Este lunes 31 de mayo se confirmó la muerte de dos cóndores en Santander. La situación fue alertada por la Fundación Neotropical y después fue confirmada por la Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS). Los cuerpos de los animales fueron encontrados cerca del páramo del Almorzadero, al oriente del departamento.
En este momento se investiga la muerte por posible envenenamiento. Los cuerpos corresponden a una hembra y un macho y fueron encontrados en la vereda Platera Baja y en la zona de Tinaja.
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La CAS informó a través de un comunicado que llevará los cóndores fallecidos a la clínica Medicina Veterinaria Forense de Colombia Animal Defense. Allí se realizarán “todos los análisis pertinentes para determinar el motivo y causas de la muerte” indicó la autoridad.
Por su parte, la comunidad del páramo El Almorzadero inició una brigada de búsqueda de la carroña envenenada que podría estar en la zona. De esta forma se evitaría que más cóndores se vean afectados.
Los operativos se realizarán los municipios de San Andrés Concepción y Cerrito. A la búsqueda se unieron la CAS, la alcaldía del municipio del Cerrito, el cuerpo de bomberos, la Organización ACAMCO, el Parque Jaime Duque y las organizaciones Fundación Neotropical y SONORA.
Es importante recordar que, a pesar de que Santander es el departamento con mayor número de cóndores en Colombia, el Primer Censo Nacional de Cóndor Andino en Colombia envió una alerta para la conservación de la especie pues está en peligro de extinción. En este momento sólo se registran 63 ejemplares en el país.
Aparte de que los ejemplares son reducidos, las tasas reproductivas del animal también lo son. Los cóndores ponen un huevo cada 2 o 3 años y son una especie monógama, es decir, tienen una sola pareja de por vida.
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La preservación de los cóndores resulta importante, puesto que aportan beneficios como: la aceleración de la descomposición de la carroña, reducen la probabilidad de transmisión de enfermedades generadas por los patógenos que albergan los animales en desintegración y disminuyen la presencia de especies que podrían esparcirlas.
Los riesgos de la especie tienen que ver con el envenenamiento de carroñas – como se sospecha en este caso – el choque con líneas de energía, la disminución de sitios seguros para la alimentación y anidación, y la competencia por alimentos y hábitat con especies introducidas, como los perros ferales.