Las cenizas del astronauta Neil Armstrong reposan en lo más profundo del Océano Atlántico, pero su hazaña estuvo por fuera de nuestro planeta: Se cumplen 55 años de ser el primer ser humano en pisar la Luna.
Neil Armstrong es tal vez, es uno de los hombres más famosos en la historia de la humanidad, aunque siempre se distanció del foco mediático, fue inevitable renunciar a la inmortalidad de los que consiguen algo más allá de lo imaginado.
Armstrong fue provinciano, nació en Wapakoneta, Ohio, Estados Unidos. Desde su niñez se inclinó y enfocó por la aviación, esa constante mirada al cielo, parece que determinó su destino.
Su vocación se consagró al convertirse en piloto de la Marina, especialmente los cazabombarderos F-9F Phanter, que fueron protagonistas durante la guerra de Corea. Obtuvo su licencia cuando tenía 16 años de edad.
La personalidad de Armstrong siempre fue muy enigmática. Ser introvertido al parecer, era la faceta que más le gustaba, al alcanzar la fama mundial con su proeza en la Luna, prefirió retirarse de La Nasa dos años después de aquella aventura espacial. Nadie pudo convencerlo de lo contrario.
“Para mí, la parte más heroica de la historia de Neil es que, habiendo tenido un rol tan importante en esa increíble transformación cultural de la humanidad, tuvo la humildad de alejarse y ser el hombre que realmente era: el profesor, el músico, el padre, el ingeniero” dijo en una entrevista para la BBC, el hijo mayor de Armstrong, Rick.
Dicen que fue justo esa personalidad tan particular, que combinaba la discreción y la seriedad de Neil, lo que llevó a la propia Nasa a elegirlo para que pasara a la historia como el primer hombre que pisó la Luna. El legendario comandante del Apolo 11.
De esta manera, el ingeniero aeroespacial Neil Armstrong, con su frase también para la posteridad de un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad, después de su épica travesía a la Luna, eligió la prudencia, se retiró al campo, se volvió profesor universitario y jamás quiso regresar al espacio.
Para Neil fue extraordinario llegar a la Luna, pero le encantaba mucho más la tranquilidad del campo, hablar con su mamá y por eso evitó transformarse en una celebridad, de todas formas, cada vez que miremos a nuestro satélite natural es inevitable pensar en el primer hombre que puso un pie en su polvoriento suelo.