Una joven desconocida que sin mayores méritos y con una pobre trayectoria desempeña el pomposo cargo de Jefe de gabinete, salta a la palestra por el trato degradante dado a la señora a quien confiaba el cuidado de su hija mientras se pavoneaba en la Casa de Nariño como mano derecha de su poco digno jefe quien, por su cargo y el inmenso poder que tiene sobre los colombianos, mantiene el país presa de la incertidumbre por el deterioro creciente de las condiciones de vida de sus compatriotas a quienes trata como ciudadanos de tercera de la misma manera como Laura Sarabia, nombre de la susodicha a quien con total desagrado le dedicó este artículo, trató a Marelbys Meza, persona a la que debía la mayor consideración por ser la niñera de su muy pequeña hija.
El reportaje de Semana dedicado a la denuncia de maltrato y secuestro que hace la señora Meza nos hace recordar tristes y vergonzosas épocas en las que se tenía en condiciones cercanas a la esclavitud a quienes desde niñas y hasta la vejez se ocupaban de los oficios de las casas de cualquiera, rico o pobre, que pudiera pagar un mísero salario a jovencitas arrancadas del campo para convertirlas en “sirvientas”. Debido al trato degradante que sufrían no era extraño que fueran las víctimas propicias de infamia, siendo inmediatamente acusadas de la pérdida de un objeto o de dinero, como es el caso de lo que bien relata Marelbys en Semana, medio que no se caracteriza por ser de oposición.
La historia tiene sus particularidades como la de ser una nueva versión de las surgidas a partir de la curiosa manera con la que el actual presidente y su mano derecha en campaña, como también una tristemente famosa senadora, acostumbraban llevar inmensas cantidades de billetes en bolsas y maletas. Es de anotar también el secuestro y traslado a un sótano para ser interrogada la víctima de tamaño infamia, como también múltiples detalles que surgen del relato que son motivos suficientes para que se abran procesos por parte de la Fiscalía y de los que se pueden sacar graves conclusiones. Quiero hacer referencia al hecho de la acusación en falso que trae consigo el delito de calumnia.
Aparte de la gravedad del asunto en materia penal, hay una connotación afectiva que va más allá de los hechos y que toca el campo del significado. Qué a una persona, por su situación de inferioridad, se le señale como ladrona es una muestra de discriminación que no tiene perdón. Este gobierno se ha caracterizado por su hipócrita discurso de la igualdad, se victimiza sin vergüenza ya sea desde la silla del soberano o subidos en un avión que costeamos con impuestos que pagamos a diario con los que se llenarían bolsas y bolsas.
Hipócrita lo es también confiar en una señora el cuidado de un bebé y desconfiar de ella cuando se trata de una maleta llena de billetes.
P.S.: “Hoy fue un día lleno de mentiras” fue lo que sentenció sobre el asunto el señor de los trinos y de las bolsas quien, por otra parte, debe estar muy dolido con la derrota catastrófica de sus amigos socialistas en España a quienes tanto admira, siendo su principal fuente de inspiración para sus torpes maniobras políticas.