Hace un poco más de un año, a inicios de 2013, no se sabía mucho del panorama que determinaría la carrera por la presidencia, ni las definiciones que tomarán hoy los colombianos en las urnas.
Los runruneos políticos en cafés, salas de redacción periodísticas, sedes de partidos, redes sociales y algunas opiniones de columnistas, solo atinaban a predecir lo que acertadamente estamos viviendo hoy: un juego de poderes entre el oficialismo abanderado por el proceso de paz; una oposición uribista que buscaría recuperar el Palacio de Nariño; y posibles opciones que tratarían se expresar una ‘tercería’ pero que acabarían siguiendo los discursos comunes de los poderes polarizados.
Por ese tiempo, entre los varios nombres que se mencionaban como posibles candidatos presidenciales estaban Germán Vargas Lleras, Clara López, Antonio Navarro Wolff, Jorge Robledo, Angelino Garzón, Francisco Santos, Luis Alberto Moreno, Sergio Fajardo, Marta Lucía Ramírez, Eduardo Verano, Óscar Iván Zuluaga, Antanas Mockus y hasta Gustavo Petro, contando con que alguna jugada lo apartara de la alcaldía de Bogotá sin que se inhabilitara. Por su puesto, en el aire, quedaba la sensación de que el presiente Juan Manuel Santos quería repetir mandato.
El año pasado era de definiciones. Santos no quería anunciar si buscaba o no una reelección. Tenía plazo hasta noviembre de 2013 para manifestar su respectiva intención, de acuerdo con las normas electorales. Ocho meses antes, en abril, dejó ver que le interesaba permanecer en el poder, aunque inicialmente dijo que solo dos años más.
Más adelante negó dicha intención y la incertidumbre regresó a la arena pre-electoral. Un mes después, en mayo, la renuncia de Germán Vargas Lleras al ministerio de Vivienda, y su nombramiento como director de la Fundación Buen Gobierno, despertó toda clase de hipótesis. Las más sonadas eran que Vargas Lleras buscaría la Presidencia y se había salvado de la inhabilidad, o que se convertiría en jefe de debate de la reelección para luego asumir un rol de aspirante vicepresidencial. Ese mismo día, con la reactivación de Buen Gobierno, se dijo que había quedado conformado el ‘tanque’ ideológico de la campaña santista.
(Recuérdelo: El ‘tanque’ de guerra del santismo)
La presión para que el mismo Santos diera por terminadas las suspicacias ante su aspiración o no a la reelección no bastó para que aceptara la nominación antes del plazo de noviembre. Días después dijo: “Sí deseo, clara y firmemente, que las políticas que hemos promovido continúen más allá del 7 de agosto de 2014”. Aunque no fuera oficial, en los círculos políticos se daba por sentada la aspiración del mandatario.
(Archivo) El momento en el que Santos anunciaba el ingreso a Buen Gobierno de Germán Vargas Lleras.
Faltando cinco días para que se venciera su plazo, del 25 de noviembre, Santos confirmó lo inevitable. “Protocolizo mi interés de ser candidato a la presidencia de la República para el periodo 2014-2018”.
Los partidos de La U, Liberal y Cambio Radical dieron el incondicional apoyo al candidato. Lanzaron su aspiración por medio de una coalición de gobierno.
Nominaciones complicadas, y asperezas sin limar
De las otras cuatro candidaturas por las que hoy decidirán los colombianos, la de Clara López era la única fija. En el III Congreso Nacional del Polo Democrático, a finales de 2012, ella misma manifestó su interés por competir en esta carrera, y esa iniciativa se afianzó con el rechazo del senador Jorge Robledo a estar interesado en aspirar.
Su nombre no estuvo del todo fijo. La izquierda estaba presionando porque la candidatura única de López no estaba apoyada completamente. Dicha iniciativa no fue bien recibida por la líder del Polo, por lo que luego e varias negociaciones ella mantuvo su título de candidata oficial. Tiempo después, convenció a la Unión Patriótica para iniciar una coalición, nombrando a Aida Abella como su fórmula vicepresidencial.
(Archivo) Aida Abella y Clara López anuncian aspiración a la Presidencia.
De otro lado, el uribismo sabía que debía buscar un ‘gallo’ para la pelea contra la reelección. La cabeza máxima de esta línea política, el expresidente Álvaro Uribe, había anunciado a mediados de 2012 que los disidentes oficialistas, los de la seguridad democrática, iban camino a buscar un “candidato fuerte para 2014”. Poco después tomaría fuerza la idea de que Uribe buscaría una silla en el Senado.
La búsqueda de esa ficha electoral tardó meses, y a mediados de 2013 se sabía que la nominación la competirían Óscar Iván Zuluaga, Francisco Santos y Carlos Holmes Trujillo. Previamente estaban entre los interesados también el exalcalde de Medellín Luís Alfredo Ramos, quien terminó enfrentando líos judiciales, y el senador Juan Carlos Vélez, quien declinó a su aspiración para declararse el jefe de debate del movimiento.
La metodología de selección fue motivo de varias discusiones, pero finalmente optaron por realizar unas primarias internas dentro del naciente ‘Centro Democrático’. La opción de la consulta abierta, por ejemplo durante las elecciones al Congreso, fue descartada argumentando que el candidato elegido quizá no tendría suficiente tiempo de campaña para hacer frente a la maquinaria oficial.
Entre el 25 y 26 se realizó la esperada convención, a todo momento dirigida por Álvaro Uribe. Las dos jornadas, adelantadas en Corferias con asistencia de delegados de todo el país, terminaron en un evento accidentado, lleno de controversias y molestias que afectaron la unidad del joven movimiento.
Óscar Iván Zuluaga ganó la nominación con el 56% de los votos. Francisco Santos, su cercano contrincante, denunció fraude en el proceso de votación por parte de los equipos de Zuluaga y salió molesto del encuentro. Tras esto, estuvo dos meses en silencio y negando declaraciones a la prensa. Holmes Trujillo, quien quedó en tercer lugar, posteriormente fue nombrado candidato a la vicepresidencia.
(Archivo) Victoria de Óscar Iván Zuluaga en la convención de Centro Democrático.
Si en el uribismo llovía, en el partido Conservador no escampaba. Un sector del partido estaba interesado en mantenerse dentro de la Unidad Nacional, o coalición de gobierno que entonces compartían con el Partido de La U, el Partido Verde, el Partido Liberal y Cambio Radical. Sin embargo, un grupo muy influyente respaldado por sectores de las bases, querían que los azules tuvieran su candidato propio.
Las fracturas se hicieron más fuertes cuando la cita para decidir qué harían los conservadores se aplazó de inicios de diciembre de 2013 al 26 de enero de 2014, algo que se consideró como una jugada sucia para evitar que se obtuviera el apoyo para una candidatura propia. A pesar de ello, la intención de participar con aspirante único motivó a que las precandidaturas de Marta Lucía Ramírez, Pablo Victoria y Álvaro Leyva comenzaran a llamar a sus electores con el fin de que en la convención los respaldaran en su nominación.
La convención también dejó anécdotas. Los sectores santistas de los conservadores procuraron bloquear la propuesta de ir con candidato propio, y resultaron abucheados dentro de la reunión nacional. El senador Roberto Gerlein buscaba atravesarse al nombramiento que había ganado Marta Lucía Ramírez, y decenas de delegados protagonizaron una ruidosa protesta contra el dirigente. La idea de aliarse a la reelección quedó sepultada.
(Archivo) Discurso de la candidata conservadora, Marta Lucía Ramírez.
Y por los lados del centro del espectro político, en el Partido Verde, la propuesta de contar con candidato único también cobraba un fuerte respaldo, al punto que buscaron una fusión con el movimiento Progresistas, al que pertenecía el alcalde de izquierda Gustavo Petro, y dieron origen a la extraña ‘Alianza Verde’.
La unión fue ampliamente cuestionada por las diferencias programáticas de las colectividades; para muchos se trató de una estrategia para evitar perder la personería jurídica en las siguientes elecciones parlamentarias, en caso de que no consiguieran superar el umbral.
La Alianza Verde se separó de la Unidad Nacional, decisión que motivó la disidencia de varios de sus líderes políticos. En cambio, planearon que durante una consulta interna los colombianos elegirían entre Enrique Peñalosa, Camilo Romero y John Sudarsky, al que presentarían ante la opinión como el candidato de la tercera opción.
Nuevamente, la confrontación de poderes agrietó a los verdes; Peñalosa era un férreo crítico de Petro. Sudarsky anunció que no reconocería la victoria de Peñalosa y Romero se invisibilizaba ante una campaña corta y polarizada. En las elecciones de la consulta interna, Peñalosa consiguió una contundente victoria y arrancó una candidatura con una Alianza Verde dividida, que después siguió fragmentándose cuando Gustavo Petro llamó a sus seguidores a apoyar el proyecto de la reelección, más no el de su propia colectividad.
(Arcivho) Camilo Romero, John Sudarsky y Enrique Peñalosa, precandidatos de Alianza Verde.
Lo cierto es que las tres últimas candidaturas en definirse, la de Zuluaga, Peñalosa y Marta Lucía Ramírez produjeron escozor dentro de sus propias casas políticas. La del Centro Democrático logró sortearla sin mayor inconveniente acaso por la cohesión que mantuvo su líder nato, Álvaro Uribe. Los verdes y conservadores están divididos en sus filas, algo que a sus candidatos les restará importantes caudales electorales.
¿Una campaña democrática?
Cuando la baraja de candidatos estaba definida, la campaña arrancó un poco lenta, igual carente de debates y centrada en las elecciones al Congreso, que servirían de sondeo oficial sobre las intenciones del electorado colombiano.
Tras el 9 de marzo, día de los comicios parlamentarios, el país conoció que no había nada escrito frente al futuro de las presidenciales. Aunque el partido de La U obtuvo mayoría en las dos cámaras del Congreso, muy de cerca llegó el uribismo con el Centro Democrático y el Partido Conservador. Los liberales y Cambio Radical también consiguieron un favorable resultado mientras que los partidos de centro e izquierda, como Alianza Verde y el Polo Democrático, quedaron con muy pocos legisladores.
Uribe demostró tener un vigoroso caudal electoral que prometía trasladar a Óscar Iván Zuluaga. Juan Manuel Santos y su campaña no parecían amedrentados por ese brazo, ya que las encuestas siempre le fueron favorables, hasta cuando el factor sorpresa se coló en los últimos días de campaña.
Dos escándalos, distanciados solo por un par de días de diferencia, sacudieron las campañas de la Unidad Nacional y del uribismo. Primero, una revelación periodística denunciaba que el asesor estrella de la campaña a la reelección, J.J Rendón, habría recibido presuntamente 12 millones de dólares de parte de narcotraficantes.
La contienda se polarizó en las últimas semanas entre Zuluaga y Santos.
48 horas después, la Fiscalía anunció que había detenido a un joven, Andrés Sepúlveda, acusado de hacer actividades de hacking contra el proceso de paz.
El revolcón fue inmediato, pero la bola de nieve siguió creciendo por cuenta de unas declaraciones del senador electo Uribe, quien añadió a la historia la versión de testigos que le dijeron que de esos 12 millones de dólares, dos millones habrían sido entregados a las cuentas de la campaña que en 2010 le dio la victoria a Santos. Las explosivas denuncias revivieron los episodios del proceso 8.000.
Cuando se creía que la avalancha no podía ser mayor, y en medio de retos para que Uribe entregara a la Fiscalía sus pruebas, un video divulgado por la prensa colmó el vaso.
La grabación de 21 minutos mostraba presuntamente a Zuluaga en una reunión con el hacker Sepúlveda. Hasta ese momento, el candidato había negado haber conversado extensamente con ese sujeto. La prensa global no dejó de sorprenderse por tan indecoroso escenario democrático en Colombia.
Lea también: El mundo ve esta campaña como la "más sucia” de la historia de Colombia
La campaña de escándalos y señalamientos mutuos en Colombia alcanzó niveles insospechados. El ambiente se dividió bruscamente entre Zuluaga y Santos, relegando por días al silencio a los otros tres candidatos. Los colombianos se estaban resignando a no conocer de fondo las propuestas de sus aspirantes y una sensación de hastío embargó a la opinión, que se manifestó molesta a través de redes sociales.
Lea también: Todavía queremos un debate presidencial
El primer debate con todos los cinco candidatos finalmente se consiguió para el pasado jueves en la noche. Un día antes, KienyKe.com había logrado conseguir que los participantes en esta carrera presidencial contestaran un cuestionario con las preguntas que cualquier ciudadano les gustaría formularles.
Lea también: Los candidatos presidenciales responden a KienyKe.com
El manto que ensombreció la campaña presidencial podría motivar a un amplio abstencionismo. Sin embargo, esa tendencia ha sido histórica y para muchos la polarización motivará a votantes de uno y otro bando a manifestarse en las urnas.
Hoy es el día de las decisiones. El pueblo colombiano en las urnas elegirá una visión de país, cualquiera que sea de su agrado.
Llegó el día de las definiciones
Dom, 25/05/2014 - 02:01
Hace un poco más de un año, a inicios de 2013, no se sabía mucho del panorama que determinaría la carrera por la presidencia, ni las definiciones que tomarán hoy los colombianos en las urnas.