Petro está proponiendo no explotar más petróleo como mecanismo para proteger el medio ambiente y sobre todo combatir el calentamiento global. Lo plantea, además, como una estrategia para que otro tipo de industrias nacionales aparezcan. La propuesta desconoce la realidad fiscal de Colombia, suprime la producción de energía como valor fundamental de crecimiento y estabilidad e incluso seguridad nacional; y lo que es más grave, plantea la necesidad de destruir para poder construir.
Países petroleros como Arabia Saudita o Rusia producen más de 12 millones de barriles diarios. Venezuela en su mejor momento produjo cerca de 6 millones diarios. En el 2019 Colombia producía 865 mil barriles diarios de petróleo; después de la pandemia estamos en 630 mil. No somos un gran productor, sin embargo, entre el 12% y el 15% del Presupuesto General provienen de los ingresos petroleros. Los presupuestos de inversión de las alcaldías dependen en un 33% de los ingresos por regalías. La inversión Extranjera Directa en el país es en 34% por empresas relacionadas con el sector minero. A esto se le suma que el 40% de las exportaciones son del sector energético.
Si Petro dejara a Colombia sin producir petróleo, el gobierno nacional, los gobiernos locales y el sector privado relacionado, tendrían una reducción significativa de recursos. Dejaríamos de exportar unos 15 mil millones de dólares al año, que causaría una alteración de la tasa de cambio del país. Menos dólares entrando significarían una mayor devaluación. Consecuentemente, tendríamos un encarecimiento de la deuda externa. Hoy nos gastamos el 22,3% del presupuesto nacional en servicio a la deuda. ¿Cuánto más vamos a gastar?
El sector minero-energético también produce entre el 2% y el 3% del empleo directo del país. Departamentos como Meta, Casanare y Putumayo tienen muchísimos empleos que dependen del petróleo; o la Guajira y el Cesar, del carbón. Es bonito pensar en el desarrollo de otros sectores. ¿Cuánto tiempo se tomarán desarrollándose? ¿Mientras tanto de que vivirá la gente? Sobre todo, no hay necesidad de acabar una industria para formar las nuevas. Lo que está hecho y funciona, hay que cuidarlo. No seamos como esa generación que para construir autopistas destruyó el ferrocarril.
Además no solo por el daño a una industria, sino porque nos generaría una dependencia terrible de otros países. Recordemos que todo el desarrollo hoy está vinculado directamente a la energía; su costo y su disponibilidad son factores esenciales para la creación de negocios y riqueza. ¿Quién será nuestro proveedor de gas y combustibles? ¿Cómo garantizaremos estabilidad en el suministro?
¿Es necesario acabar el petróleo para proteger el medio ambiente? Claro que la eliminación de los combustibles fósiles tiene que suceder para poder mitigar el efecto de los GEI, sin embargo, eso no va a pasar de un gobierno a otro. Se trata de una difícil concertación internacional. Colombia podría dejar de producir petróleo de un día a otro, pero es muy difícil que dejé de consumir sus derivados, tendría que importarlos.
Por supuesto que el calentamiento global debe movernos a cuidar el planeta. Colombia ya está recorriendo el camino de la transición. Pasamos de tener 28 megavatios de capacidad instalada en fuentes de energías no renovables a cerca de 2.500. Contamos hoy con más de 26 mil vehículos eléctricos; y somos los lideres de América Latina. Hemos escalado 14 posiciones en el ranking de sostenibilidad energética y subimos 9 posiciones en el Índice de Transición Energética.
Pero no es cierto que Petro esté tan preocupado por el ambiente. Mientras habla de acabar con el petróleo, también propone desembalsar Hidroituango que producirá el 17% de la energía que consumimos en Colombia y que permitiría eliminar la dependencia que tenemos de energías térmicas (de carbón). No es siquiera pensable una Colombia sin petróleo, sin gasolina, sin diésel, sin carbón y sin hidroeléctricas. Parece el candidato concentrado en decirle a cada cual, lo que quiere oír. Y cuando todo se dice, no todo puede ser verdad.