Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) comenzaron la cumbre que tiene como sede principal, Bruselas, en donde abordarán el estado de la negociación de la futura relación con el Reino Unido y los objetivos para luchar contra el cambio climático.
A su llegada, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, reiteró que la UE quiere un acuerdo con el Reino Unido, "pero no a cualquier precio", ya que afirmó que mantener la igualdad de condiciones entre el mercado comunitario y el británico "es una cuestión de equidad y de proteger los empleos en Europa".
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A pesar de que los plazos para lograr un pacto se van agotando, Londres y Bruselas siguen alejadas en las cuestiones fundamentales para el éxito de las negociaciones, como la pesca, la gobernanza del futuro convenio o las garantías para asegurar una competencia justa entre las empresas británicas y comunitarias, de forma que unas no tengan ventajas de las que no pueden disfrutar las otras.
Con la postura de Michel, coincidió la canciller alemana, Angela Merkel, que a su llegada a la cumbre incidió en que "ambas partes" se deben poder beneficiar de este acuerdo, por lo que el consenso no puede llegar "a cualquier precio", un mantra que también repitió el primer ministro italiano, Giuseppe Conte.
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Por su parte, el primer ministro luxemburgués, Xavier Bettel, señaló que es "importante que los Veintisiete sigan unidos" a la hora de negociar con el Reino Unido y afirmó que la UE no sabe "cómo va a continuar" el proceso de divorcio dados los "cambios de opinión vistos en los últimos tiempos, también a nivel legislativo" por parte de Londres.
En materia de clima, el luxemburgués recordó que su país es uno de los pocos que se opone a que la energía nuclear sea financiada con fondos europeos, puesto que no es sostenible, y defendió que las ambiciones climáticas comunitarias, como la reducción del 55 %, "no son solo razonables, sino indispensables".
Conte, dijo que no se tomarán decisiones en esta cumbre, sino en la de diciembre, y admitió que la reducción del 55 % de emisiones es un "desafío ambicioso", en particular para algunos países cuyas industrias están "mal predispuestas" para esta convergencia.
Precisamente el primer ministro checo, Andrej Babis, apuntó a que su país es uno de los que no puede comprometerse a reducir un 55 % sus emisiones contaminantes para el año 2030 y pidió tener en cuenta que cada territorio tiene un mix energético distinto, por lo que unos tienen más fácil que otros asumir ese objetivo.