Hay que ser muy paciente para reunirse con un político (o política), y más en época de campañas electorales. Angélica Lozano, de 37 años y quien presentó su renuncia al cabildo distrital a finales de diciembre del año pasado porque aspira llegar a la Cámara por Bogotá, está reunida con una mujer que ha venido desde Ciudad Bolívar a conversar sobre educación. Son las 11 de la mañana y el cielo de Bogotá es gris, amenazante. En su oficina de la casa del Partido Verde, al norte de la capital, comienza a hacer frío, pero la ex concejal, envuelta en una chaqueta de invierno negra, parece no darse cuenta y conversa con esta mujer sin posar los ojos en otra parte, muy concentrada. Casi cada 10 minutos se asoma alguien a saludar, hacer alguna pregunta o propuesta, y Lozano responde con una sonrisa amable y los despacha de inmediato. Entonces se disculpa con la mujer con quien está reunida y sigue conversando.
Es una mujer chistosa y sencilla. Usa poco o casi ningún maquillaje y tiene una piel sana y limpia, pantalones y tenis negros, una blusa verde aguamarina con un saquito del mismo color, aretes y un anillo de plata. Tiene el pelo sucio, recogido detrás de la nuca con un caimán de plástico negro. Su prioridad no parece ser verse llamativa en las fotos. Tendrá mucho más en qué pensar. Se sienta con la espalda muy erguida, junta las manos y apoya la quijada sobre ellas. Tiene un discurso alimentado de un lenguaje coloquial que, imagino, la acercará a sus potenciales votantes. Habla de “combos” y “parches” y asegura que aunque no tiene la capacidad de saber sobre 1000 temas, sí tiene la capacidad de rodearse por los que saben. Parece estar tranquila, relajada.
“¿Yo cómo puedo contribuir?”, pregunta muy seria. Siguen hablando sobre educación, sobre las falencias del Ministerio de Educación y en un par de ocasiones Lozano hablará de María Fernanda Campo con cierto desdén. Se refiere a su mirada perversa y agrega: “Que no llegue la Ministra con sus ventoleras”.
–¿Cuál es el lío con la Ministra de Educación?
–Ah, pues que es inepta. La señora debe ser muy eficiente y capaz en unos casos. Viene de ser la directora de la Cámara de Comercio, entonces debe ser un as en el mundo de los negocios, pero la educación no es un negocio. No la maneja bien porque claramente le ha quedado grande.
Luego de varias interrupciones tiene otra reunión con una mujer que viene de la localidad de Bosa. Y de nuevo será interrumpida varias veces, pero esta mujer parece comprender y no se molesta. Seguirá hablando sobre jóvenes y educación, un debate que le interesa mucho. Mientras oye a la mujer se muerde el labio inferior y sonríe. Está concentrada. Terminada esta reunión sube al ático de la casa a reunirse con los otros 17 candidatos a la lista del partido Verde, donde es evidente que tiene un rol de líder. Es acaso quien más habla, y los demás la escuchan atentos. Se ha ganado su respeto. El grupo reconoce su potencial porque ya ganó unas elecciones y viene de ser Concejal. Es un reconocimiento a su trabajo y su trayectoria. Además, algunos de ellos que gozan de menos favoritismo, creen que es una candidata fuerte.
–¿Se puede decir que eres la candidata de la comunidad LGBTI, ese va a ser tu rol?
–Eso implicaría que los LGBTI están censados y todos dijeron “Tú eres nuestra candidata”. Sería abusivo atribuirme “Yo soy la de todos”. Yo soy una activista por la igualdad, llevo más de 10 años trabajando por nuestros derechos y espero que muchos LGBTI confíen en mí, y muchos no LGBTI, porque esta no es una causa de nosotros los maricas. La democracia y la inclusión es una causa de todo demócrata.
–Entonces tu orientación sexual no es tu plataforma política.
–No. La lucha por los derechos civiles es una causa mía. Para mí sí es una causa que tengamos igualdad de derechos en nuestro país, pero no es mi razón de ser en política. Yo primero me metí a la política, y después me di cuenta: Hello, también me gustan las mujeres. Yo hago política para cambiar la sociedad y este es un punto vital, pero hay otros.
–¿Pero crees que la comunidad LGBTI va a votar por ti por cuenta de tu lucha por los derechos igualitarios?
–No solo por eso, la gente no es boba y no vota solo por gay. Y qué bueno que no sea así. La gente no es boba, y lo que necesitamos es ciudadanos críticos y exigentes que tengan una actitud integral y una preparación integral. Yo hago la lucha por nuestros derechos de frente y sin descanso, pero también estoy en la lucha por la infraestructura, contra la corrupción, contra las medidas equivocadas, qué pasa con el contrato del SITP… Para la gente a la que le gusto, chévere que esté con esa causa, pero yo estoy formada integralmente para la política y para los asuntos públicos. Mi acción es integral, porque sí se me hace muy pobre un político que solo maneje un tema. Si la gente gay vota por mí es por esta causa y por otras. Porque me ven trabajando por la movilidad y criticando a mi Alcalde. La gente lo que valora es el carácter y el criterio. Petro habló al principio de la política del amor, y yo creo en el amor, ¡pero mi amor no es ciego! Eso es lo que la gente valora en mí, y perdón yo me echo un piropo, pero se necesita más carácter pa’ criticar y controlar al Alcalde de la misma bancada de uno que al de la oposición. Sería muy pobre mentalmente: “Vote por mí que soy marica”.
–¿Sigues defendiendo a Petro?
–Como yo vengo de un proceso político colectivo, y no por los caudillos, yo tengo la capacidad de darle la razón a alguien y reconocer lo que hace bien así no me guste. Yo no soy fanática de nadie. Ni hoy ni nunca he sido caudillista. Yo no le como cuento a nadie. A Petro le tengo admiración y aprecio, valoro muchas de sus cosas y critico, hoy y antes, desde el día cero, muchas de sus cosas. Esto lo puedes comprobar con prensa. Lo apoyé en todo lo que me pareció correcto y enfocado y le critiqué todo lo que me pareció improvisado. Eso hizo que mucha gente progresista se ofendiera conmigo y me hicieran reclamos. Pero, perdón, a mí no me eligieron para hacer comité de aplausos. Un concejal debe hacer control y el control implica decir las cosas a tiempo. Petro no es malo ni perfecto, tiene cosas muy buenas y cosas muy equivocadas. Antes y hoy critico y apoyo a Petro. Por ejemplo, a mí no me gusta Santos, me parece malísimo en todo. De verdad, Santos es un petardo, pero creo en el proceso de paz y creo que va bien.
–Como feminista que eres, ¿cómo ves la denuncia de Leszli Kalli por el maltrato que sufrió en la Alcaldía de Petro?
–Yo me enteré de esto cuando vi unos tweets de una mujer que contaba una historia escabrosa de lo que le pasó: acoso y maltrato, y cuando leí que era un funcionario de la Alcaldía quien había hecho eso, ya no solo sentí solidaridad de género sino que pensé: esto es conmigo. Le escribí para ponerme en contacto con ella, me lo contó todo y yo conté en bancada del Concejo lo que sabía y pedí que investigaran y tomaran medidas. Mandamos cartas a la Alcaldía averiguando quién era el tipo, que investigación estaban haciendo y qué medidas estaban tomando. Hice lo que podía hacer. Tiempo después se volvió un tema público. Me parece de décimo quinta toda esa historia tuitera de furifans de cualquier lado y cualquier sector. Yo respeto que haya gente que vuelva su vida al servicio de un tema o una persona, pero el manejo este furifanático tuitero me enferma. No comparto nada de eso.
Y a pesar de que no se considera la candidata de la comunidad LGBTI, las lesbianas de la capital mueren con ella, le mandan besos y saludos, preguntan por ella y se emocionan.
–¿Cómo fue tu salida del closet con tu familia?
–Fue tardecito. Fui tardía, en general. En el año 2000 estábamos recogiendo firmas para un referendo contra la corrupción, activismo político joven. Éramos siete estudiantes y dos profesores de derecho. De los siete, dos éramos mujeres de Bogotá. Una amiga con quien compartíamos espacio político. Nos acercamos mucho, muy amigas. Ella era bisexual, creo que es la primera persona a la que le oí la palabra. Yo andaba en un proceso de empezar a darme cuenta de mi propia vida, que podría estar gustándome una mujer. Al primero que se lo conté fue a mi papá. Yo conocí a mi papá a los 10 años y construimos una relación distinta a la tradicional, buena, rara. Él se ganó mi corazón y construimos una relación, pero, ¿cómo se las iba a dar de papá si apareció a los 10 años? Mis papás metieron la pata chiquitos, cuando estaban en el colegio. Mi mamá le dijo y él le dijo que no estaba listo para casarse y se voló del país. Lo conocí tarde y eso hizo que la relación fuera diferente, él era mi confidente y por eso fue el primero al que le conté. Dijo que me respetaba y chequeaba como iba mi proceso de pensar la cosa. En el 2005, estaba en mi segunda relación, una relación muy linda de absoluta paridad. Como mi papá se fue, a mí también me criaron mis tías. Entonces reuní a mi tía y a mi mamá, porque yo no sirvo para fingir, mentir, para vivir una doble vida o para tapar. Las invité a un café un sábado, pensé en un sitio público para que mi mamá no pudiera hacer show. También llevé a mi papá y les conté. Yo no le escondo nada a nadie. No les dio felicidad, preferirían que no fuera así y todavía me preguntan por mi ex novio del año 2002. El hombre de la vida sí existe y ya pasó. Mi tía me dijo: “Yo siempre supe, pero eso es tuyo, no era necesario que nos dijeras.
El lunes siguiente por la mañana, Angélica estaba reunida en la CUT (Central Unitaria de Trabajadores), mientras era asistente de Antonio Navarro, cuando la llamó su mamá a decirle que acababa de mandar a su hermanito al colegio y entonces se puso a llorar histéricamente y a desahogarse, -cuenta imitando los gritos de su mamá y se ríe con muchas ganas-. La llamada duró 40 minutos. Angélica la oyó un rato hasta que se desesperó y la regañó: “Ay, no, no más. En la vida sí hay cosas terribles. Si esto le parece tan grave, pues dígale a todo el mundo que me metí en las drogas, me volví una creída y me alejé de la familia, y así no tiene que decirles que estoy con una mujer. Yo no tengo una vida secreta ni la voy a tener. Yo respeto y que me respeten”. Desde ese día no se volvió a hablar del tema.
Le renunció a Íngrid Betancourt cuando esta decidió mandarse a la presidencia sola, lo que Lozano considera un defecto porque ella cree en la política colectiva y no en la caudillista. “Es más sexy deslumbrarse con una persona, pero esa persona se tuerce o se muere y se acaba todo”.
Era el año 2001. Lozano había trabajado un año y tenía ahorros para no trabajar dos meses. Se puso a ver un debate de 9 horas de Petro sobre el Banco del Pacífico y la malversación en que estaba metido Fernando Londoño. Al día siguiente, oyendo el análisis del debate que se hizo en el programa de Julio Sánchez Cristo, advirtió que todo lo que afirmaban al respecto no era cierto, y llamó a corregirlos. Tenía la voz chillona de una niña de 13 años. Entonces le preguntaron a qué se dedicaba para haberse visto un debate de 9 horas, y Angélica dijo que estaba desempleada. Cuando colgó la llamaron de la oficina de Antonio Navarro Wolff a ofrecerle una entrevista con él para una vacante, y le salió el trabajo. Solo tuvo diez días sabáticos y terminó trabajando 4 años con él, a quien le imita el hablado con impecable precisión.
“Se puede hacer política sin hacer mandados económicos, y para ello tengo el mejor ejemplo: Íngrid Betancourt y Antonio Navarro Wolff. La política no es para conseguir puesto. Yo me echo una causa encima pero yo no le voy a buscar puesto o contratos a la gente con la que hablo. Por eso yo lo aclaro. Mi campaña es de calle, con la gente, porque no tengo plata ni para una cuña”.
Luego, cuando quiso trabajar en el Ejecutivo pensó en una forma de hacerlo de manera que no pudieran acusarla de haber usado palancas. Entonces se presentó a un concurso de la Alcaldía y realizó un examen sobre administración pública de Bogotá. Así terminó en la Alcaldía y descubrió que tapar un hueco en Bogotá lleva un año y medio. Se posesionó en la Alcaldía Local de Chapinero el 5 de agosto de 2005, junto con otras 19 alcaldesas. Todas mujeres. A esa posesión invitó a su familia, sus amigos y a su novia. Fue el día en que su mamá conoció a su pareja, quien le extendió la mano para saludarla. La mamá, entonces, dio media vuelta y se marchó dejándola con la mano estirada. A la tía le dio mucha vergüenza la grosería de su hermana y la saludó efusivamente. Finalmente, con los años, se acostumbraron a la idea, y aunque no se habla del tema, esta Navidad la mamá y las tías, cada una, le llevó un regalo a Angélica y otro a su actual novia .
–¿Te gusta que te digan doctora?
–¡Jamás, jueputa, me enferma! Doctores los que se han tirado este país. Ya quisiera yo algún día tener la disciplina y el rigor de sentarme a estudiar 5 años un doctorado. Por cuestión cultural hasta los médicos, pero a mí no me gusta usar esa palabra. En nuestro medio hay mucho servilismo, la gente ha aguantado mucho maltrato, entonces hay un servilismo interiorizado, y en la lógica política el doctor es el que abre la puerta a un puesto, a un favor. El doctor es todas esas formas hipócritas o sinceras. La gente es querida y zalamera también, en nuestra sociedad somos sumisos y serviles, es producto del maltrato y de haber comido mierda.
–¿Cómo has logrado no impregnarte de tanta corrupción?
–No creo que sea una excepción, hay gente que hace el esfuerzo. Yo soy una persona de clase media que ha tenido oportunidades. Mi familia no es rica, mi mamá vende muebles, mi papá computadores. Venden, no son dueños de negocio, son vendedores. Yo he vivido muy bien, he tenido oportunidades y la plata no me seduce. Me gusta vivir súper bien, pero yo no necesito ser millonaria, necesito tener mi ingreso para mis lujos, como el cine, yo salgo barata.
–¿Cómo te enfrentas con los discursos llenos de odio de personajes como Gerlein o Marco Fidel Ramírez?
–Ahí pongo a prueba mi capacidad de autocontrol y de tener como un blindaje de no sufrir. No puedo permitir que me amargue el alma. Entonces es una resistencia política con argumentos. Ellos están enfermos de odio y de ignorancia y les conviene y les sirve el odio y la ignorancia. Ellos rentan de eso. Marco Fidel necesita ese discurso fanático y enfermo para alimentar su negocio, su caudal. Sus votos son producto de ese discurso intolerante y fanático que le llega a muy poquitica gente en la sociedad. Nuestra sociedad no es así de intolerante. Él está haciendo un negocio; a veces he llegado a creer que él no piensa tan así, pero está en su rol histriónico de crecimiento y posicionamiento. Él no crece por ideas y por propuestas. ¿Qué propuestas le has oído? ¿Prohibir el halloween? ¿En serio? Eso no es del rango estatal. Y no es una propuesta que haga en el Concejo, lo hace en medios para salir en medios. Yo creo que él no piensa al 100% las barbaridades y locuras que dice, sino que le conviene decir esas ridiculeces extremas para conectarse con esa minúscula proporción de gente. Patético. Esto le asegura su supervivencia. Es un payaso que está haciendo su negocio.
–¿Por último, qué pasa contigo si no ganas?
–Pues que tendré un saldo pedagógico, buscaré trabajo y seguiré feliz actuando en política. Soy una ciudadana política y creo que la política es un medio de transformar. Busco una beca, estudio y sigo actuando en política, causas civiles y a cambiar el mundo. Un golpe para el ego, pero la vida es eso. Y cuando uno compite solo hay dos opciones y acoger el resultado. Estoy trabajando para ganar, no tengo la maquinaria, la plata y la cosa, pero tengo también una capacidad de trabajo, una gente que se acerca para trabajar juntos.
@Virginia_Mayer
Angélica Lozano: "Santos es un petardo"
Mié, 15/01/2014 - 15:35
Hay que ser muy paciente para reunirse con un político (o política), y más en época de campañas electorales. Angélica Lozano, de 37 años y quien presentó su renuncia al cabildo distrital a fin