La verdadera paz interior es una gracia espiritual que como el amor no se puede negociar. La paz y el afecto se dan como fruto de unas intenciones libres de poder, manipulación y control sobre los demás. Durante años hemos elegido para nuestra vida muchas cosas que nos causaban daño físico, debilitando la voluntad y agotando la mente. Es tiempo de cambiar de hábitos destructivos y orientar nuestras acciones hacia el bienestar personal y social.
La paz como esencia es uno de los mejores caminos para sanarnos y renacer a esta “nueva normalidad”. Nuestro auténtico Yo, que en realidad es nuestra alma, nos observa más allá de los juicios de valor y de la misma dualidad humana, aceptándonos tal y como somos. Sin duda, la verdadera esencia de la paz que habita en cada uno de nosotros está esperando que la descubramos y la valoremos por encima de muchas otras cosas del mundo.
Dicha actitud es difícil de entender para algunas personas egocéntricas y obstinadas, que desde su nivel de indiferencia social, esta opción les parece muy poco útil y por demás absurda.
La esencia de tu paz espiritual se encuentra siendo honesto, sincero y congruente, desapegándote de los deseos, dejando de hacerte y hacer daño a las personas, amando sin condiciones, reinventándote, flexibilizando tus creencias, haciéndote cargo de ti mismo, viviendo el momento presente sin proyectarse hacia el futuro.
Así como también, aceptando tu temporalidad humana, aprendiendo a soltar constantemente, renunciando a tener siempre la razón, olvidando los resentimientos del pasado, manteniendo la vida sin prisa, expresando tus emociones, llenándote de compasión y amabilidad para contigo mismo y con el otro, ejercitando la tolerancia, practicando la oración y la meditación y, ante todo, siendo humilde, ayudando, escuchando, apoyando y sirviendo con alegría a los demás.
Precisamente, uno de los indicadores de una buena salud mental es ser solidario con los triunfos y éxitos de los otros sin envidiarlos ni descalificarlos. La madurez espiritual es el arte de permanecer en paz y comienza por aprender a vivir en el aquí y en el ahora, llevando las cargas y responsabilidades de la jornada diaria sin exageraciones ni quejas que nos despierten desequilibrios emocionales o estrés mental.
Del cumplimento de tus compromisos adquiridos y de la buena intención del corazón, puedes llegar a disfrutar de una conciencia tranquila que te ayudará a superar muchas adversidades de la existencia misma.
Creer firmemente en el gran poder de tus recursos internos, eleva no solamente el optimismo sino también te reviste de seguridad para encontrar la dirección correcta hacia la consecución de las metas y objetivos propuestos, sin importar el tiempo que requieras para encontrar el camino de la paz interior, pues en realidad lo que necesitas es un simple mapa de ruta y no un reloj que siga controlando tu existencia. Busca la paz como esencia para esperar de forma serena lo inesperado en la vida.