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Parteras del Chocó: Saberes ancestrales al servicio de la vida

Kienyke.com se adentró en el territorio del Chocó para conocer la historia de las parteras del Chocó, mujeres que recorren el territorio para ayudar a recibir la vida.
La historia de las parteras del Chocó y sus saberes ancestrales
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En el departamento Chocó, probablemente uno de los territorios culturalmente más ricos de todo el país, conviven en armonía saberes occidentales basados principalmente en la ciencia y algunos de corte ancestral, que de hecho guardan una relación en muchos casos  más estrecha con el ciudadano de a pie. Sobre todo en la ruralidad, estos últimos saberes son protagonistas a la hora de solucionar problemas físicos o espirituales. 

El caso más diciente de esta realidad es todo lo relacionado con la salud, toda vez que muchos chocoanos terminan encomendando sus vidas a yerbateros y otros médicos ancestrales, que con su amplio conocimiento sobre las plantas tienen una solución para un gran número de males. 

En esta ocasión, en Colombia Profunda nos adentramos en la historia de las parteras del Chocó, mujeres (aunque también hay hombres) que recorren este territorio en su vasta geografía para ayudar a miles de madres en su proceso de traer vida al mundo. Algunas de ellas tremendamente experimentadas, como Ilda Palomeque, una partera tradicional que trabaja en las comunidades del Atrato y lleva más de 1.600 partos exitosos desde 1989. 

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“Mi abuelita Nicolasa González y una señora llamada Servelina, esas dos señoras eran parteras y desde niña vine aprendiendo con ellas, porque como yo era su secretaria ella me decía ‘vaya y coja esa yerba que se llama fulana de tal, móntela en el fogón y hágame este bebedizo’. Yo fui aprendiendo a conocer las yerbas y hacer lo que ellas hacían’”, relató Palomeque a Kienyke.com. 

Vea el capítulo completo de Colombia Profunda y "Las parteras del Chocó":

Hay que decir que los conocimientos son cuando menos sorprendentes. En esta labor no existe algo como la epidural para los dolores, acá se hace una mezcla de albahaca con sal para “ajustar los dolores”; la morita para las infecciones; o si hay riesgo en el caso de que un niño este atravesado, lo cual se diagnostica con la campana de Pinard (un tubo ahuecado con el que se escuchan los latidos del bebé), es la audacia de la partera la que prevalezca al momento de emplear maniobras para encaminarlo hacia el canal vaginal. 

Parteras del Chocó y el diagnóstico del ojo 

 

Ilda es clara cuando asegura que “lo que se dice Chocó y Pacífico, todo es de partería”. Para la gran mayoría de las mujeres en este departamento los partos se dan de esta manera y no un hospital, para lo que en el peor de los casos tendrían que recorrer eternas jornadas en lanchas a través del río para llegar a un centro asistencial. 

No obstante, es importante mencionar que esto también lleva un poco de misterio cultural asociado, ya que hay creencias asociadas al embarazo que hacen que muchas mujeres en el Chocó prefieran tener sus hijos en la intimidad de su casa. Ilda señala que, por ejemplo, las mamás generalmente prefieren no dejar que otra mujer embarazada esté presente en un parto porque se dice que eso demora la salida del bebé.

La mayoría de las mujeres en el Chocó prefieren tener a sus hijos con una partera

De igual manera, los temas supranaturales juegan su propio rol, siendo el ejemplo más claro el llamado “mal de ojo”, algo para lo que las parteras ya están preparadas y que en un hospital no gozaría de credibilidad. Las energías externas, así como la protección del bebé desde que está en la barriga, es tremendamente importante para las madres chocoanas. 

“Cuando el niño nace, se le dan baños de tres yerbas amargas o dos yerbas amargas y una matica que le dicen ají pique. Uno lo baña con eso un día martes o un día viernes y con eso no le entra mal de ojo (...) Esos son los días más eficaces para hacer esas cosas”, señala Ilda. 

Al final, todo esto es parte fundamental del debate actual sobre si los saberes ancestrales en medicina deberían o no hacer parte del sistema de salud normal. Es decir, implementar un componente de creencias y saberes ancestrales que estimulen la asistencia de las personas a estos recintos, para que de esta manera se puedan mantener unos márgenes de seguridad para la vida de la mujer y su bebé. 

Un debate que, por lo menos en el caso de Palomeque, considera no debería ser tan demorado o complicado tratándose de un saber ancestral que antecede a la existencia de la medicina occidental. “Dios lo destinó así, en ese tiempo no había médicos sino que habían parteras, yo entiendo que cuando la vírgen tuvo a Jesús él no tuvo médico, fue una partera que lo recibió (...) Yo también fui recibida por parteras”.