A pesar de las especulaciones sobre su salida del Gobierno de Gustavo Petro a finales de 2024, el canciller Luis Gilberto Murillo permanecerá en su cargo, al menos por ahora. Esto se debe a la compleja situación diplomática que enfrenta Colombia con Venezuela, especialmente en el marco de la reelección de Nicolás Maduro y su posesión, prevista para el 10 de enero.
Aunque Murillo había expresado públicamente su deseo de tomarse un tiempo para estar con su familia y reflexionar sobre su futuro en el Gobierno, su salida ha quedado suspendida ante la turbulencia política generada por la postura del presidente Petro respecto a Venezuela. En una conversación sostenida el 7 de enero en la Casa de Nariño, Murillo y Petro acordaron retrasar la salida del canciller hasta que la Cancillería asumiera de manera definitiva las implicaciones de la reelección de Maduro.
En este encuentro, también se tomó la decisión de que Milton Rengifo, embajador de Colombia en Caracas, asistiría a la ceremonia de posesión de Maduro. Esta resolución generó controversia, ya que Murillo no estuvo de acuerdo con la idea de enviar una representación oficial al evento, dadas las tensiones diplomáticas entre ambos países. El presidente Petro, sin embargo, respaldó la decisión tras recibir asesorías técnicas que le permitieron evaluar la situación desde una perspectiva pragmática.
El tema de la postura de Colombia frente a Venezuela ha sido uno de los puntos más delicados en la agenda del gobierno de Petro. En un principio, se había planteado la posibilidad de una postura más contundente frente a la reelección de Maduro, que es considerado por muchos países, incluyendo Colombia, como ilegítimo. Sin embargo, el proceso de diálogo con gobiernos regionales y las complejidades de la diplomacia en la región latinoamericana han llevado a un enfoque más cauteloso.
En este sentido, el presidente Petro buscó una postura conjunta con otros países de la región, especialmente con Brasil y México, para definir una respuesta común sobre la legitimidad de Maduro. No obstante, las conversaciones no lograron prosperar y tanto Brasil como México, al igual que Colombia, decidieron enviar a sus respectivos embajadores a la ceremonia de posesión de Maduro.
Este episodio ha puesto en evidencia las tensiones internas dentro del Gobierno Petro, particularmente en lo que respecta a su política exterior hacia Venezuela. La salida de Murillo, que parecía inminente, se ha convertido en una pieza clave dentro de este rompecabezas diplomático, ya que su postura más cautelosa respecto a las relaciones con Caracas ha sido vista por algunos como un obstáculo para una política más firme del presidente.
