Colombia inició este 2022 con los precios por las nubes. Es innegable que el costo de vida de los colombianos subió de forma considerable en los últimos meses, destacando un incremento considerable del costo de los productos de la canasta básica, al tiempo que de una gran mayoría de bienes y servicios (algunos de corte obligatorio, como el SOAT). Una inflación, una crisis económica, que parece no tener distinción en cuanto a los sectores que afecta y que hace peligrar la capacidad adquisitiva de los colombianos.
El año abrió quizá de la mejor manera posible: un aumento del 10,07% del salario mínimo, quedando en un millón de pesos. Una noticia que en su momento alegró el bolsillo de muchas personas que empezaban a ver apretadas sus finanzas por el alza en los productos, sin esperar que luego ese incremento fuese a quedar en el fuego cruzado entre el aumento en los servicios, impuestos, tasas de interés, etcétera.
Isidro Hernández, economista y profesor de la Universidad Externado de Colombia, habló con Kienyke.com sobre las causas de la inflación local y global, así como los posibles caminos que le quedan al Gobierno para poder paliar la crisis derivada de un alza inflacionaria que en enero llegó al 6,94% de variación anual.
“Esta inflación no surge por el lado de la demanda agregada, sino que es una inflación de oferta agregada y que, como todo el mundo sabe, hay un problema operativo en el comercio internacional: no está funcionando toda la logística de transporte de mercancías y eso es lo que hace que la inflación sea mundial. De manera que eso no lo va a poder controlar ni el Gobierno ni la junta directiva del Banco de la República”, asegura el experto.
Hernández asegura que no hay que confundir las problemáticas externas con las internas, aún cuando estas tengan incidencia en el plano local. Internamente, señala, no hay un problema de transporte de mercancías (dejando a un lado la coyuntura de lo sucedido en el marco del Paro Nacional), sino de una falta de insumos en el comercio internacional que deriva en la demora del cargue y descargue de mercancías en los puertos.
“Los camiones están funcionando, lo que hay es un problema en los puertos que dada la restricción internacional, en los puertos no están cargando y descargando rápido las mercancías. Ahí viene un tema de los insumos, particularmente para el sector agropecuario”, puntualiza.
En ese sentido, según el economista, la restricción sobre los puertos y la demora en la obtención de insumos (especialmente para el sector agropecuario) termina incidiendo en los precios de los productos de la canasta básica. La cosa es que, a pesar de los intentos anunciados por el Gobierno, parece que sobre el campo de juego no existe una medida que ofrezca alivio a corto plazo.
“Proponen hacer una ley que disminuya los precios de los insumos agrícolas, eso no va a tener efecto en el corto plazo y no lo va a tener porque las siembras ya se hicieron. Estamos recogiendo lo que se sembró el año pasado a costo del año inmediatamente anterior”, explica Hernández.
El salario en fuego cruzado
Muchas variables entran a jugar en esta crisis inflacionaria que vive el país: el peso como una de las monedas más devaluadas de la región, el problema logístico internacional para mover mercancías, la falta de industria local que produzca insumos para el sector agropecuario, los aranceles de importación, entre otros tantos.
El Gobierno, por su parte, ya destapó sus cartas y apostó por la puesta en marcha de un plan técnico que se centrará en la “reducción de costos de producción para el agro, de aranceles a importación de insumos y aumento en la oferta de producción alimentaria”. Además, cabe mencionar que el ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, está en línea con considerar global y transitorio el fenómeno inflacionario.
“En las próximas semanas avanzaremos en la reglamentación de la ley de insumos agropecuarios, que busca reducir esos costos en materia de producción agropecuaria (..) También, en conjunto entre el Ministerio de Comercio y de Agricultura, en la reducción de aranceles a la importación de insumos en el sector alimentario”, señaló el jefe de cartera.
Sin embargo, como lo explica Isidro Hernández, muchas de estas acciones entran a un terreno de juego donde la mayoría de productores ya compró, cosechó o produjo con los precios actuales de los insumos, razón por la cual no se tendría incidencia en los precios a corto plazo. Además, señala que el choque externo por la logística de transporte “no está bajo control de las autoridades macroeconómicas colombianas”.
Aún así todo parece indicar que a todo costo las autoridades buscan revertir la inflación, siendo un ejemplo de ello la subida del 4% de la tasa de interés por parte del Banco de la República. Medida que, precisa, busca desincentivar el consumo y que (de nuevo) no va a tener efectos a corto plazo.
En ese marco, el alza “histórica” del salario mínimo empieza a verse más como una consecuencia lógica de la coyuntura, que como un aumento pensado para fortalecer la capacidad adquisitiva de los colombianos. En todo caso, señala Hernández, como mucho resultó beneficioso al reducir el impacto de la inflación en la economía de los hogares menos favorecidos.
“Imaginemos que el salario hubiese crecido el 5,6%, en este momento el impacto social sería mayor porque el salario incrementa el 5,6% y los precios de bienes de consumo ya mire en donde están. Entonces claro que fue beneficioso, porque en cierta manera cubrió de antemano parte de la pérdida de adquisición por parte de los hogares. Al subir al 10% el salario mínimo, la población más desprotegida se cubrió”, señala.
El dólar, ¿única vía cortoplacista?
Luego de pasar por las diferentes opciones, en las que por supuesto se incluye el aumento de la cobertura subsidiaria con programas como Ingreso Solidario (que el Gobierno proyecta a cuatro millones de hogares, un millón más de los beneficiarios actuales), llega el momento de reflexionar sobre si a corto plazo todo está perdido.
Cabe recordar que para octubre de 2021 la economía colombiana mostró un crecimiento del 9,3% con respecto al año anterior, sin embargo, resalta el experto, “el sector agropecuario es uno de los que menos pesa en el crecimiento económico”. Además, todo lo contrario sucede con la inflación, donde tiene un papel determinante y protagónico.
Uno de los principales problemas radica entonces en el precio del dólar, que hoy por hoy no baja de la franja entre los $3.800 y los $4.000 , logrando un impacto todavía mayor sobre los costos de los insumos.
“Además de la poca oferta de insumos, pagándolos a una tasa de cambio depreciada, el efecto sobre costos es mayor. Por lo menos en este instante se debe hacer un esfuerzo para controlar la tasa de cambio, al menos lograr algo de apreciación. Es decir, tratar de llevar el dólar a unos $3.500. No vamos a solucionar el problema logístico del comercio internacional, pero sí podemos tratar de presionar hacia abajo el dólar”, señala Hernández.
Así las cosas, está claro que la única forma de paliar las consecuencias de la inflación es combatir los factores que están incidiendo en los costos de producción. Sin embargo, como sentencia el experto, es probable que se deba seguir preparando al bolsillo porque con las medidas actuales no se lograrán cambios por lo menos en el primer semestre del año.
Escuche aquí la entrevista completa con Isidro Hernández, economista y profesor de la Universidad Externado de Colombia: