Cada una de nuestras emociones se organiza, desorganiza y reorganiza todo el tiempo. Así evoluciona y se fortalece la mente crisis tras crisis. Si queremos ver la vida de forma real, descubriremos que todo es transitorio: la niñez, la juventud, la adultez y hasta la vejez, son provisionales.
Por fortuna, la experiencia acumulada del pasado compuesta de logros personales, trabajos realizados y sufrimientos vividos, son nuestro mayor tesoro. Cuando soy consciente de que he sido capaz de superar tantos desafíos en la vida, también me doy cuenta de que seguiré superándolos gracias a la experiencia adquirida.
Elegir quien quiero ser. La tríada del aprendizaje hacia una genuina madurez espiritual está compuesta por el dolor, la fuerza del amor y el desapego de deseos materiales. Sin embargo, no debemos perder la esperanza pues el agua más limpia y cristalina, cae de las más espesas y oscuras nubes del cielo.
Tenemos el derecho natural de elegir lo que en verdad queremos ser. En el fondo de cada persona habita la inteligencia y el alma, que al armonizar su esencia, generan una fuerza transformativa hacia la salud, la bondad y la compasión con uno mismo, lo que habilita el deseo de ayudar a los demás en sus dificultades.
Un hábito insano es no sentirnos merecedores de las cosas buenas que nos da la vida y enfocarnos en el pesimismo, la desesperanza aprendida, la culpa innecesaria y la vergüenza inmerecida.
Estos bloqueos emocionales se originan por errores cometidos en el pasado, los cuales permanecen escondidos en lo más profundo de nuestra mente inconsciente. Por eso, acepta humildemente tus equivocaciones para no repetirlas. Quítate el disfraz de “ser feliz” y vive en lo posible sin usarlo, eligiendo esencialmente lo que tu quieres ser.
Tu existencia no es un problema por resolver, es más bien, un misterio que hay que descubrir, y, sobre todo, experimentar. Cuando te invadan los recuerdos de una triste infancia, mírate al espejo y abrazando a tu niño interior repítete a ti mismo: ¡Yo no tuve la culpa! Y desde una nueva actitud, adquiere la responsabilidad de tu recuperación.
Ser auténtico es un arte cuya recompensa es vivir sin el peso agobiante de la mentira y las apariencias. ¿Qué esperas para elegir lo que realmente quieres ser? ¿Qué esperas para cambiar esa vida que ya no puedes ni quieres seguir soportando? Recuerda ¡Nadie lo hará por ti!