Colombia ha sido un aliado estratégico para Estados Unidos en América Latina. Eso lo saben y reconocen tanto demócratas como republicanos, por lo que la relación entre ambos países podría mantenerse en los mismos términos bajo la administración de Joe Biden, que inicia este 20 de enero de 2021. Sin embargo, los analistas políticos coinciden en que el enfoque podría variar del 45º al 46º presidente norteamericano.
La histórica relación colombi-americana
La relación entre Colombia y Estados Unidos no ha sido cordial desde siempre, aunque desde mediados de los años 1990 se ha mantenido estable. La primera enemistad se remonta a inicios del siglo XX con la separación de Panamá que apoyó fervientemente Estados Unidos.
Sin embargo, ese tropiezo fue subsanado con el Tratado Urrutia-Thompson de 1914, que le garantizó a Colombia 200 millones de dólares en consolación por la pérdida del istmo. El país aceptó ese acuerdo, según escribió el profesor de la Universidad Externado Jorge Leonardo Garay, porque en ese momento Estados Unidos ya empezaba a erigirse como potencia y líder mundial, por lo que Colombia no podía quedarse sin su amistad para ingresar al ámbito internacional.
Garay recuerda que la relación volvió a tener una distancia a mediados de la década de 1960, con los gobierno de Carlos Lleras Restrepo hasta Belisario Betancour en los que el país buscó ampliar sus relaciones en una condición de iguales basado en la teoría del Tercer Mundo. Por esa razón se distanció del gigante americano para aliarse con otros de la región que sufrían situaciones similares.
Pero el ascenso de las guerrillas y los carteles del narcotráfico llevaron a que el país volviera a buscar una relación de cordialidad y apoyo por parte de los Estados Unidos. Esa alianza tuvo su punto álgido luego del Proceso 8.000 en el que se demostró la injerencia del narcotráfico en la alta esfera del Estado.
Como señala Juan Gabriel Tokatlian en su análisis sobre los “Estados Fallidos”, ese cuestionamiento a la institucionalidad colombiana, le permitió a la potencia una injerencia en el país cafetero para impedir su debacle. Aunque el analista de la Universidad de San Andrés (Argentina) describió ese concepto como una coerción para la subordinación, lo cierto es que dio inicio a las relaciones que el país sostiene actualmente con los Estados Unidos.
A partir del gobierno de Andrés Pastrana, posterior al de Ernesto Samper, y luego del fracaso de los diálogos de paz, se inició el apoyo de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico, a través del Plan Colombia. Una estrategia económico-militar que, pese a los cuestionamientos de soberanía y derechos humanos en el país, es catalogado como uno de los casos de éxito de injerencia en “Estados Fallidos” en Washington.
Sin embargo, en ese tiempo se pudo ver la diferencia en el enfoque entre el partido Demócrata y el Repúblicano en su relación con Colombia. Mientras el segundo elogiaba, bajo el gobierno de George Bush, los avances en la lucha contra el terrorismo y las drogas; los demócratas en el Congreso se negaban a ratificar el Tratado de Libre Comercio por los cuestionamientos en derechos humanos y paz que presentó el Plan Colombia.
Finalmente el Acuerdo fue ratificado y los gobiernos, tanto de Álvaro Uribe como de Juan Manuel Santos, lograron apoyos considerables para el país, en una relación que se ha mantenido preponderantemente en términos de seguridad y lucha contra las drogas en los últimos años.
El futuro de las relaciones con Joe Biden
En ese sentido, el enfoque centrado en la lucha contra el narcotráfico y los cultivos ilícitos, si bien se mantendrá, podría centrarse en la protección de los derechos humanos, líderes sociales y reducción de la violencia durante el periodo Biden; contrario a la presión sobre cifras de cultivos ilícitos, tráfico e incautaciones que mantuvo el presidente Donald Trump en su relación con Colombia.
El saliente mandatario, en el año 2017, solicitó al Congreso de Estados Unidos recortar las ayudas económicas a Colombia y en septiembre amenazó con incluir al país en la lista negra de países que han incumplido los compromisos de lucha contra el narcotráfico. En el 2019 el mandatario culpó al presidente Iván Duque del aumento en “más del 50%” del tráfico de drogas a ese país y le solicitó retomar la aspersión aérea con glifosato, pese que es una medida discutida ampliamente en el país por los efectos nocivos para la salud y poco efecto en la reducción de resiembra.
“Trump nunca se preocupó por entender una relación completa con Colombia, él dio nuevamente con Colombia como apellido de la exportación internacional de coca, y se concentró en la narcotización de las relaciones, que fue un enfoque que prevaleció por 20 o 30 años en las relaciones del país con Estados Unidos”, señaló a este medio el politólogo de la Universidad de los Andes y magíster en Estudios de Política Latinoamericana en University College London, Fernando Posada.
El especialista en estudios de política latinoamericana considera que esa relación será distinta con Biden, basado en el gobierno de Obama, del que el ahora mandatario ocupó el segundo cargo de la nación. “Durante el gobierno Obama, del cual Biden fue vicepresidente, se sostuvo una agenda más diversa, más equitativa, que trascendía al enfoque de seguridad y de drogas que siempre había estado prevaleciendo. Estados Unidos le apostó mucho durante la era Obama a la paz en Colombia y habría que esperar que durante la era Biden se regrese a un discurso que apoye más el acuerdo de paz, a un discurso que busque entender a Colombia más allá del problema histórico de las drogas y de la seguridad”, sostuvo.
En política internacional, Colombia continuaría siendo un aliado preponderante de las políticas respecto a Venezuela, que mantiene un gobierno que no tiene reconocimiento por Estados Unidos y al cual Donald Trump buscó atacar desde diferentes frentes. En ese sentido, la política podría virar de un poder duro en la agonizante administración, a un poder blando durante la dirección de Biden.
- Le puede interesar: Política exterior de Biden: a recomponer desaciertos de Trump
“Lo cierto es que la política que se adoptó con Venezuela, del llamado Cerco Diplomático, no fue muy útil; generó presión, debilitó el gobierno de Maduro, le redujo gobernabilidad, le congeló las cuentas, le quitó recursos, pero siguió Maduro en el poder y su gobierno no fue debilitado en los términos más prácticos”, aseguró Posada.
“En ese sentido, Biden tendrá que volver a revisar, porque lo que se hizo con Guaidó claramente no fue una estrategia que terminara funcionando. En muchos países, incluso la Unión Europea, estaban reconsiderando el reconocimiento a Guaidó como presidente de Venezuela, sencillamente porque nunca logró constituir un gobierno que realmente tuviera control institucional, es un gobierno de alguna manera simbólico. Estados Unidos tiene uno de los problemas más grandes en Latinoamérica en Venezuela y eso afecta a Colombia porque inevitablemente cualquier política que se asuma con ese país tiene que pasar con Colombia como aliado estratégico”, concluyó el analista político.