Antes de esta copa América nos creímos favoritos y había muchas razones para pensar que era posible por lo menos llegar a la final.
Enfrentábamos una fase de grupos en la que aún con Brasil y teniendo a Paraguay y a Costa Rica como rivales, podíamos creer que lograríamos avanzar. Ya en los Cuartos el vaticinio mostraba a Uruguay como el siguiente obstáculo, porque lo normal era que Brasil ocupara la primera casilla y nosotros la segunda y eso señalaban los probables cruces. Pero la realidad fue al contrario y por eso en cuartos tuvimos a Panamá, un rival menor y eso nos ayudó a pasar sin ninguna angustia a las semifinales.
Ya en esa instancia, el partido contra los uruguayos resultó una batalla que terminó con final feliz después de sufrir durante 53 minutos para sostener el triunfo con un jugador menos.
Y el objetivo de por lo menos alcanzar la final ya estaba cumplido. Quedaba el más importante, el de tratar de ganar el título y para eso, también había razones suficientes como para creer que era posible.
El nivel individual y colectivo mostrado a lo largo de todo el torneo, la fuerza mental con la que se llegaba después de lo que ocurrió en la semifinal y que Argentina no había mostrado aún la superioridad del equipo campeón mundial incluso con Messi disminuido por los golpes y la edad.
Las dudas que también cabían tenían que ver con la jerarquía de los argentinos para afrontar finales y con su enorme capacidad para saberlas ganar en los años recientes.
Y el partido fue parejo en el primer tiempo, parejo en opciones, dos de cada lado, parejo en posesión y hasta parejo en los errores.
Y así fue también en el segundo, hasta que se le vació el tanque a las principales figuras de Colombia.
Uno a uno se fueron apagando, Primero fue James, el mejor jugador de la Copa. Tapado y sin trascender se fue quedando sin piernas. Después Richard Rios uno de los que mejor jugaba y uno de los estandartes tácticos más importantes del esquema. Y Argentina que había perdido a Messi en lugar de flaquear se hizo mas fuerte con los que entraron. De no haber sido por nuestro arquero Camilo Vargas, no se hubiera necesitado el tiempo suplementario.
Y a partir de ahí, todo terminó de cambiar. También se les acabó el gas a Lerma a John Arias y a Lucho Diaz. Ya eran demasiados cambios de piezas importantes como para pretender que todos los que entraban iban a engranar y lo iban a hacer igual o mejor que los que habían jugado y ganado todo para llegar a esta final.
Y es verdad que cuando eso pasa, Argentina es especialista en aprovechar la adversidad del rival y lo hizo. Un error de Castaño al pretender salir jugando, otra falla en el anticipo de Mateus y dejaron pagando a Cuesta al que le ganó la carrera Lautaro para concretar el gol del campeonato.
Dos de los que entraron por Colombia se equivocaron y tres de los que entraron por Argentina lo aprovecharon, Paredes, lo Celso y Lautaro.
Con solo eso, no hay duda de que los cambios le funcionaron más a Argentina que a Colombia.
Pero más allá de esa circunstancia, nada menos que la jugada del gol, lo que le terminó pasando factura a Colombia fue el sobre esfuerzo que hicieron para mantener con un hombre menos la victoria ante Uruguay durante 53 minutos. También el haber tenido que enfrentar a Brasil, comenzar perdiendo y no perder para ser primeros del grupo, eso también significó un desgaste físico y mental que venía acumulado.
Argentina no tuvo que enfrentar ni a Brasil ni a Uruguay porque le acomodaron un fixture con un cruce ridículo nunca visto para que no tropezara con ningún favorito ni en cuartos ni en semifinal. Como si eso fuera poco, lo pusieron a jugar en ciudades cercanas eliminándole los viajes largos y con más días para descansar.
Toda esa enorme ventaja que significa jugar una final con jugadores mas descansados desde lo físico y desde lo mental terminó desequilibrando la balanza en su favor.
Sin embargo y con todo lo anterior, no le pasó por encima a Colombia y solo pudo superarlo a los 112 minutos gracias a que los principales hombres de amarillo ya no estaban.
La frustración e impotencia que produce una derrota en una final al quedarse sin el título, no se compara con ninguna otra derrota. Los mismos argentinos tuvieron que sufrirlo, perdiendo 2 finales de Copa América y otra en un mundial, antes de ganar como están ganando todo desde hace tres años. Y ganaron bien, supieron aprovechar las circunstancias del partido, se hicieron mas fuertes con los cambios y marcaron el gol.
Pero Colombia no se fue con las manos vacías, al contrario. Se fue con un equipo muy bueno, ya armado, ya convencido de una idea, con un camino muy esperanzador por delante y con la seguridad de que vendrán otras finales para poder encontrar el título que esta vez no pudo ser.
