Junior de Barraquilla cumple este 7 de agosto 100 años de existencia. Y es la mejor oportunidad para definir lo que significa ser juniorista, un estado emocional que muy difícilmente podría encontrarse en cualquier parte del mundo, por la devoción de un equipo de fútbol. En ocasiones se podría afirmar sin exageración, que es algo inexplicable.
Ser hincha del Junior de Curramba, es un estado del alma, como queda evidenciado en el título de la presente columna y que tomé prestado del Maestro Juan Gossaín, que así definió a nuestro amado equipo.
El que se convierte en hincha del Junior lo hace para siempre, jamás podrá mirar para otro lado, pues se trata de un sentimiento incontrolable, que surge natural, es lo más parecido al amor verdadero. Uno se matrícula ahí hasta la eternidad.
Junior es otra forma de carnaval. Es alegría y por eso somos exigentes para que nuestros jugadores desplieguen juego bonito en la cancha, criticamos cuando el equipo es timorato, aplaudimos el atrevimiento, buscar el arco rival y hacer respetar un templo llamado el Metropolitano. La casa del Tiburón.
Junior es el reflejo de un costeño. En otras palabras, ser juniorista es otra faceta de un hombre nacido en esta región del norte de Colombia. Es otro símbolo cultural, como la cumbia o el vallenato, a ese nivel ha llegado el 10 veces campeón de la Liga.
Los junioristas somos creyentes fervorosos. Y es un estado del alma, que desemboca en todos los sentidos según sea el marcador del partido, sí ganamos es una inmensa felicidad que alcanza hasta la otra fecha, pero perder un partido, genera un vacío incomprensible, hasta de mal genio nos ponemos. Es otra especie de tusa.
Es difícil encontrar algún pueblo de la costa que no tenga la menos un escudo del Junior. Su afición es consagrada, saben de sobra que no hay nada más costeño que ser juniorista. La región caribe es Junior y Junior es región caribe, así de simple y contundente.
Es una cultura perenne llamada Junior. Nadie pisa territorio costeño sin saber que allí habita una pasión popular por un equipo de fútbol, que hace rato devoró como buen tiburón, las fronteras del deporte y ahora hace parte de nuestra idiosincrasia.
Junior y toda la región caribe, es un amor correspondido. Gambetear esta realidad es imposible, las tribunas emocionales nunca estarán vacías, es un constante ejercicio de lealtad sin precedentes. Es mejor no intentar comprender este fenómeno, sino disfrutarlo.
Junior manda, pero además es tu papá. Gracias mi equipo querido y que los cumplas muy feliz. Fuiste, eres y serás, otro costeño.