En Cúcuta cuando era pequeño, los canales de televisión venezolanos tenían mejor señal que los colombianos, RCTV y Venevisión. No solo la calidad de la señal era superior, su transmisión era 24 horas. Por esa misma época en Venezuela el deporte hípico (los caballos) era junto con el béisbol, el deporte nacional, la televisión de los sábados se suspendía continuamente durante los programas para presentar cada una de las seis carreras de caballos que se corrían.
En Cúcuta hubo casas de apuestas donde se podía jugar al 5 y 6, como se le llamaba a las carreras, la tarjeta que se diligenciaba para registrar la apuesta era similar a la que se usa hoy en el baloto. Se vendían revistas que contenian la descripción de los caballos y de los jinetes para poder realizar las apuestas con mayor información, y contenía la estadística de resultados de carreras anteriores.
En Colombia no existe hípica, pero a los colombianos les apasionan las “Carreras” presidenciales. Despiertan la misma pasión que un mundial de fútbol, todo el país gira en torno a sus discusiones, los colombianos vivimos durante meses la pasión de las elecciones. Yo las asimilo más a los caballos que a un partido de fútbol. Y en el 2022 la carrera esta por empezar, las conversaciones con el tema acerca de quienes podrían ser, que opciones tendrán los candidatos, que el que va a ser aún no muestra la cara, que el uribismo no tiene con que, toman forma día a día.
Viéndolo de esa forma la carrera tendrá 5 carriles donde en cada uno de ellos estará la representacion de cinco coaliciones. De aquí a diciembre se seleccionará quien corre por cada partido, la primera carrera será en marzo para definir cada coalición. Una coalición de izquierda, tres coaliciones de centro tratando de ser cada uno más de centro que la otra, y una gran coalición de centro derecha.
La representación de la coalición de izquierda no tendrá sorpresas, la coalición representa a Petro y uno o dos invitados para que luzca como coalición bajo la promesa de repartición burocrática y premio en el congreso, Roy y Benedetti lo saben y eso asusta a Bolivar que esperaba no tener competencia.
En el primer centro tampoco habrá sorpresas corre Sergio Fajardo representando una coalición con el mismo que le tomara hasta el 2023 poder explicarnosla y que de todas formas no podremos entender, afortunadamente gracias a cumplir este año 65 y logrando asi la edad de pensión podra representar tranquilamente la renovación de la política en Colombia.
En el segundo centro habrá competencia por lograr la representacion de la coalición de la esperanza. El Verde que representa la esperanza estará lleno de grandes figuras. Angela Robledo, Ivan Marulanda, Jorge Robledo y el más joven e inteligente Camilo Romero.
El tercer centro será rojo y de apellidos, difícil saber quien correrá en su representacion. Juan Manuel Galán, Juan Fernando Cristo, Humberto de la Calle y Rodrigo Lara. El liberalismo con sus figuras más brillantes y mejor formadas desaprovechadas por una dirección que ni inspira ni apasiona.
Por último, una gran coalición de centro derecha unidos si o si para ganar. Por el partido de la U casi seguro Dilian Francisca que lo tiene todo, una mujer inteligente, hábil, con experiencia y encantadora. Cambio Radical con un Alejandro Char que todos ven como el candidato a vencer, con capital político y económico, Nestor Humberto Martinez que si lo dejan competir gana. Germán Vargas Lleras, probablemente liderará la lista al senado por su partido. El Partido conservador con Mauricio Cárdenas y Juan Carlos Echeverry, Efraín Cepeda que probablemente encabezará la lista al Senado y la súper estrella conservadora David Barguil, que podría encarnar el sueño de un presidente costeño para los colombianos. Los Partidos Cristianos tienen que nominar un candidato para copar cada día más espacios. Y el Centro Democrático, que no se repone de la desaparición de Carlos Holmes Trujillo un GIGANTE que ha dejado un vacío difícil de llenar. El CD no se puede arriesgar, no puede improvisar, necesita un General. Un candidato con lealtad probada, que tenga la autoridad de hablarle a los ex terroristas que pretenden hoy ser faro de moralidad diciéndoles que pudieron secuestrar un hombre pero no pudieron secuestrar su espíritu, que conozca lo que significa llevar desde el principio las banderas del uribismo.
Colombia tiene una democracia imperfecta, pero democracia. Debemos encontrar la forma de defenderla, de permitirle evolucionar. Esta es una democracia en donde la mayoría de colombianos profesamos una fe, creemos en Dios y respetamos los derechos de quienes no piensan igual, una democracia que cree en la autoridad y en la familia. Que ha estado abierta a cambios y sometida a grandes desafíos y ha sobrevivido. Que con sus instituciones enfrentó el narcotráfico, los paramilitares y las guerrillas y sigue en pie. El legado de Uribe es nuestra democracia y su consolidación.
Al Presidente Duque le han tocado los tiempos más difíciles, con una pandemia que lo cambió todo, el encierro y la destrucción del empleo, la asfixia de la economía, un huracán, la crisis migratoria.. y a pesar de tenerlo todo en contra estoy seguro por que lo ha desmotrado, no habríamos podido tener un mejor Presidente para lidiar con todo eso. Duplicó el numero de camas UCI, tenemos la relación mas baja de contagios por habitante en países comparativos, en medio de la crisis el sector vivienda esta cumpliendo la promesa de un país de propietarios, hemos dado la más grande demostración de humanidad con nuestros hermanos venezolanos y la tragedia que viven por causa de una dictadura socialista, la reconstrucción de San Andrés. Un país donde por fin la cultura es hoy el epicentro y motor de nuestro desarrollo. El legado de Duque es la vida, es la solidaridad.
Por esa razón, la coalición de centro derecha esta en la obligación de seleccionar un caballo ganador, que no le tema a correr bajo la tormenta y con la pista empantanada. Por que hay un legado que defender. Conservadores, Cambio, La U, Cristianos y Centro Democrático, están en la obligación de defenderlo, por qué hay razones para sentirse orgullosos de lo que se ha hecho.