Mientras nos dirigimos a la recta final de las elecciones, la COVID-19 va viento en popa.
Los casos de coronavirus siguen batiendo récords. Entre otras cosas, cinco ayudantes del vicepresidente Mike Pence han dado positivo. Las hospitalizaciones, que se rezagan con respecto a los casos, se están incrementando. Y las muertes, cuyo conteo está aún más desactualizado, también están empezando a aumentar. Pongámoslo de esta manera: entre hoy y el día de las elecciones, es probable que perdamos a casi el doble de estadounidenses por COVID-19 que los que murieron el 11 de Septiembre.
Y, ¿cuál es la respuesta del gobierno de Donald Trump? De hecho, parece no tener contemplado hacer nada en cuanto a la pandemia. En cambio, lo que vemos es una estrategia de relaciones públicas de varios niveles: estamos haciendo un gran trabajo. De todos modos, nadie puede hacer nada. Además, los médicos están falseando los números para poder ganar más dinero.
Claro está que estas historias no tienen sustento y desprestigiar a los trabajadores de la salud que arriesgan sus vidas para salvar a los demás es sencillamente vil. Sin embargo, nada de esto debería sorprendernos.
Después de todo, se trata de Donald Trump. También hemos visto esta combinación de negación, impotencia declarada y teorías conspirativas antes: Trump y compañía están siguiendo la misma estrategia con la COVID-19 que la derecha ha seguido durante mucho tiempo con el cambio climático.
A estas alturas, casi todo el mundo está familiarizado con la manera en que Trump sigue cambiando la línea de meta para declarar el éxito sin importar lo mal que se pongan las cosas. En febrero, predijo que habría cero casos “en un par de días”.
En primavera, declaró que el virus desaparecería cuando el clima se calentara. En fechas recientes, ha estado cantando victoria porque el coronavirus no mató a 2,2 millones de personas.
El gobierno tardó en admitir que se rinde, de manera abyecta, ante la COVID-19. No obstante, en agosto, Scott Atlas, un creyente en la “inmunidad de rebaño” (que en esencia significa dejar que el virus se propague entre la mayor parte de la comunidad), se unió al grupo de trabajo de la Casa Blanca para combatir el coronavirus.
Atlas es un radiólogo sin experiencia en enfermedades infecciosas, y epidemiólogos como Anthony Fauci están horrorizados con sus ideas. Sin embargo, parece que Atlas, no Fauci, es quien lleva las riendas en estos días.
Y el domingo, Mark Meadows, el jefe de personal de la Casa Blanca, lo hizo más o menos oficial, cuando afirmó: “No vamos a controlar la pandemia” porque es un “virus contagioso”.
Esto vino después de un mitin en el que Trump —quien piensa que es una víctima porque los medios de comunicación siguen hablando de “COVID, COVID, COVID”— afirmó que se están exagerando las muertes por coronavirus porque “los médicos reciben más dinero y los hospitales más dinero” si registran como causa de muerte la COVID-19.
Todas estas excusas le suenan muy familiares a cualquiera que haya seguido el debate sobre el clima a lo largo de los años. Según la derecha, el cambio climático no está ocurriendo; de todos modos, no hay nada que podamos hacer al respecto sin destruir la economía y todo es un engaño fraguado por una conspiración mundial de científicos, que solo están en esto por el dinero.
Por supuesto que eso último es una proyección. No, el abrumador consenso científico que afirma que el calentamiento global que experimentamos es provocado por el hombre no está motivado por incentivos financieros, pero quienes rechazan ese consenso sí tienen esa motivación.
En este momento, una red de grupos de expertos de derecha apoyados por los intereses de los combustibles fósiles es la que en su mayoría sostiene la negación del clima; es decir, los “expertos” que afirman que el calentamiento global no está sucediendo o que no se puede hacer nada al respecto son en esencia negadores profesionales, que se ganan la vida como “mercaderes de la duda”.
Y resulta que la negación de la COVID no es solo un fenómeno similar, sino que son casi las mismas personas quienes la llevan a cabo.
Atlas y otros funcionarios de este gobierno se han dejado llevar sin chistar por la Gran Declaración de Barrington, un manifiesto a favor de la inmunidad de rebaño que surgió de una reunión en el Instituto Estadounidense de Investigación Económica. ¿Qué sabemos de este instituto?
Bueno, no es de sorprender que esté vinculado al Instituto Charles Koch. Y en su sitio web revela que hasta hace poco dedicó buena parte de su tiempo a la negación del clima, con la publicación de artículos con títulos como “Los brasileños deben seguir talando su selva tropical”.
Sin embargo, más recientemente, el instituto ha centrado su atención en la negación de la COVID. Por ejemplo, el mes pasado, publicó un artículo en el que elogió a la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, cuya negativa a tomar medidas contra el coronavirus ha convertido a su estado en lo que el artículo llamó “una fortaleza de libertad y esperanza protegida de las garras de los políticos autoritarios”.
Claro está que, desde entonces, Dakota del Sur ha experimentado una explosión de infecciones y un marcado aumento en las hospitalizaciones y ahora está viendo un rápido aumento en las muertes por COVID-19.
¿Había alguna posibilidad de que Trump se tomara la pandemia en serio? Tal vez no. Después de todo, siempre ha sido un negacionista acérrimo y conspirativo del cambio climático y su respuesta al coronavirus salió directamente del libro de estrategias del negacionista del clima.
En cualquier caso, podemos predecir con gran precisión lo que hará si las encuestas son erróneas y obtiene la victoria para gobernar un segundo mandato. No hará nada en absoluto para luchar contra la pandemia, pero sí intentará suprimir la verdad sobre lo que está pasando. Y muchos muchos más estadounidenses morirán.