Desde la puerta de la Academia de música Mateo Carcassi, ubicada en la ciudad de Bogotá en la localidad de Suba, quien escuche las notas que cada instrumento reproduce, piensa que quienes están tocando la guitarra, la batería, el piano y el violín, son jóvenes de más de 18 años, con una trayectoria musical de mucho tiempo; pero cuando se oye la voz dulce pero potente de una pequeña se siembra la idea de que quienes en realidad tienen en su manos un instrumento son niños que no son mayores de 15.
La academia lleva el nombre de un importante y reconocido compositor italiano, Matteo Carcassi, un músico que, al igual que los niños de esta academia, empezó a muy temprana edad con el piano y la guitarra. El artista logró que sus notas y sus melodías románticas se escucharan en todas partes, y este es uno de los anhelos de los niños de la institución.
Sueños por cumplir
La música no solo es tocar un instrumento guiado por una partitura creada por grandes maestros como Vivaldi, Beethoven, Mozart o Chopin, también es transmitir un sentimiento, decir por medio de melodías en delicato y letras con mucho poder lo que no se puede decir tan fácilmente, esto es lo que los niños de esta academia de llamativos colores a su entrada, tienen en su mente: tocar un instrumento con pasión y fuerza para perseguir sus sueños a pesar de los errores.
Gabriel, un joven de 16 años al que le late el corazón al ritmo de su instrumento, la batería, sabe que debe seguir sin importar lo que haya pasado: “después de equivocarse, hay que seguir, porque o si no ya se pierde todo, y después, ya corregir en los siguientes ensayos o estar atento en la canción en qué está fallando”.
Se dice que se necesita de persistencia para poder cumplir con todos los propósitos que hay en la vida. Todo es un proceso; en un inicio, se está frente a un imponente instrumento, con un sonido que hace que el concertista sea diminuto ante los ojos de los espectadores.
Cuando se da la primera nota hay nervios, pero a medida que se va avanzando en la canción, se obtiene una experiencia en la que el miedo desaparece.
Esos nervios son difíciles de olvidar. Luz, una niña de 15 años enamorada eternamente de su violín, recuerda:“Jamás voy a olvidar mi primer concierto. Yo no sabía nada de música me presenté y luego bajé a llorar, fue una buena experiencia, pero también me dieron muchos nervios”.
Unidos de la mano
El camino es largo como esa sinfonía que al ser tocada perdura en la memoria de las personas que la escuchan, por esto es necesario que quienes comienzan en este mundo, lleven un buen acompañamiento integral, que amen lo que están tocando y la manera en la que lo están haciendo, un concepto que es comprendido por el fundador de la academia, Tito Gómez.
“El profesor siempre debe pensar en cómo ayudar al niño a tocar el instrumento, por dónde se tiene que ir para que él entienda lo que se le está enseñando”, explicó el director a Kienyke.com.
Teniendo esta premisa, Gómez, emprendió su sueño de crear una institución en la que los niños no solo aprendan a tocar un instrumento, sino que también amen la música.
“Un día los vigilantes del conservatorio donde trabajaba me dijeron “será que le puede dar unas clases a un niño que quiere pasar al conservatorio de la Universidad Nacional”, yo dije si, y ahí empezó todo”, recuerda Gómez.
Al inicio él realizaba visitas por las casas del sector, ganaba la confianza de los padres como un pianista. Después de varias prácticas tiene toda la seguridad de sentarse a tocar el instrumento. “Me llamaba la atención que yo llegaba, el niño o la niña estaban estudiando y los papás se iban, y yo decía que gente tan confiada y eso me llenó mucho de orgullo”.
A raíz de estas clases, consiguió algunos aportes para dar por realizado su anhelado sueño. Compró algunos pianos, un par de guitarras, colocó volantes por Suba en los que anunciaba la llegada de algo grande y dio inicio a este proyecto.
Sin embargo, emprender este camino no fue una tarea fácil. “De pronto un día la arrendataria del lugar nos dijo que iba a vender la casa donde estaba la academia. Llevábamos tan solo cuatro, cinco meses, yo no estaba y pusieron un aviso grande que decía se arrienda, entonces nadie entraba y los que estaban se empezaron a ir”.
Pero no se quedó con los brazos cruzados, persistió hasta conseguir sacar adelante la partitura, se mantuvo en este lugar hasta que el contrato finalizó y buscó una mejor oportunidad.
La música es para todos
Después de los inconvenientes, en el año 2006, Tito Gómez, abrió las puertas de la academia para que se cree un sentido de pertinencia por lo musical. Para esto se ofrecen clases individuales en las que el niño se sienta a gusto y piense que no hay ninguna limitación para conseguir lo que se proponga.
La música no es excluyente, hace que todos aprendan a sentirla inclusive si tiene algún problema cognitivo, como es el síndrome de down, y de esto, el fundador de la academia conoce muy bien.
Daniela es una niña con este síndrome que hace un año llegó a esta academia para demostrar que tiene todas las capacidades para tocar un instrumento, por esto Tito piensa que “la música le puede ayudar, entonces si yo hago que ella toque en el piano estrellita, se tiene que esforzar y darles a esas notas un sentido melódico exacto, lo que permite desarrollar su mente”.
Cada avance que ella tiene, es un logro que Tito consigue y festeja, pues todo el esfuerzo que él realiza no ha sido en vano, sino que por el contrario está ayudándola en su formación.
Además, es una excelente herramienta para crecer, aprender valores y aplicarlos a cualquier situación que se cruce en la vida. En conversación con Kienyke.com Carolina Velásquez, maestra de piano y técnica vocal en la institución, enseña en sus clases valores como el respeto.
"Cuando yo dicto la clase me enfoco mucho en que ellos no sólo estén aprendiendo música, sino que también aprendan otra manera de ver la vida o afrontar otras situaciones, entonces me gusta trabajar mucho en la parte de escucha, que ellos estén atentos a las indicaciones que se les está dando, trato de ser muy clara con eso”, expresó la maestra.
Esta academia es un lugar en el que se demuestra que la música es tan vital como respirar, se encuentra en todas partes y que de igual manera como cada acorde, se diferencia por su sonido. Los niños también se pueden distinguir al transformar algo malo en algo bueno y que sin importar la edad o condición, si las cosas se hacen con pasión, todo es más armónico.