Mario Andrés Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Andrés Huertas

Policrisis

El artículo Global polycrisis: the causal mechanisms of crisis entanglement, publicado el año inmediatamente anterior y escrito a seis manos, presenta una muy interesante revisión de la literatura existente sobre el concepto que nos convoca hoy: policrisis. 

Los resultados de dicho balance bibliográfico en el que participaron Michael Lawrence, Thomas Homer-Dixon, Scott Janzwood, Johan Rockstöm, Ortwin Renn y Jonathan F. Donges, nos lleva a definir la policrisis como una conjunción de crisis simultáneas que se yuxtaponen entre sí y que amalgamadas desafían a los líderes y tomadores de decisiones en tanto que deben ser gestionadas en el menor tiempo posible y sin el mayor daño posible.

Según los autores, el concepto empieza a ser utilizado en 2022 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y ha tomado fuerza para explicar la actual situación o transición geopolítica por la que el mundo atraviesa, generando interrogantes muy serios para encontrar la manera en que los Estados la pueden conducir estratégicamente desde la administración pública. 

Un mundo convulsionado, como el de hoy, en el que conviven los fantasmas de una pandemia, de la guerra, del cambio climático, de nacionalismos, autoritarismos, de una economía constantemente agitada, de polarización, de aventuras populistas, de veloces avances tecnológicos, de un serio deterioro en la salud mental (la lista es mucho más larga), y entre otros, son factores que cada vez presionan más a la gestión de los asuntos públicos. Una gestión que ha tenido que acomodar sus instrumentos convencionales como, por ejemplo, la planeación para reducir ya no la incertidumbre sino para transformar los efectos negativos que la policrisis produce.  

Una gestión pública pensada más desde la planeación es cuestión del pasado. Los últimos años nos han enseñado que los procesos administrativos por ser flexibles no pueden dejar de ser lo suficientemente fuertes para guiar al tomador de decisiones a la hora de optar por una medida que incluso en su implementación temprana pueda ser objeto de reformulación inmediata. La naturaleza de la policrisis obliga a tener una capacidad muy rápida (por no decir veloz) para detectar errores a tiempo en función de la disminución del impacto negativo de la adversidad o amenaza en cuestión. 

A partir de una muy nutrida y abundante literatura analizada, los autores de Global Polycrisis hacen un buen delineamiento conceptual; pero, en la parte final del trabajo solo proponen tres elementos para manejar un estado de crisis casi permanente. Lo llaman, lecciones de política y son: primera, entender que una crisis no está aislada de otras crisis y tienen una conexión; segunda, tener unos niveles mayores de resiliencia equivalente a los de eficiencia (gerencia adaptativa) y; tercera, las redes de apoyo ayudan a gestionar las crisis de manera conjunta para transformar sus efectos devastadores en algo potencialmente favorable.  

Me voy a arriesgar a complementar diciendo que la policiris supone unos líderes para la gerencia pública muy diferentes a los que se requerían hacen dos décadas (lugar común). Un desafío como vivir en un estado permanente de crisis y/o policrisis, demanda del Estado y de los Gobiernos unos tomadores de decisiones no solo altísimamente capacitados (sobraría decirlo) sino éticamente hábiles en el uso y manejo de tecnologías de punta, emocionalmente fuertes y estables que les permita controlar y manejar las emociones y pueda, en consecuencia, engranarse a unos equipos de trabajo lo suficientemente interactivos y dinámicos. 

En este sentido, la pandemia de la Covid-19 trajo consigo algunas cosas positivas como el hecho de no estigmatizar a la salud mental como una anormalidad. Pero, el trabajo remoto lamentablemente ha producido rupturas en el trabajo en equipo y la interacción social. 

Así, el modelo de liderazgo que riñe abiertamente con la policirisis es la del líder popular (populista) aunque sea el más inepto; por el contrario, demanda un liderazgo que sin dejar de ser altamente efectivo, sume otro tipo de activos como la buena comunicación, creatividad, inclusión, trasparencia, disciplina, tolerancia, autoridad, creatividad, rigor, lealtad (vital), empatía, originalidad, valor y, sobre todo, coraje para equivocarse a la hora de decidir. 

Por encima de las modas conceptuales, llámese crisis o policrisis, creo el tema pasará siempre por un liderazgo responsable y consciente del rol que juega, a la hora de la toma de decisiones, el futuro de las sociedades que empiezan a clamar por estabilidad. 

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Mario Andrés Huertas
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