Aunque el síndrome del impostor puede parecer algo ajeno a la realidad, en realidad es bastante común. Según un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México, más del 70% de la población mundial ha experimentado este síndrome en algún momento de su vida. Además, la OCC Mundial revela que en México, el 76% de las personas sufren esta patología.
También conocido como el síndrome del fraude, este problema psicológico lleva a los pacientes a sentirse incapaces de reconocer sus propios logros.
Usualmente, tienden a atribuir sus éxitos a la suerte, subestimando sus propias capacidades, aunque otras personas sí las reconozcan.
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Según el portal 'De Salud Psicólogos', las personas que sufren este síndrome se convencen de que son un fraude, creyendo que todo lo positivo que les sucede se debe al destino y no a su propio mérito, ya sea en el ámbito académico, personal o laboral.
De hecho, estas personas suelen experimentar una baja autoestima y una pérdida de confianza, a menudo debido a experiencias de juicio durante su infancia u otras circunstancias que afectan su percepción de sí mismos.
¿Cómo saber si padezco del síndrome del impostor?
Los indicios de que una persona podría padecer el síndrome del impostor incluyen:
1. Temor constante a ser descubierto, con la creencia de que no merece estar donde está en su vida laboral o que no es tan competente como los demás creen.
2. Expectativas de fracaso incluso en situaciones en las que normalmente logra sus objetivos.
3. Desconfianza en sus propias capacidades y baja autoestima.
4. Ser excesivamente autocrítico y perfeccionista.
Lo cierto es que, el síndrome del impostor se define por la duda en las propias capacidades, la atribución del éxito a factores externos, la ansiedad ante la posibilidad de ser detectado y la evitación de nuevos desafíos, etc.
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¿Cómo tratar el síndrome del impostor?
De acuerdo con el portal, 'De Salud Psicólogos' se pueden realizar terapias breves o largas depende la magnitud de la problemática asociada.
Además, se pueden emplear técnicas complementarias como el EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares, una terapia psicológica utilizada para reducir los efectos negativos de eventos traumáticos) o el Focusing, que no busca explicar los sentimientos desde un enfoque racional, sino que invita a la persona a experimentar sus emociones vivencialmente para sanarlas.