
Distinguida como el castillo de algodón, Pamukkale es la región de Turquía que presenta las inconfundibles piscinas termales.
Usualmente, a la hora de planear un viaje al exterior, se tienen en cuenta las opciones populares y limitadas que ofrecen las agencias y promueven los medios. Es aquí donde es importante abrir los horizontes en orden de conocer las maravillas naturales más extraordinarias del planeta Tierra.
Es el caso de una zona natural de Turquía, llamada Pamukkale, ubicada al sudoeste del país asiático que presenta unas fuentes termales de bicarbonatos y calcio.
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Denizli es la provincia donde se encuentra este paraíso terrenal.
En turco, la palabra Pamukkale, significa Castillo de Algodón, ajustándose a la perfección con la sensación lejana que da esta atracción.
La respuesta al origen de estas piscinas en Pamukkales se debe a todos los terremotos que ha soportado la región desde tiempos antiguos.
En esta zona de Turquía, junto con la falla del río Mederes, el suelo cedió, dando origen a estas terrazas, con alto contenido en creta, que es una roca blanca, porosa y blanda.
Con este fenómeno natural, se formaron grandes placas de piedra caliza y travertino, otro tipo de roca sedimentaria, responsables de la formación de las cascadas que bajan por la ladera de esta montaña.
En 1988, Pamukkale fue declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, pero antes de eso, el lugar se estaba deteriorando por el mal uso que le daban comunidades hoteleras construidas en la cima de la montaña, contaminando poco a poco las piscinas.
Para arribar a esta región turca, puede llegar a Estambul y tomar un vuelo hacia Denizli. Por medio de los sitios web de vuelos se encuentran pasajes directos, que cuestan alrededor de $ 2,766,993.
Desde este punto a la montaña se toma un transporte con un trayecto mínimo. Trate de ir temprano, para aprovechar cómo la luz del sol brilla sobre las rocas blancas.
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Es recomendable quedarse hasta la noche, para ver cómo iluminan con alumbrados artificiales a Pamukkale.
Al lado está Hierápolis, que es una ciudad antigua donde se puede aprovechar y ver las ruinas o vestigios de la cultura romana. Esta resulta como otra buena excusa para visitar Turquía que, a pesar de su panorama político, resulta ser un entretenido y rico destino turístico.

A una altura de 160 metros da la ilusión de una montaña cubierta de nieve o azúcar.

Como resultado final, un espectáculo en blanco cristalino y esplendido que los ojos humanos no pueden creer.

La Unesco derrumbó los hoteles y dio luz verde a que la zona fuera reconocida por su impactante belleza a nivel global.
