Jimmy Bedoya

Profesional en administración policial y de empresas, doctorando en estudios sociales (UExternado), máster en administración de recursos humanos (Ucav de España), máster en administración de negocios -MBA- (UExternado), especialista en seguridad (Espol), gobierno y gerencia pública (EAN) y control interno (UJaveriana), y CIDENAL (Esdeg). Es columnista y consultor con más de 30 años de experiencia en seguridad pública, capital humano y control interno.

Jimmy Bedoya

De fragmentos a puentes: la esperanza en el corazón del Catatumbo

La región del Catatumbo ha sido por décadas sinónimo de violencia, exclusión y abandono. En este espacio geográfico, rico en biodiversidad y cultura, el conflicto armado continúa marcando su presencia. Tuve la oportunidad de servir en esta región como integrante de la Policía Nacional a inicios de los años dos mil y fui testigo presencial de la realidad que enfrenta esa zona del territorio. A menudo, quienes escriben sobre el Catatumbo o la violencia en Colombia, lo hacen desde la distancia, sin haber pisado el territorio ni comprendido la profundidad de su complejidad. Sin embargo, mi experiencia directa en esta región me permite ofrecer una perspectiva fundamentada y cercana.

Para comprender este fenómeno he propuesto el concepto de la “fragmentación silenciosa”, el cual se refiere a la ausencia estatal y al quiebre territorial que ha permitido la proliferación de conflictos locales con raíces globales, aplicable tanto en el Catatumbo como en otras regiones del país. Así mismo, añado a dicho planteamiento, la obra de Jean Paul Lederach, “The Moral Imagination: The Art and Soul of Building Peace”, que nos invita a pensar más allá de la violencia para visualizar un proceso de transformación desde las comunidades. Este texto aborda cómo la esperanza puede florecer incluso en medio del caos y propone soluciones basadas en la conexión humana, el empoderamiento local y la imaginación moral.

El Catatumbo es un territorio que encarna las complejidades de las “nuevas guerras”, como lo describe Mary Kaldor en su libro “New and Old Wars: Organized Violence in a Global Era”. Colombia está sumida en un conflicto que ya no se centra por el control del Estado, sino en enfrentamientos entre actores armados no estatales que financian sus actividades a través de economías globales ilícitas, como el narcotráfico. La presencia de la Fuerza Pública en estos territorios resulta insuficiente cuando no está acompañada de planes de bienestar y seguridad social, un vacío que generadores de criminalidad aprovechan para perpetuar ciclos de violencia y pobreza.

Esta fragmentación silenciosa afecta a los territorios, y a las personas que los habitan. Comunidades enteras viven atrapadas entre grupos armados, desplazamientos forzados y una falta crónica de oportunidades. Sin embargo, aun en medio de esta realidad desgarradora, las mismas colectividades han demostrado una capacidad sorprendente para resistir y generar soluciones propias. Esta fortaleza es una muestra tangible de lo que Lederach llama la “imaginación moral”: la capacidad de visualizar y construir un futuro que trascienda las divisiones actuales.

El Catatumbo debe convertirse en un laboratorio de paz y reconciliación al adoptar un enfoque centrado en las personas. Los pobladores locales tienen que ser reconocidos no solo como víctimas, sino como agentes clave en la transformación del conflicto. Para lograrlo es necesario construir puentes que conecten las aspiraciones de las comunidades con el respaldo del Estado y la comunidad internacional.

Lederach enfatiza que la “imaginación moral” comienza al reconocer la humanidad compartida. En el contexto del Catatumbo esto significa construir relaciones de confianza entre actores tradicionalmente enfrentados: comunidades locales, autoridades estatales y organizaciones internacionales. Estas conexiones son esenciales para transformar el conflicto y crear una visión compartida de futuro.

El Catatumbo no solo es un reflejo de nuestras fracturas, sino también una oportunidad para demostrar que, desde el tejido roto de la fragmentación pueden surgir hilos de esperanza y reconciliación. Escuchar a sus comunidades y actuar con valentía y humanidad es el primer paso para transformar el silencio en una sinfonía de paz.

La presencia estatal en el Catatumbo debe ir más allá de la seguridad militar. Si bien es necesario garantizar la protección de la población, es imperativo que el Estado colombiano, en colaboración con la comunidad internacional y la sociedad civil, tome acciones concretas. Esto incluye fortalecer la gobernanza estatal con un enfoque integral, respaldar las iniciativas locales de desarrollo y garantizar que las voces de las comunidades sean el centro de cualquier estrategia. La paz en el Catatumbo no es solo un sueño; es una necesidad, una urgencia y una posibilidad tangible si actuamos con imaginación moral y compromiso colectivo. Como testigo directo de las luchas y las esperanzas de estas comunidades, puedo afirmar que reconstruir la confianza en el Estado y cerrar los espacios para que los grupos criminales perpetúen la violencia es una tarea posible, pero requiere una decisión férrea y una acción sostenida.

Creado Por
Jimmy Bedoya
Más KienyKe
El sur de Bogotá quedó en alerta cuando en redes se viralizaron videos que exponen un nuevo incendio forestal.
César Escola, que actualmente se desempeña en 'Yo Me Llamo', tiene un largo recorrido en la televisión colombiana.
Sandra Ortiz, quien se desempeñaba como exconsejera de las regiones en el Gobierno de Gustavo Petro, tendrá que ir a juicio por escandalo de corrupción.
El talentoso mediocampista ya fue oficializado como nuevo jugador 'escarlata'.
Kien Opina