Cada vez es más difícil acabar con las tiranías y gobiernos autócratas, que
solo instrumentalizan las urnas para atornillarse en el poder. Se burlan de la
democracia, la utilizan y por supuesto, la acaban.
Venezuela ya cumplió 25 años con este perverso sistema y con el reciente
fraude, no se vislumbra en el inmediato plazo, algún asomo de corrección de
lo ocurrido, tras robarle como siempre, la voluntad a la mayoría de los ciudadanos.
La devastación por un mejor futuro es total. Con un presidente sostenido por
la complicidad militar, es casi imposible pensar en una reconstrucción de la
democracia. Cada vez se nota más difícil sacar a los tiranos y dictadores.
Todo es incertidumbre. Lo que registra en las calles de varias ciudades de Venezuela, es la esesperación de la gente. Síntoma del cansancio y que están a punto de perder la última esperanza, pero igual hay que decirlo, hace parte de los errores del pasado, tras aventurarse en un proyecto político que se transformó en pesadilla.
Ahora los venezolanos están presos de las decisiones de anteriores
generaciones, dieron un salto al vacío y entregaron su nación en unas manos
que aplastaron todas las ilusiones. En la actualidad atemorizan con la
amenaza constante de las armas de los militares. Combinación macabra.
Es urgente fortalecer una cruzada internacional para recuperar la
democracia en Venezuela. Acudir a las urnas con un régimen que engaña, es
inútil. La presión mundial debe llenarse de más y mejor contundencia, es una
de las alternativas que quedan. No se puede desfallecer en esta dinámica.
Se estima que más de 8 millones de personas han salido de este país, uno de los éxodos modernos más dramáticos y con el nuevo golpe a la democracia del 28 de julio, este fenómeno de migración podría empeorar. Todo lo malo es proclive a empeorar.
Los indignados que protestan no encontrarán respuestas a sus genuinos
reclamos, sino cuentan con el apoyo de los uniformados y los uniformados se
encuentran del lado incorrecto de la historia. Ojalá rectifiquen. El único consejo que le daría a la gente de Venezuela es que sus reclamos no
sean temporales, que transformen la fragilidad en fortaleza, pero por encima
de todo, jamás abandonen la esperanza.
