Alejandro Toro

Conferencista y defensor de derechos humanos en Colombia. En la actualidad Representante a la Cámara del departamento de Antioquia por el Pacto Histórico, período 2022-2026. ​​​​

Alejandro Toro

¿Estamos preparados para los robots asesinos? El debate ético que los gobiernos ignoran

El avance de la inteligencia artificial ha llevado a un nuevo y controvertido capítulo
en el ámbito militar: las armas autónomas o “robots asesinos”. Estas máquinas son
capaces de seleccionar y atacar objetivos sin intervención humana, lo que plantea
profundas preguntas éticas y prácticas sobre el control y la responsabilidad en el
uso de la fuerza. A medida que los gobiernos y las empresas tecnológicas
desarrollan estas armas, el debate sobre si estamos preparados para enfrentar sus
consecuencias se vuelve urgente y relevante.

Las armas autónomas, también conocidas como Sistemas de Armas Letales
Autónomas (LAWS, por sus siglas en inglés), son tecnologías diseñadas para
operar sin intervención humana en su fase de ataque. Según el Comité Internacional
de la Cruz Roja (CICR), estas armas pueden seleccionar objetivos y aplicar fuerza
de manera independiente, basándose en algoritmos y datos procesados en tiempo
real. Esta capacidad de “decidir” a quién atacar, sin intervención humana, marca un
antes y un después en la historia de los conflictos armados y plantea desafíos éticos
ineludibles.

El mayor problema ético de las armas autónomas es la eliminación del control
humano en decisiones de vida o muerte. A diferencia de las armas convencionales,
en las que un humano es el responsable directo de la acción, en las armas
autónomas la responsabilidad moral y legal se diluye. ¿Quién es responsable si una
máquina comete un error fatal? ¿El programador, el operador o el estado que
autorizó su uso?

Este problema se agrava con el riesgo de decisiones basadas en sesgos
programados en los algoritmos. Si una IA es entrenada con datos sesgados, puede
tomar decisiones discriminatorias o erróneas. Además, filósofos como Peter Asaro
argumentan que delegar decisiones de vida o muerte en máquinas podría
deshumanizar el conflicto y reducir la gravedad ética de matar, ya que elimina el
sentido de culpa y compasión humana que puede existir en un enfrentamiento
directo.

Desde 2014, la Convención sobre Ciertas Armas Convencionales (CCW) de las
Naciones Unidas ha sido un foro donde los estados miembros debaten la necesidad
de regular o prohibir las armas autónomas. Sin embargo, el consenso ha sido difícil
de alcanzar debido a los intereses militares y estratégicos de potencias como
Estados Unidos, Rusia y China, quienes ven en estas armas una ventaja táctica
crucial. En 2018, el Parlamento Europeo aprobó una resolución instando a sus
miembros a prohibir las armas autónomas, aunque esta regulación aún no es
vinculante.

El Secretario General de la ONU, António Guterres, también ha expresado su
postura, calificando estas armas como “moralmente repugnantes” y abogando por
un tratado que las regule. Pero mientras las negociaciones continúan, las armas
autónomas siguen en desarrollo, y la falta de regulación internacional deja una
puerta abierta a su uso irresponsable.

La realidad es que la sociedad y los gobiernos aún no están preparados para los
desafíos que plantean los robots asesinos. La tecnología ha avanzado más rápido
que las normativas y la ética, y en este vacío normativo, el desarrollo y despliegue
de armas autónomas se vuelve una amenaza latente. Los riesgos incluyen errores
letales, escalada de conflictos sin control humano y una guerra “despersonalizada”,
donde la IA decide quién vive o muere sin responsabilidad directa.

La sociedad debe preguntarse si desea un futuro donde las máquinas tomen
decisiones de vida o muerte. Al final, el debate no es solo sobre tecnología, sino
sobre nuestra humanidad y los límites éticos que estamos dispuestos a imponer en
tiempos de paz y guerra. La verdadera preparación implica una reflexión ética
profunda y una acción política decisiva para regular estas armas antes de que sea
demasiado tarde.

El avance de las armas autónomas exige una discusión ética y una respuesta
legislativa a nivel global. No estamos verdaderamente preparados para enfrentar las
implicaciones de una tecnología que puede actuar fuera del control humano. Si no
se establecen normas claras y vinculantes pronto, corremos el riesgo de crear una
guerra donde la compasión, el juicio y la moralidad humana sean reemplazados por
decisiones frías y calculadas de una máquina.

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Alejandro Toro
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