La organización ambientalista Greenpeace publicó nuevos datos sobre los impactos económicos y en la salud de la contaminación del aire en Bogotá, generada principalmente por el uso de medios de transporte basados en combustibles fósiles como carros y camiones.
Las cifras son alarmantes, según Greenpeace la polución atmosférica le ha costado a la ciudad aproximadamente mil trescientos millones de dólares, es decir, más de 4 billones de pesos colombianos, y fue responsable de la pérdida estimada de 3900 vidas en lo que va del año.
“Los números hablan por sí solos y evidencian la urgencia de un cambio en el transporte ¿Cuánto más vamos a esperar para dejar atrás hábitos que provocan gastos millonarios, enfermedades y muertes evitables? Necesitamos una Bogotá comprometida a disminuir su huella ambiental, más amigable para los peatones, y con ciclovías seguras y mejor señalizadas”, expresó Tatiana Céspedes, miembro del equipo de campañas de Greenpeace Colombia.
Por estas razones, Greenpeace insta a declarar la Emergencia Climática: al hacerlo, Bogotá se compromete a adoptar medidas urgentes para sustituir el uso de combustibles fósiles en los sistemas de la ciudad, con el fin de disminuir en un 50% las emisiones de gases efecto invernadero para 2030.
“Los concejales deben declarar la emergencia cuanto antes: eso hará que la ciudad esté más preparada para enfrentar futuras crisis, y la movilidad sostenible es una de los caminos para lograr esa resilencia”, dijo Céspedes.
“Está demostrado que la contaminación del aire puede afectar de manera grave a la salud de los ciudadanos y que el sector del transporte es el contribuyente de más rápido crecimiento a la emergencia climática a nivel global. Bogotá necesita una movilidad rápida, sostenible y cómoda, y medidas permanentes para la disminución de las emisiones generadas por el parque vehicular”.
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Además de los costos económicos y en la salud causados por la polución, advierte que los automóviles ocupan en promedio el 50% de la superficie de las ciudades y que en Bogotá, se pasa un promedio de 191 horas por año en embotellamientos. Por eso, la ONG sugiere el uso de la bicicleta: un medio de transporte que no genera emisiones, trae beneficios a la salud y la calidad de vida, y democratiza la vía pública.
“Pese a ser la capital latinoamericana con más ciclovías, el porcentaje de ciclistas no es lo suficientemente alto. Debemos exigirle a la ciudad ciclovías más seguras y el fomento de la bicicleta como medio masivo de transporte, ya que no genera emisiones a la atmósfera y ayuda a mejorar la calidad del aire que respiramos. Hoy, además, es una de las formas de movilizarse más seguras a nivel salud, ya que el riesgo de contagio de COVID-19 es mucho menor que en el transporte público”, concluyó Céspedes.