Con la elección de Gustavo Petro como presidente de la República, la política ha tenido un fuerte revolcón tanto en el plano nacional como el internacional, con los apoyos que ha recibido su propuesta de “Acuerdo Nacional” en el Congreso y las felicitaciones que ha recibido desde el exterior. Una de ellas, justamente desde Venezuela, país con el que Petro espera restablecer relaciones diplomáticas lo antes posible.
Así lo hizo saber el líder del Pacto Histórico a mediados de la semana posterior a las elecciones, asegurando que tras quedar elegido se comunicó con el Gobierno de Venezuela para abrir la frontera y restablecer el ejercicio de los derechos humanos en este territorio.
Aunque no dio mayor detalle de la conversación, es posible que su contraparte en la llamada haya sido el propio presidente Nicolás Maduro. Una relación que estaba rota desde 2019, tras la escalada de tensiones por el reconocimiento de Juan Guaidó, líder opositor venezolano, como presidente interino por parte de Iván Duque (tema que podría finalizar con el gobierno del Pacto Histórico).
Por su parte, el mandatario venezolano también le envió su felicitación a Gustavo Petro tras el triunfo del domingo, asegurando que “nuevos tiempos se avizoran” para Colombia.
“Felicito a Gustavo Petro y a Francia Márquez por la histórica victoria en las elecciones presidenciales en Colombia. Se escuchó la voluntad del pueblo colombiano, que salió a defender el camino de la democracia y la paz. Nuevos tiempos se avizoran para este hermano país”, señaló Maduro.
Un mensaje que fue secundado por Diosdado Cabello, quien manifestó su profunda alegría por el triunfo de Gustavo Petro, le deseó éxitos en su administración y aprovechó para enviarle un “abrazo bolivariano” a Colombia.
Al final, todo esto resulta tremendamente simbólico para las relaciones bilaterales con Venezuela, que llevan apagadas varios años, en medio de la fuerte diáspora venezolana hacia Colombia, las políticas migratorias discriminatorias que llegaron a darse contra colombianos que vivían en territorios fronterizos, las actividades extraterritoriales de grupos criminales de ambos países en territorios vecinos, poco o nulo tránsito de vehículos, el contrabando, entre otras problemáticas.
De hecho, el mismo Petro ya se había referido a toda esta situación en medio de la campaña presidencial, como cuando dijo en un mitin que “Cúcuta no puede ser ciudad, no puede prosperar, no puede superar los problemas sin abrir las fronteras”.
No obstante, reabrir la frontera y restablecer las relaciones con el Gobierno oficial de Venezuela, podría poner fin a la legitimidad que le ha dado la Colombia de Iván Duque a Juán Guaidó como presidente interino de ese país, incluso llegando a extenderle solicitudes de extradición como sucedió con el caso de Aída Merlano.
Una petición que, hasta el momento, no ha dado el más mínimo fruto más allá de un comunicado de Guaidó asegurando que el “Gobierno legítimo de Venezuela dará toda la colaboración posible, en el actual contexto de secuestro institucional que atraviesa nuestro país, para brindar al Gobierno hermano de Colombia el marco jurídico e institucional necesario para facilitar el retorno de la excongresista a su país”.
Estados Unidos, Iván Duque y Venezuela
Así las cosas, todo parece indicar que en el tablero diplomático las fichas están movidas para dejar a Juan Guaidó como gran perdedor. Eso, mientras Iván Duque por su lado sigue firme en su rechazo al gobierno de Nicolás Maduro, al punto de salir a criticar en los últimos días la posibilidad de que el país dependa del gas venezolano. sa fue precisamente la pulla que envió en los últimos días, refiriéndose a las propuestas de transición energética de Petro, que incluye el fin de la exploración para hallar hidrocarburos y guiar la economía hacia una más enfocada en el agro, el turismo y el saber. Tema sobre el que el mismo presidente electo ha llamado a la calma, asegurando que será una transición a largo plazo.
Sin embargo, por otro lado, el Gobierno de Iván Duque ha sufrido duros golpes en su lucha contra la Venezuela de Nicolás Maduro, sobre todo luego de que Estados Unidos levantara varias sanciones contra el vecino país tras ver restado el petróleo ruso de su capacidad de abastecimiento en medio de la situación en Ucrania.
Lo que sucedió, entre otras cosas, fue que la administración de Joe Biden autorizó por medio de una licencia a la petrolera Chevron a negociar con la venezolana PDVSA, abriendo el paso para actividades comerciales con el país latinoamericano, a pesar de la sanción de más de cinco años que además impedía negociar con bonos del tesoro venezolanos.
Otra sanción levantada tuvo que ver con retirar de la lista negra a algunos funcionarios y exfuncionarios venezolanos, razón por la cual tenían congelados sus activos. Medidas que, en el fondo, terminaron quitando fuerza a la legitimidad del discurso de Iván Duque, al punto de que muchos lo sintieron como una desautorización (teniendo en cuenta que fue Estados Unidos el que promovió a Guaidó como presidente venezolano).
Entretanto, Colombia fue nombrado a los días como aliado estratégico fuera de la OTAN, convirtiéndose en el tercer país latinoamericano en ser declarado como tal, abriendo el espacio para una mayor cantidad de ayudas desde Estados Unidos. Aunque, por otro lado, Duque dejó claro que seguía considerando a Venezuela como una dictadura.
Así las cosas, Juan Guaidó pasó de ser la promesa del fin del Gobierno de Venezuela y la cara visible del concierto benéfico “Venezuela aid live” de 2019 con el que Colombia quiso ingresar toneladas de alimentos al vecino país, a quedar en el limbo de un Estados Unidos más laxo en función de sus necesidades energéticas y un gobierno colombiano comprometido con restablecer las relaciones con Nicolás Maduro.