Creo que toda la veneración frente a la figura de Simón Bolívar es exagerada. A lo largo de la historia El Libertador ha tenido la fortuna de una cantidad desorbitante de buena biografía. Poco espacio para su lado más oscuro.
Bolívar tenía una formación militar más bien precaria, casi nula. Eso sí, fue un estudioso de las hazañas de Julio César, Federico de Prusia y Alejandro Magno. Su destreza estaba en la palabra.
Fue muy cruel en sus métodos. Estrictamente en los términos que en la actualidad conocemos, a Bolívar sin problema, se le pueden achacar muchas acciones que violaban los derechos humanos. Aunque sus defensores de antaño y de ahora, argumentarán que en la guerra todo se vale.
Dicen que, en una oportunidad, acabó con la vida de más de 700 soldados españoles ya rendidos, a punta de machete. Prácticamente no le gustaba la idea de mantener prisioneros, los prefería muertos.
Karl Marx describía a Simón Bolívar sin ningún tipo de contemplación: ¨Es un cobarde, brutal y miserable¨ Lo consideraba, además, como vengativo y traidor. Es decir, lo desbancaba de la mítica figura que la gente conoce.
Marx recriminó a Simón Bolívar por entregar a los españoles a Francisco de Miranda, el verdadero precursor de las luchas de la independencia. Este hecho se considera una de las más altas traiciones de Bolívar.
Así mismo, Bolívar traicionó al general Manuel Piar, a quien mandó a fusilar, por las diferencias ideológicas que los distanciaban y además, por la simpatía del general Piar con las tropas.
Y ese Simón Bolívar de las ideas de libertad e independencia, se transformó o mejor, dejó en evidencia su real intención. Plasmó su pensamiento político en la denominada Constitución de Bolivia, en la cual planteaba presidencia vitalicia y un Senado hereditario. Ni más ni menos, que una especie de monarquía.
Era todo lo contrario al espíritu republicano que inspiró toda la gesta de la campaña libertadora. Todo esto fue el principio del fin de Simón Bolívar, en realidad, mostró su rostro más dictatorial.
El juicio histórico a la figura de Simón Bolívar tal vez nunca llegará. En nuestros tiempos se forjan gobiernos inspirados en un mito muy lejos de la realidad. Quería ser el Napoleón de Suramérica, la democracia no estaba en su vocabulario.
No se le niegan los irrefutables triunfos, que lograron la independencia de varias naciones, lo que le ha valido estatuas, parques y plazas a su nombre, pero terminó sus últimos días olvidado, a lo mejor, por traicionar sus principios y convertirse en todo aquello que aborreció.