el que se emplean todo tipo de softwares y técnicas para ayudar a corroborar los datos.
A eso hay que sumarle la web 4.0, que es precisamente la del internet de las cosas y de la inteligencia artificial. Todo smartphone, computador, consola de videojuegos e incluso artículos de uso común como un refrigerador, utilizan cada vez con más frecuencia inteligencia artificial para interpretar los gustos exactos de los usuarios y dar una respuesta o servicio individualizados. Tenemos a Siri de Apple, Alexa de Amazon o al asistente de Google, que ya de por sí está a la vanguardia de la IA con los algoritmos de su famoso navegador.
Ya en el plano del periodismo digital, que incorpora las tendencias como parte de su agenda, la inteligencia artificial tiene un papel protagónico al ser ella quien clasifica los temas por cantidades de búsquedas, regiones geográficas de interés, entre otras cosas que les sirven a los medios para mapear y producir contenido a demanda.
De igual manera, se desprende el tema del big data y el periodismo de datos, que entre otras es una fusión bastante interesante entre el criterio del periodista y la capacidad de un software especializado para procesar millones de datos y brindar indicadores específicos que luego puedan ser interpretados y plasmados en un artículo. Algunos medios que han puesto su atención en esta metodología son The Guardian, The New York Times, Washington Post, entre otros.
Eso, por supuesto, sin llegar a hablar de los recientes pilotos de redactores autónomos que podrían llegar a ser capaces de producir contenidos de calidad en un futuro y que incluso están siendo utilizados por grandes agencias de información como Reuters. En este caso específico, por ejemplo, su herramienta Lynx Insight es capaz de escribir frases, párrafos y apoyar en general a los periodistas con toda clase de recomendaciones en sus artículos.
Estos y más retos, serán abordados en el Festival de los Sentidos, un evento que realizará Foros K junto a varios de sus aliados estratégicos este martes 30 de noviembre y que reunirá a varios expertos nacionales e internacionales para hablar sobre el futuro del periodismo digital. Un espacio ideal para debatir a profundidad el impacto de la digitalización en el ejercicio periodístico.