Quibdó, un paraíso bajo la ley de los grupos armados
Kienyke.com se aventuró en una cruzada para contar las historias de la Colombia Profunda, tarea que decidimos empezar en Quibdó, capital del departamento del Chocó. Una ciudad de más de 550 mil habitantes, tan colorida y próspera como solo podría serlo una urbe que colinda directo con el majestuoso Río Atrato (con conexión directa al Caribe), pero al tiempo lamentablemente una ciudad en pausa por cuenta de los grupos armados y otras expresiones del hampa.
Cuando llegamos a este lugar, la primera impresión que nos llevamos de Quibdó fue realmente positiva. Un aeropuerto pequeño pero moderno, conectado a través de un puente con un espacioso centro comercial y uno de los hoteles más lujosos de la zona. Una escena ciertamente alejada de la esencia de la “ciudad de verdad”, donde es común encontrar visitantes que prefieren no alejarse de las comodidades.
Me preguntaba entonces, siendo esta mi primera visita a Quibdó, ¿dónde estaban las calles que tanto había visto en documentales y fotos de internet? Pues bien, la verdadera ciudad apareció pronto una vez nos dirigimos a nuestro hotel, a pocas cuadras del malecón de Quibdó, un escenario que nos presenta de forma detallada el ADN de la ciudad y me atrevería a decir también del Chocó.
Allí se encuentra todo el corazón cultural y económico de la capital chocoana. Está la plaza de mercado, el puerto desde el que salen lanchas para todo el departamento, cerca se encuentra todo tipo de comercio formal e informal, así como el propio malecón es anfitrión de personas haciendo ejercicio, niños jugando, grupos de jóvenes bailando, familias disfrutando de la simpleza de un helado e incluso pescadores alistando sus utensilios. El domingo es el día más alegre del lugar.
Sin embargo, hay una pequeña particularidad: la ciudad se empieza a apagar entre las cinco y seis de la tarde. Pocas almas se ven caminando en las calles después de esa hora (a excepción de las zonas de bares y restaurantes) y en el malecón sólo resuena la brisa del Atrato. ¿La razón? El largo toque de queda que fue impartido en el territorio por los grupos armados, principalmente el ELN y el Clan del Golfo, que incluso mantiene su vigencia por fuera del decreto de los violentos.
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Nuestro guía local, que para efectos de esta nota se reserva su nombre, nos lo confirma: en esta ciudad no hay poder del Estado, acá reinan los grupos armados. Por su parte, la actual administración de la ciudad se mantiene al margen de una criminalidad que le supera y que la tiene entre la espada y la pared por una estadística de jóvenes asesinados que cada día se engrosa más. En total, según la Policía, en 2022 fueron asesinadas 104 personas en la ciudad.
De hecho, hay quienes señalan entre la población que el actual alcalde, Martín Sánchez, no tiene voluntad alguna para frenar esta situación. La culpa la esquiva y la desconfianza en la gente es la misma, desde hace dos años, cuando un supuesto panfleto de “Los Mexicanos” amenazó con toque de queda por la ruptura de un pacto con aquellos a los que aseguraron haber ayudado “a ganar la alcaldía de Quibdó”. Acusaciones que nunca fueron probadas más allá de ese papel.
Mientras nos muestra varias partes de Quibdó, nuestro guía señala que hace un tiempo tuvo que mandar su carro para donde un familiar en Medellín, luego de que a la ventana de su casa cayera una roca con la amable advertencia de que debía “contribuir a la causa” como consecuencia de sus propiedades. Para los quibdoseños, cualquier nueva pertenencia puede ser señal de progreso y el progreso a su vez es señal de tener dinero para el mal llamado "impuesto de guerra".
Ese mismo flagelo, ha hecho que en Quibdó no se puedan comprar cosas, que no se pueda tener un negocio, ¡e incluso que no se pueda construir! A lo largo y ancho de la ciudad es fácil encontrar numerosas obras abandonadas de casas y edificios, ahora carcomidas por la maleza y la humedad porque muy seguramente sus dueños no tuvieron dinero para pagarle a la mafia o simplemente decidieron que era poco rentable seguir construyendo.
De acuerdo con las estadísticas delictivas de la Policía Nacional, en todo el Chocó se han presentado un total de 56 casos de extorsión hasta abril de 2023, de los cuales 23 sucedieron en Quibdó. No obstante, resulta evidente que estamos ante un caso de subregistro, tratándose de una ciudad en la que hablar puede resultar una condena de muerte y que cerró 2022 con una alarmante cifra de 272 extorsiones.
Las modalidades más frecuentes: cartas extorsivas, amenazas directas a la víctima empleando armas de fuego o blancas, llamadas telefónicas e incluso mensajes a través de redes sociales.
Solo por poner un ejemplo, en medio de nuestra labor periodística buscamos al historiador Sergio Mosquera para hablar de su Museo de Historia Afro Diaspórica Muntú Bantú (clave para entender la esencia del departamento) y a pesar de que logramos entrevistarlo, no fue posible visitar su museo ya que desde el pasado 13 de enero está completamente cerrado luego de que grupos al margen de la ley lo amenazaran por negarse a pagar una extorsión de funcionamiento.
Violencia sin cabeza ni corazón en Quibdó
Así las cosas, lo cierto es que la situación en Quibdó es realmente impresentable y ninguna autoridad parece levantar la mano para responsabilizarse. Una ciudad donde el miedo es tal que, por ejemplo, los taxis saben muy bien que no pueden andar por ciertos barrios con las ventanas arriba (sobre todo si están polarizadas). Todas ellas reglas que aunque no están escritas tienen gran validez en la ciudadanía.
De hecho, llegan a tener incluso más validez que las reglas de la Fuerza Pública, evidentemente marginada en la estación de Policía y el batallón del Ejército, desde donde solo salen uniformados en grupo y para tareas específicas. Para un policía o militar salir solo en uniforme puede ser una decisión poco sensata, misma versión que nos dio fuera de micrófonos la comandancia del Ejército en el departamento.
Como si fuera poco, durante nuestra visita fueron asesinados dos jóvenes en la ciudad. Rompiendo de esta manera una tregua sobre la que varias personas nos advirtieron previamente que estaría a punto de quebrarse, razón principal de que en su momento decidiéramos cancelar un viaje a Bojayá. En total, según la Policía, con corte a abril, en Quibdó han sido asesinadas 31 personas en lo que va de 2023 y lo triste es que la palabra “adolescente” aparece varias veces en los datos.
Una realidad que se hace todavía más triste si se tiene en cuenta que Quibdó, en calidad de capital departamental, es la principal receptora del desplazamiento interno que en este momento se vive en el Chocó por el accionar de grupos como el ELN o el Clan del Golfo (que ya superaría las 1.500 personas). Personas que con la promesa de tranquilidad, terminan encontrándose con un paraíso opacado por una violencia sin cabeza ni corazón.