En las primeras horas del jueves, 27 de junio, Colombia fue testigo de dos temblores que despertaron cierta inquietud entre los habitantes de las zonas afectadas. El primer temblor, con epicentro en Los Santos, se registró a las 2:36 AM y alcanzó una magnitud de 3.1 en la escala Richter. A pesar de su profundidad considerable, superior a los 140 kilómetros, el movimiento telúrico fue percibido levemente en la capital santandereana sin reportes de daños significativos.
Casi una hora más tarde, a las 3:34 AM, otro sismo sacudió la región, esta vez con epicentro cerca de Bucaramanga. Este evento, de magnitud 2.8, se caracterizó por ser superficial, localizándose a menos de 30 kilómetros de profundidad. Aunque menor en intensidad, el temblor activó las alarmas de las autoridades locales y organismos de socorro, quienes desplegaron una rápida respuesta para evaluar posibles afectaciones. Tras una exhaustiva revisión, se confirmó la ausencia de daños materiales o personales derivados de este segundo evento.
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Ambos temblores fueron perceptibles para los residentes locales, quienes, aunque alertas, mantuvieron la calma ante la situación. "El más fuerte fue pasadas las tres de la mañana. Estaba sentado mirando los monitores de las cámaras de seguridad del edificio cuando sentí que las pantallas y la silla comenzaron a moverse, gracias a Dios fue rapidito", compartió un vigilante presente durante el primer sismo.
A pesar de la relativa serenidad tras los eventos, las autoridades continúan monitoreando la situación y emitiendo recomendaciones a la población. Se espera que los residentes permanezcan alerta ante posibles réplicas, aunque hasta el momento no se han reportado nuevas actividades sísmicas significativas en la región.
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Este incidente sirve como recordatorio de la constante actividad geológica en Colombia, un país ubicado en una zona de alta actividad sísmica, donde la preparación y la respuesta rápida son fundamentales para mitigar cualquier potencial riesgo.