Siempre se escapan al radar de las encuestas. Desde hace mucho tiempo han definido su opción electoral, pero se la reservan hasta en las charlas con amigos. Este grupo tiene en sus manos, inclinar la balanza de la disputa presidencial.
Y en muchas ocasiones, engañan a su entorno inmediato. Vociferan que votarán por el candidato X, cuando en realidad su verdadera intención se decantó por el aspirante Y. Prefieren no exponerse y protegen con mucho celo la opción que marcarán el 29 de mayo.
El voto oculto se podría estar escondiendo más que nunca en estas elecciones presidenciales. La polarización se encuentra tan agitada, que la reserva íntima y personal, para ejercer el derecho al sufragio, se encuentra bien protegida de la opinión pública. Pero serán los primeros en las urnas el último domingo de mayo.
Las cosas podrían no ser tan predecibles. Decir a boca llena que todo está consumado, en una sociedad atravesada por el cansancio, desilusión y la apatía, es intentar llegar a la meta sin correr la carrera. Aún falta mucho por jugar, en este ajedrez electoral.
Todo es posible. Incluso que este voto oculto supere con creces al tan cacareado, analizado y debatido voto útil, éste último impulsado por montarse al bus ganador. A dos meses de la primera vuelta presidencial, no hay que sentenciar aún nada.
El voto oculto, se dispara con más vehemencia en sociedades que como la nuestra, abraza la polarización como expresión política. Se asoma un número indeterminado pero decisivo grupo de personas, que prefieren el anonimato ante la efervescencia electoral.
La presión de la masa es, en muchos casos hiriente, de allí el ocultamiento de la intención del voto para evitar la confrontación. De esta manera, este tipo de elector se siente un poco más libre frente a las urnas. Acude sin vacilaciones.
Estos ciudadanos tienen una determinación sólida, inmodificable y hasta podrían ser protagonistas del resultado final de unas elecciones presidenciales, marcadas por una tensión social con pocos antecedentes en nuestro país. El voto oculto tal vez, tenga la última palabra.