Cantos del Pacífico: Reconstruyendo con música la paz de Tumaco
El telón cayó para darle fin a una nueva edición del Festival Internacional de Música Sacra, que tuvo este año un emotivo cierre en el municipio de San Andrés de Tumaco. Bajo el lema "Colombia es música sacra", este evento ha sido mucho más que una serie de conciertos; ha sido un viaje transformador que ha recorrido siete departamentos de Colombia en aras de fomentar la paz y la reconciliación a través de las músicas tradicionales y espirituales.
Durante dos meses, este Festival se encargó de llevar la magia de la música sacra (o sagrada) a los territorios de paz de Colombia. Desde Santa Marta hasta Tumaco, pasando por Valledupar, San Jacinto, San José del Guaviare, Florencia (Caquetá) y el Barrio Siloé en Cali, este festival ha unido a comunidades diversas en torno a la belleza y espiritualidad de la música sacra. Tal cual lo ha hecho desde su primera edición en 2012.
“Estoy demasiado conmovida de por fin recorrer Colombia a través de los territorios de paz, estos lugares que han sido tan afectados por la violencia y (a los) que jamás pensamos que íbamos a poder llegar (...) Conocer su gente, su historia, su tradición, su cultura, su arquitectura, su gastronomía y su música sobre todo. Ha sido un encuentro maravilloso que nos llena de satisfacción y orgullo”, manifestó a Kienyke.com Marianna Piotrowsca, directora del Festival.
En alianza con Fontur, el FIMSAC ha trascendido las fronteras de lo musical para convertirse en un símbolo de unidad y esperanza. Al tiempo, una vitrina musical en el que más de 45 talentosos artistas han compartido su arte con cerca de 1.500 espectadores. Y, como siempre, cada concierto ha sido una experiencia única en algunos de los templos religiosos más hermosos del país.
Un viaje de encuentro y transformación en Tumaco
El cierre en Tumaco tuvo un impacto especial para el Festival de Música Sacra, quien escogió muy bien el escenario para mostrar lo más profundo de los cantos espirituales del Pacífico con la agrupación Cueros y Chonta, siendo considerado este uno de los lugares más espirituales del país teniendo en cuenta que en su historia se guarda un milagro eucarístico: el día que la fe habría logrado detener una ola que iba a arrasar con el pueblo entero.
En ese sentido, no es lejano pensar que la población local es profundamente religiosa y que su cultura, pasando por la música, está fuertemente influenciada por ello. Eso Incluye cantos religiosos tradicionales típicos de las iglesias, como por ejemplo los arrullos, pensados para arrullar al niño Jesús.
“En la música hay un espacio para lo divino, para lo sacro, para todo lo que tenga que ver con la parte espiritual. Todo lo espiritual tiene que ver con ese sentimiento de solidaridad, de compañía, de expresarle a Dios cuánto lo amamos”, expresó Licenia Gallo, directora musical de la agrupación Cueros y Chonta.
En ese sentido, Gallo resalta que la importancia de esta música es reconocer la “superioridad que tiene Dios” y en ese sentido exaltarlas representa una glorificación y una celebración de lo que significa esa espiritualidad para la cultura del Pacífico.
“Tumaco es un lugar sagrado (...) Su gente es una gente absolutamente religiosa que tiene la esperanza en sus ojos, su sonrisa y su voz. En su música y sus sonidos”, asegura Piotrowsca.
Un puente hacia el turismo regional y la paz
Por otro lado, más allá del plano musical, el Festival de Música Sacra es también un impulso al turismo religioso en lugares no convencionales. Un objetivo que ayuda a impulsar esa dura tarea de poner los ojos del mundo en los lugares más apartados de Colombia y sobre todo en los territorios de paz que tienen mucho que contar.
“Este espacio fue muy importante para nosotros, ya que también visibiliza a las comunidades afrodescendientes, visibiliza su imaginario y acervo cultural, su oralidad y ha permitido que nosotros podamos dar una palabra a Colombia y al mundo”, expresó a este medio Nilson Andrés Cuero, Vicario de la Parroquia San Juan Bautista.
Algo en lo que concuerda el gerente general de Fontur, Álvaro Balcázar, quien señaló que “Lo que estamos demostrando con esto es que hay un país de la belleza que hay que conocer y reconocer. Y la importancia es que el turismo tiene que llegar a estas regiones y convertirse en motor de desarrollo”.
De esta manera, como dice Licenia Gallo, parte importante de todo esto termina siendo que los jóvenes de Tumaco ocupen su tiempo en el arte, pero que de manera simultánea vayan recuperando y manteniendo su ancestralidad: “Que se reconozcan como negros del Pacífico sur y le den importancia a su cultura”.