El cambio en la misa dominical fue tan sutil que pasó desapercibido para varios integrantes de la congregación. Escondida entre los llamados a la salud y a la sabiduría divinas, el reverendo Fred Krebs de la Iglesia Luterana de Saint Paul, quien en pocas ocasiones se refiere a la política, hizo una mención fugaz a la elección presidencial de este mes.
“Oramos por una transición pacífica”, le dijo a su congregación de cincuenta personas. Las palabras cuidadosamente elegidas subrayaron la realidad política en Mason, Texas —una ciudad rural conservadora de apenas dos mil habitantes–, después de la victoria de Joe Biden sobre el presidente Donald Trump.
No todos pensaron que la elección había concluido y no todos dijeron que respetarían los resultados.
“Mis amigos demócratas piensan que Biden va a sanar todo y unificar a todas las personas”, dijo Jeanie Smith, quien asiste a la más conservadora Iglesia Gospel de Spring Street en Mason, que se ubica a 160 kilómetros al oeste de Austin. “Están engañados”.
“Ahora quieres sanación”, agregó. “Ahora quieres que nos unamos. No te lo has ganado”.
Esa es la dura realidad que Biden enfrenta, incluso después de ganar una contienda en la que aseguró una porción más grande del voto popular que cualquier otro candidato que desafiara a un presidente en funciones desde 1932.
Ante él se encuentra un enorme muro de resistencia republicana, que comienza con la negativa de Trump a conceder el triunfo, se extiende a la renuencia de los legisladores republicanos a reconocer su victoria y llega hasta —y tal vez lo más significativo para la política estadounidense a largo plazo— los votantes comunes que con firmeza niegan el resultado de la elección.
Es muy diferente a cómo Biden enmarcó esta elección, desde las primarias demócratas hasta su discurso de victoria el fin de semana pasado. Él moldeó el momento como una oportunidad para el país para eliminar la división política que Trump ha avivado, al prometer reparar las fisuras ideológicas, raciales y geográficas que han crecido hasta convertirse en abismos desde 2016. Al anunciar su campaña, la llamó una oportunidad para restaurar “el alma de la nación”.
El fin de semana pasado, declaró: “Dejemos que esta era sombría de la satanización en Estados Unidos comience a terminar aquí y ahora”.
No obstante, el día de la elección, la participación republicana se elevó en todo el país, particularmente en áreas rurales como Mason, que, en conjunto con el condado que lo rodea, tuvo algunos de los aumentos porcentuales más grandes en participación de votantes en Texas. Los sueños demócratas de una victoria aplastante fueron impedidos a medida que los republicanos anotaron victorias sorpresivas en la Cámara de Representantes y surgieron como favoritos para retener el control del Senado.
En los días que han transcurrido, miles de los simpatizantes más fervientes de Trump se han reunido en varias partes del país, incluyendo en Texas, para protestar por el triunfo de Biden que consideran ilegítimo.
“Estamos dispuestos a aceptar los resultados, mientras sean justos, se hagan correctamente y se certifiquen correctamente”, dijo Sherrie Strong, otra simpatizante del presidente. Ella, como otros, asumió la postura de Trump de que era extraño que él hubiera tenido ventaja en varios lugares debido a los votos presenciales el día de la elección, solo para ser superado cuando los votos por correo fueron contados esa noche y durante los días subsecuentes. (El retraso para contar las boletas por correo en varios estados fue debido a las restricciones impuestas por las legislaturas estatales republicanas).
“Es un poco perturbador cuando te vas a la cama por la noche, y de repente, cuatro días después, estos votos aparecen mágicamente”, dijo Strong.
El mensaje de Biden tuvo atractivo político, lo que motivó a una porción crucial de votantes que lo ayudaron a llevar a los demócratas de vuelta al poder.
Ann Mahnken, una conservadora de toda la vida de 72 años que asiste a la iglesia luterana, dijo que la posibilidad de que unificara al país fue la razón por la cual, después de votar por Trump en 2016, eligió al candidato demócrata en esta ocasión.
“No podía tolerar la forma en la que está nuestro país”, dijo. “No quería atravesar cuatro años más de eso, no en mis años como ciudadano de la tercera edad. No quería enfrentar cuatro años más del caos y la división”. El lunes en Dallas, cientos de simpatizantes de Trump se reunieron afuera de la oficina de elecciones de la ciudad como parte de la protesta “Stop the Steal” (detén el robo) promovida por el Partido Republicano en ese estado.
El mensaje emitido por los oradores y los asistentes fue más allá de expresar temores de fraude electoral, al ser equivalente a un rechazo total de la presidencia de Biden y de los funcionarios republicanos elegidos que la reconocieron. Uno de los oradores dijo acerca de los legisladores republicanos que han llamado presidente electo a Biden: “Recuerden quiénes son cuando vayan a las urnas la próxima vez”.
“Esto es desprecio de la mitad del país por la otra mitad del país”, dijo Paul Feeser, de 61 años, quien asistió a la protesta en Dallas. “Así que si concluyó a favor de Biden, yo la consideraría como ilegítima, además yo y muchos otros esperan ser parte de la llamada resistencia, así como Trump resistió”.
Karen Bell, quien también estaba en el mitin, dijo que su desconfianza se centraba en los votos por correo.
“En estos estados pendulares, él tenía ventaja, y de repente en Wisconsin, Míchigan y Pensilvania, dejaron de contar”, dijo Bell, al hacer eco de teorías de conspiración sobre el conteo de los votos. “Y entonces, despertamos y de la nada Biden está a la cabeza. Todos estos votos misteriosos llegaron para Biden y cero para Trump. Algo aquí sin duda es sospechoso”.
Al solicitarle cualquier evidencia de un fraude electoral extendido, ante el hecho de que los funcionarios electorales, incluyendo los republicanos, han rechazado de manera consistente dichas afirmaciones, Bell citó sitios de conspiraciones de derecha como Infowars. Los funcionarios electorales lo han dejado en claro: no existe evidencia de un fraude electoral extendido.
Sin importar qué suceda a continuación, Bell dijo: “No creeré que la elección fue justa. No creeré que él es un ganador legítimo”.
La sensación de que la negativa de Trump a conceder la victoria está justificada y que el ascenso de Biden a la presidencia no debería ser reconocido no aplica para todos los republicanos. Una encuesta reciente de Reuters/Ipsos descubrió que casi el 80 por ciento de los estadounidenses creen que Biden ganó, incluyendo el 60 por ciento de los republicanos.
No obstante, otras encuestas han brindado resultados mixtos, incluida una encuesta de Politico/Morning Consult que muestra que el número de republicanos que no creen que la elección de este año fue libre y justa se ha duplicado del 35 por ciento antes del día de la elección al 70 por ciento.
En Texas, los conservadores se han jactado de su victoria después de que las esperanzas demócratas de convertir al estado y de obtener el control de la legislatura no lograron materializarse. De cualquier manera, los líderes estatales se han alineado con los intentos infundados del presidente de hacer parecer la elección como injusta, y el vicegobernador republicano del estado, Dan Patrick, ha ofrecido un millón de dólares a cualquier persona que entregue evidencia de fraude electoral.
Por: Astead W. Herndon