La información y el poder son noticia todos los días. Es incuestionable la responsabilidad de los medios, para entregarle a la ciudadanía hechos apegados a la realidad, alejados de sesgos, condicionamientos ideológicos y hasta politizados. La sociedad así lo reclama. No se puede alterar el equilibrio.
Aquí no hay reclamo contra nadie en particular, sino una reflexión en general. Y el poder debe comprender e interpretar como nadie, la función informativa. Es uno de los acuerdos que exige una democracia. Además, destronar los egos. Jamás puede tener fecha de vencimiento el rigor.
Los valores del periodismo deben destacar por encima de todo. Con una extrema dosis de honestidad, abrazos a la verdad, cualquiera que ésta sea. Declinar en este propósito, deslegitima al medio y golpea la credibilidad de la noticia. Ética ante todo y sin miedo a publicar lo que corresponda.
Una amenaza cierta, es la desconfianza. De perderse, es casi imposible recuperarla. Jamás volverá. Y el poder nunca debe estimular que un escenario así tenga ocurrencia. Sería cruel salir derrotados en esta batalla de la credibilidad.
La confrontación entre medios y poder debe evitarse. Por supuesto, las diferencias frente a un hecho son inevitables y entendibles, pero cruzar la frontera del insulto, no contribuye nunca a la distancia necesaria que se debe mantener. Estos posibles odios se trasladan siempre a la opinión pública.
Muchos de los que ostentan posiciones de poder, se creen periodistas y en ocasiones, algunos periodistas, se consideran con todo el poder. Este intercambio de roles, debería llevar una etiqueta como las bebidas alcohólicas: Perjudicial para la salud. Guerra psicológica nunca.
Desacreditar el trabajo de los medios, es un atajo con cierta frecuencia usado por el poder. Camino tan equivocado como peligroso. El respeto por la tarea informativa, hay que cuidarlo con absoluto celo. Así mismo, el periodismo no puede usarse para arrasar con algún protagonista político o en un cargo público, casi a manera de reemplazar a los jueces. Equilibrio es la clave y desechar el menosprecio.
Los medios de comunicación aún mantienen una robusta capacidad de influencia y lo hacen a través de las noticias que priorizan. Controlar el mensaje, es la disputa constante entre periodistas y los responsables del poder. Y la sociedad solo espera que el resultado de todo esto, sea real. Una verdad irrevocable.
