Gracias Dios universal, absoluto Dios sin religiones, Dios omnipotente cercano a los pobres y alejado de los poderosos, agoreros y mentirosos. Gracias Dios generador de conciencia, amigo de la ciencia, eterno Dios de la benevolencia. Te doy gracias como te las da la naturaleza, cansada del abuso depredador del hombre inconsciente, ignorante y prepotente.
Acepto tu llamado a la cordura, a sentir al hermano a quien debo entender como un igual, porque ya no es posible mirarlo con desdén; entendí que él es parte de mi salud o de mi muerte, de mi bienestar o mi dolor, de mi claridad o de mi confusión, de mi victoria o de mi derrota.
Gracias Dios castigador por llamar nuestra atención con severidad, pero con compasión. Por hablarnos en silencio de tu desazón, pues siempre, a través de todas las lecciones de conciencia, nos habías advertido de las pandemias que cruelmente habían puesto en jaque a nuestro planeta: la del dinero, la de la soberbia, la de la irracionalidad, la de la lujuriosa apropiación de la naturaleza, la del olvido de lo elemental, lo humilde y lo sencillo.
Gracias Dios perdonador por forzarnos en cuaresma universal, a dejar respirar la madre tierra, a limpiar el aire sin nuestra presencia y a permitir que sea ella misma, quien en comunión directa con el agua, la hierba, el animal salvaje y todos los seres que viven en ella, quien restañe sus heridas, y nos indique, con cantos melodiosos de aves sin temor, en libertad plena, que ya no aguanta más ofensas, que es la hora de armonizar las almas, las mentes, las conciencias y entablar un diálogo tranquilo con la naturaleza.
Acepto el dolor como compensación, porque yo, como mis congéneres, en algún nivel de irresponsabilidad, hemos creído que los becerros de oro son dignos de nuestra lealtad y que a ellos debemos dedicar los talentos que nos has regalado para que el tener prime sobre el ser, el deber sobre el saber y el éxito medial sobre el bienestar social.
Te ruego Dios que le permitas el don de la vida a quien más sirva, a quien más interiorice el daño que ha generado con sus excesos y a quienes se dispongan a devolver lo que han atesorado a costa de las lágrimas, el sufrimiento y la explotación de los más débiles.
Dios de la verdad, dame sabiduría no solamente para entender tu mensaje, sino para comprender de qué manera puedo contribuir desde mi realidad a mejorar el mundo; te ruego que toques el corazón de quienes se sienten elegidos, para que lo demuestren con liderazgos útiles desde cualquier ideología. Enséñales a hablar sin agredir, a competir sin engañar y a ganar sin odiar.
Dios Todopoderoso, danos paz en las conciencias, limpieza en los corazones e iluminación creativa en nuestras mentes, para que cuando salgamos del encierro hayamos entendido que no hemos regresado a una guerra ya perdida, sino a una tregua, donde los habitantes del orbe pactemos una reflexión en resiliencia.
En todo caso, Dios atemporal, acompáñanos siempre con tu misericordia para que este temor se convierta en útil penitencia que nos conduzca a actuar a favor de la verdad, la equidad y la conciencia.