La moda continúa siendo uno de los pilares creativos y uno de los motores que dinamiza la economía de Colombia, así lo refleja Pilar Castaño, un personaje que no necesita mucha introducción, pero es la eminencia de la industria que recientemente abanderó el proyecto que dio plataforma a empresarios de San Victorino en Bogotá Fashion Week. En su más reciente episodio del podcast ‘La Moda es Más Fuerte que Todo’ tuvo de invitada a Daniela Amaya, una abanderada del diseño colombiano de lujo en el extranjero.
Esta diseñadora nacida y criada en Bogotá tiene su propia firma llamada Damaya, que como ella menciona, es de corazón colombiano, pero con fabricación italiana. Amaya profundizó sus estudios en Polimoda, uno de los centros académicos más fuertes de la moda ubicado en Florencia, pero con impacto global.
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Pilar Castaño empezó su entrevista con una pregunta clásica: “¿Quién es Daniela Amaya?”, a lo que ella responde con su lugar de origen, pero de inmediato haciendo referencia a sus estudios y como esta experiencia la llevó a encontrar lo que espontáneamente se convirtió en la gran pasión de su vida, el calzado.
“Mi carrera fue en la Universidad de Los Andes en diseño, hice una opción en textiles y creo que en la universidad me di cuenta del amor que le tenía a la moda y al arte que tiene. Realmente desde la universidad me empecé a meter en zapatos, desde las clases, yo tomaba electivas y trataba de enfocarlas siempre en zapatos, no vi una clase puntual de zapatos”, empezó mencionando la creativa.
Antes de seguir recordando sus tiempos de academia, Daniela Amaya habló sobre ese punto que siempre será núcleo de inspiración, las mujeres de su vida, su abuela y su madre, Adriana Bernal. “Todo empezó con mi abuela, ella era amante de los tacones, era bajita como yo, ella no se bajaba de los tacones, sus pantuflas tenían tacón, era una diva espectacular, es una inspiración para mí. Mi mamá también lo es, las dos han sido las mujeres de mi vida y las que me han enseñado todo. Mi mamá también es una diva, enloquecida por los zapatos, ella es una verdadera amante y ha sido mi primera promotora, la que siempre me ha apoyado en todo”.
Al retomar su educación, Daniela explicó que, al no poder formarse oficialmente en calzado en su pregrado, buscó las formas de aprender y llevar ese mundo a su experiencia universitaria, “siempre lo traté de direccionar, pero muy por mi lado, buscando dónde aprender, llegué a mi tesis de grado, me metí full en zapatos y aprender como fuera, fui al Restrepo un día, llegué a las personas que trabajaban, a buscar que me enseñaran y me miraban diciendo como ‘¿usted qué hace acá? Usted ni sabe que es una horma’, Yo ahí hice mi colección de zapatos para mi tesis, a las malas, y ya después dije: ‘bueno, si yo me quiero meter en este mundo tengo que aprender cómo funciona’”.
El génesis de Damaya
Cuando la diseñadora terminó su pregrado llegó la oportunidad de salir de su ciudad natal, cruzar el océano Atlántico y aprender en uno de los epicentros de la industria, Italia, al respecto Castaño le preguntó el motivo por el que decidió este destino:
“Uno siempre tiene ese imaginario de Italia con los zapatos, pero ya cuando me metí a investigar vi diferentes universidades, también en Inglaterra había unas muy chéveres, pero yo me quería ir a la meca de donde se hacen los zapatos para entender mucho mejor, también muchas de las marcas grandes están en Italia. Yo me fui pensando en que quería construir mi marca, pero también quiero aprender. La verdad es que es un mundo espectacular, en términos de producción y de diseño es muy lindo, las personas con las que trabajo, porque trabajo en Italia, en la Toscana, entre la mitad de Florencia y Arezzo, hay un pueblo especializado en calzado, entonces todos los diferentes proveedores y fábricas están ahí, está la fábrica de suelas, la de tacones…”.
Y aquí es cuando llegamos al centro de lo que muchos quieren saber, lo que hay detrás del particular diseño de los tacones de Damaya, ¿cómo llegó este riesgo? “A mí siempre me ha gustado el tacón, obvio estamos en una época en la que la comodidad prima, los tenis se han tomado todo”, empieza diciendo antes de entrar en los verdaderos detalles: “no es un tacón alto, tiene unos 9 centímetros, es alto, pero no tanto. Yo quería un tacón icónico, que fuese de la marca, me puse a investigar, a diseñar, a revisar todas mis referencias, todo este proceso de la construcción de la marca, la verdad es que la inspiración pudo haber venido de una palabra, una silla, un disco…”.
“Tenía una silla en mi moodboard, y yo quería un diseño que tuviera estas curvas, estructural, que tú veas el tacón y quieras saber cómo funciona. Todo comenzó en el papel, tú diseñas, imaginas, te enloqueces porque es el momento en el que se puede y ya luego toca hablarlo con los proveedores y mirar qué tan real es, yo tenía dos tacones entre los que me estaba decidiendo, uno que era mucho más sencillo y este, con el fabricante decidimos hacer este porque es diferente, pero todo fue un proceso, lo que realmente sostiene el peso es una viga que va por dentro a la que se le llama la espina, en metal, el resto ya es decorativo, pero esta espina tiene una curva, que hace que sea más complejo, también quiere decir que los costos suben, yo quise arriesgarme porque es un tacón especial, que vale 100% la pena”, explicó Daniela.
En este espacio la experta en moda comparó a la bogotana con el barranquillero Edgardo Osorio, ambos con experiencia y maestría italiana, él detrás del éxito Aquazzura, que ha vestido los pies de personajes como Sarah Jessica Parker, Kate Middleton o Carla Bruni. Castaño hizo la comparación porque considera que ambos colombianos tienen un sello muy distintivo en su obra, vaticinando el éxito total a la diseñadora emergente.
La historia del nombre Damaya y sus bases
¿Cómo fue el proceso de escoger el título de la marca? Esta es otra de las dudas que tenía Pilar Castaño, algo que naturalmente llevó todo un proceso, “el nombre va creciendo en uno, la marca va creciendo en uno porque al principio solo le quería poner Amaya, pero estaba en todos lados, ya estaba registrado, Damaya no me sonaba tanto al principio, ahora me parece mucho mejor este nombre que el que quería antes, siento que va creciendo en uno, pero le pegamos a un nombre muy chévere, estoy muy feliz”, contestó la bogotana.
La moda tiene su parte de arte, pero al final del día no deja de ser un negocio, y su padre es la guía perfecta: “él ha sido una base para mí y eso es todo para mí, él es financiero y me ayuda mucho porque yo soy creativa, diseñadora y todo ese mundo de estructurar una empresa eso es un mundo completo, mi papá me ha enseñado todo eso”.
Al mencionar esta parte financiera, Pilar Castaño le preguntó sobre cómo le ha ido en la promoción de esta firma que apenas lleva un año de haber sido lanzada en el marcado, Amaya explicó que su modelo se ha basado en el apoyo de las creadoras de contenido.
“Pensamos en hacer un lanzamiento, pero pensamos en cuánto nos costaría y cuál es el impacto real de un lanzamiento si nadie nunca ha visto la marca, entonces quisimos mejor concentrarnos en el influencer marketing, yo soy muy consumidora de redes sociales y me encanta seguir creadoras de contenido, son parte de la inspiración. Las redes sociales hacen que uno se enriquezca muchísimo, de lo que está pasando, de las tendencias, sin perder el ADN. Obviamente es difícil empezar, pero ha tenido muy buena acogida esta colección, siento que a todas les ha gustado, nos han dado un feedback muy bueno”.
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A partir de esto muchos se preguntarán cuál es y en qué se basa el precio de una pieza firmada por Damaya, su creadora respondió: “Siempre se pensó en un público más de afuera que solamente Colombia, precisamente por el precio, los costos de Italia sí o sí van a ser más altos que en el resto del mundo, tanto el Made in Italy como la calidad en sí del zapato, todo eso hace parte de la decisión del precio, estamos en un precio que es de diseñador, no es el precio de lujo máximo porque no somos eso”.
Daniela Amaya es una fiel creyente de que hay un sector que se está expandiendo de personas amantes del verdadero producto de calidad, las mismas que prefieren invertir en su vestuario, porque saben que en diez años la prenda seguirá intacta.