El sombrero, como símbolo, está arraigado en la cultura de Colombia, y ha representado el ímpetu y el trabajo arduo de nuestro campesinado. Sin embargo, la exhibición en el Palacio de Nariño, por orden del presidente Gustavo Petro, del sombrero usado por Carlos Pizarro, asesinado ex comandante guerrillero del M-19 y candidato presidencial, ha generado una gran polémica al traer a la memoria de las víctimas las acciones de este grupo subversivo en su lucha contra el Estado y la sociedad colombiana.
La decisión del presidente de continuar exaltando al antiguo grupo guerrillero del que fue integrante, promueve la división en la opinión pública con voces que se alzan tanto en apoyo como en crítica. Pero, ¿qué representa realmente este sombrero? ¿Es un símbolo de paz y reconciliación o un recordatorio doloroso de un período de violencia en la historia de Colombia? Es necesario reflexionar sobre el papel que juegan los símbolos nacionales que edifican a un país en su conjunto, y aquellos objetos vinculados mediante el imaginario social por una parte de la población, que al final construyen la memoria colectiva e identidad nacional.
En nuestra rica diversidad colombiana existen innumerables símbolos que nos unen y celebran la multiculturalidad y el patrimonio compartido. Por ejemplo, el sombrero vueltiao es un ícono de la región caribe tejido con la habilidad y paciencia de los artesanos de esa zona del país, como un testimonio de resiliencia y creatividad. Nuestros símbolos patrios, la bandera tricolor, el escudo y el himno nacional son recordatorios de nuestra historia compartida y nuestros ideales de libertad, justicia y progreso.
Otro aspecto cultural al que debemos elevar a la categoría de símbolo es a nuestra música representada en ritmos como el vallenato, la cumbia, el joropo, la salsa, el bullerengue y los arrullos, cada uno con ritmos vibrantes y letras conmovedoras, en un lenguaje común que nos conecta con nuestras raíces y nos permite expresar alegrías, tristezas, amores y luchas. Exaltar nuestros sonidos tradicionales nos une a través del disfrute y la celebración de una herencia artística abundante y variada.
Aún más para reconocer, están nuestros paisajes, Colombia es admirada en el mundo por su biodiversidad y los territorios rurales alucinantes, desde las playas del caribe y el pacífico, la cordillera de los Andes, la selva amazónica, hasta los desiertos de La Guajira. Realzar la belleza natural del país contribuye a inspirar admiración por lo propio y el respeto por el medio ambiente, al tiempo que fomenta el turismo nacional y extranjero.
Reconozcamos nuestros productos agrícolas, en especial el café y el cacao premiados alrededor del globo por su calidad, estos productos son un símbolo de la dedicación y el esfuerzo de las manos campesinas. Promover su consumo y la exportación de estas y otras riquezas agrarias, apoya a la economía local e incrementa el orgullo nacional y la economía local; o quien no se ha sentido emocionado al observar en las justas deportivas internacionales o en películas hollywoodenses a Juan Valdez y a Conchita.
Otro símbolo que nos identifica, sin lugar a dudas, es la gastronomía, con platos típicos como la bandeja paisa, el ajiaco, la lechona, las diversas variedades de arepas, el tapao de pescado, y los chicharrones de pirarucú, entre otros, cada uno parte integral del universo de la cocina colombiana. La comida es un punto de encuentro que siempre genera un sentido de pertenencia y celebración de la diversidad regional, gracias a la conexión con el paladar de los ancestros; y que mejor oportunidad para deleitarse con estos manjares mediante el gozo en los carnavales y festividades celebrados a lo largo del año, como el Carnaval de Barranquilla, Carnaval de Negros y Blancos, el Festival de la Leyenda Vallenata, la Fiesta de San Pacho, y las Fiestas de San Martín.
Por cada una de las regiones y ámbitos sociales continúa la relación de símbolos de orgullo nacional. Además, si se trata de enaltecer a colombianos en particular, no es acaso propicio reservar esos honores para los científicos, artistas y deportistas quienes desde sus campos de acción enorgullecen, y unen a todo un país. Adriana Ocampo Uría, Jorge Reynolds, Martha C. Gómez, Manuel Elkin Patarroyo; Nairo Quintana, Egan Bernal, Caterine Ibargüen, Óscar Figueroa, Mariana Pajón, Jossimar Calvo, y los diferentes futbolistas que nos han hecho sentir la camiseta. Gabriel García Márquez, Fernando Botero, Olga de Amaral, Alejandro Obregón, Enrique Grau, Shakira y Juanes, entre otros colombianos que a través de su labor artística escenifican la semilla fecunda del país.
Así que, durante este instante de reflexión, recordemos que en lugar de centrarnos en dotar de simbolismo nacional a aspectos que nos dividen al revivir las heridas del pasado, deberíamos volcarnos en aquellos hilos de hermandad que nos unen y celebran nuestra diversidad y resiliencia, nuestra creatividad y pasión, nuestra historia y aspiraciones. Símbolos que nos inspiran a trabajar juntos por un futuro mejor, y nos recuerdan lo que sí tenemos en común; porque al final del día, son los que realmente nos definen como colombianos, y nos ayudarán a construir un futuro sólido y próspero para todos.