Reflexiones sobre la muerte

Mié, 15/02/2023 - 09:34
Uno de los grandes miedos que habitan en el inconsciente es el de la muerte, la pérdida y el abandono, porque creemos que aquellos seres a quienes amamos o nos amaron se pueden ir de nuestro lado.
Créditos:
Cortesía Leon Seibert

Recuerdo cuando mi querido abuelo falleció. Pensé que había perdido la brújula de mi vida. Su muerte se presentó de forma intempestiva: un día era mi apoyo y en horas quedé solo. 

No estaba preparado para separarme de él, y ese duro golpe me hizo tomar conciencia de no apegarme exageradamente a nada ni a nadie. 

Más adelante entendí que el espíritu de mi abuelo Campo Elías sigue tanto en el árbol que contemplo cada mañana desde la ventana de mi apartamento como en mi mundo interior, el cual se nutre de sus enseñanzas. En realidad, su amor nunca se fue de mi vida. 

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Con el tiempo descubrí que la energía de mi abuelo, mi padre, mi madre, mis familiares y amigos a quienes quise mucho, todavía permanece en esta dimensión a pesar de haber trascendido a otros planos. 

Así como existen ondas magnéticas que no se pueden ver, pero se hacen visibles por medio de un aparato de radio, televisión o los teléfonos inteligentes, en los mundos invisibles es nuestra mente la que logra sintonizarse con esas energías sutiles y al evocarlas desde una correcta intención, hacen que nos acompañen y se manifiesten en el presente. 

Uno de los grandes miedos que habitan en el inconsciente es el de la muerte, la pérdida y el abandono, porque creemos que aquellos seres a quienes amamos o nos amaron se pueden ir de nuestro lado. Aun así, no significa que los vínculos dejen de existir. 

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Todos estamos interconectados con el mundo y con el universo, en constante evolución y cambio. Si entendemos esto, el miedo a la muerte irá desapareciendo. Como dijo el padre de la química moderna, Antoine Lavoisier (1743 – 1794): “la materia no se crea ni se destruye solo se transforma”

Es saludable confrontarse de vez en cuando y preguntarse frente al espejo interior de nuestra conciencia: ¿hemos tenido la intención de ayudar, apoyar servir y compadecernos ante los demás? O, por el contrario, ¿hemos hecho mucho daño con críticas destructivas, injurias, chismes, manipulaciones y engaños, motivados por una actitud personal basada en la envidia y la indiferencia ante las necesidades de otras personas?

Aceptar la muerte nos ayuda a observarnos a nosotros mismos y a los demás desde la orilla de la compasión, el perdón y el amor, así como también a encontrar la verdad esencial más allá de la verdad material y superficial. 

Somos el espejo del otro y cuando alguien querido parte primero que nosotros, nos concientiza de la temporalidad de todas las cosas de este mundo al ubicarnos dentro de la humildad del ser. 

De este modo, logramos desprogramarnos del inútil poder que le damos al ego, la ambición y el orgullo. En realidad, todos estamos haciendo “la fila” de la vida hacia la muerte y de la muerte hacia la vida, con el fin de cumplir parte de nuestro destino.  

La fuerza que sobrevive al tiempo y a la muerte es la del ¡Amor! Aquella que nos eleva sobre nuestras miserias y nos da el vigor, la resistencia y la voluntad para regresar al verdadero hogar espiritual. Finalmente, recordemos que estamos unidos desde la empatía pues somos individuos aparentemente frágiles, pero esencialmente eternos, poderosos en nuestro interior y conectados al espíritu de Dios. Así es la grandeza del ser humano. 

Creado Por
Armando Martí
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