Nueve segundos tardan las chaquetas rojas en resguardar el cuerpo que yace acribillado en el piso. Una munición “bean bang” (bolsa que contiene múltiples perdigones), perforó su cabeza. “¡Sin violencia!”, ruegan los manifestantes al Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de Colombia, al tiempo que los individuos de chaquetas rojas intentan estabilizar a Dilan Cruz mediante primeros auxilios.
Tres días después, Dilan muere. La causa: “Trauma craneoencefálico penetrante ocasionado por munición de impacto disparado por arma de fuego, lo cual ocasiona severos e irreversibles daños a nivel de encéfalo", según la directora de Medicina Legal, Claudia Adriana García.
Las escenas de civiles heridos en el marco de las protestas que se viven en Colombia desde el pasado 21 de noviembre son replicadas, desde múltiples ángulos, por los medios nacionales e internacionales. Las cámaras de los noticieros o los celulares de los transeúntes captan las imágenes de, por ejemplo, una joven doblegada por una patada en la cara o de un estudiante con el ojo sangrante a la espera de ayuda.
Dicho auxilio es prestado, de manera casi inmediata, por grupos como la Defensa Civil, la Brigada de Salud (estudiantes voluntarios de universidades públicas y privadas) y los Gestores de Convivencia.
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