Mario Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Huertas

Cómo no manejar una crisis

La Colombia Humana ofrece todo un “manual” de la manera en que no se debe gobernar y mucho menos de cómo gestionar estratégicamente las crisis, sobre todo si son artificialmente creadas en las entrañas del mismo Gobierno. 

En las últimas semanas, Colombia ha sufrido una serie de crisis inducidas por el liderazgo tóxico de Gustavo Petro, el hombre del M-19, quien una vez desata las tormentas decide abandonar el país, se desaparece injustificadamente o cobardemente culpa a terceros. Es parte del estilo que tiene esta Administración que he denominado por Sobresaltos.  

Semanas atrás, el Gobierno decidió decretar la conmoción interior tras la crisis de seguridad en el Catatumbo donde las narco-guerrillas se han puesto cita para cruzarse fuego por el dominio del negocio ilícito que vienen usufructuando desde la década de los 80´s. FARC y ELN protagonistas de una guerra por el control de la droga, Otty Patiño, del M-19, dizque buscando “la paz” a título de negociador de un gobierno nacido en las filas de la guerrilla misma. 

Por razones geopolíticas, la crisis de seguridad compromete tanto a Colombia como a Venezuela; sin embargo, el tratamiento de la crisis ha sido diferente, mientras Petro se fue de viaje a cazarle una pelea a Trump desde Haití, y a hacer gala de sus absurdos discursivos, Diosdado Cabello hizo presencia en el Catatumbo venezolano en el marco de los ejercicios de seguridad “Escudo Bolivariano”. Dos maneras muy diferentes de hacerle frente al problema así sea solo en apariencia. 

Y digo en apariencia porque para nadie es un secreto que los nexos de las narcoguerrillas con Miraflores han dejado en evidencia el funcionamiento del llamado Cartel de los Soles y millonarias recompensas por las tres cabezas visibles de la dictadura chavista: Maduro, Cabello y Padrino. Este último reunido, a plácemes, con el abogado Iván Velásquez cuyo ingrato paso por el Ministerio de Defensa fue recordado recientemente por el diario El Colombiano en el artículo “El balance de Velásquez: deja en crisis Catatumbo, Arauca, Cauca y grupos armados fortalecidos”. En otras palabras, Velásquez y Petro produjeron el desorden público a escala nacional so pretexto de una farsa llamada: Paz Total. 

Sin conjurar la crisis de seguridad que produjo la declaratoria de la conmoción interior y para sumarle a los insultos que ya le había propinado al presidente de los EE.UU., Petro decidió producir otra crisis por cuenta de los migrantes ilegales provenientes de ese país, incumpliendo los acuerdos firmados previamente. Trump amenazó con darle el mismo tratamiento comercial que a México y otras medidas como el congelamiento en el trámite de visas para los colombianos y cancelación de visas para los funcionarios de la Administración por Sobresaltos. “Superada la crisis” gracias a que Petro terminó por actuar como un cachorro más del imperio, y no contento con ello, se dedicó a fabricar otra disrupción.

En asocio con Armando Benedetti, Petro decidió contravenir la Ley 63 de 1923 que regula la confidencialidad de los Consejos de Ministros y el 4 de febrero dijeron: ! luces, cámaras, acción ! Ya al aire, y en horario de máxima audiencia (prime time), Petro señaló y acusó de incumplimiento, ineficacia, ignorancia e incompetencia a los funcionarios que él mismo eligió, y cuyo caos administrativo ya es percibido generalizadamente en la opinión pública.

Desatando con ello, otra crisis que resolvió pidiendo la renuncia de todos los ministros y marchándose del país a pasear nuevamente por cuenta del erario público. No me voy a referir a lo que Petro dijo en Emiratos Árabes porque no vale la pena nada de lo que dice dada la cantidad de incoherencias con las que, creyéndose muy inteligente, sale de Colombia a hacer el ridículo con su sola grotesca apariencia. 

Aclaro que hablo de paseos y no de viajes de Estado. Tanto Verónica Alcocer, como Francia Márquez y Petro se han dedicado a pasear con el dinero de todos los colombianos de manera desaforada y sin una estrategia clara de promoción y defensa del interés nacional en apego estricto a la agenda de política doméstica. Obviamente, esto no lo entienden, ni lo entenderán jamás. Solo quieren pasear, pasear y pasear. 

Volviendo a cómo no se gestiona una crisis, Petro se ha dedicado a fabricar muchas de estas disrupciones para esconder lo que es más que evidente: su incompetencia, ignorancia, incoherencia, desgreño, ineptitud, holgazanería y falta de liderazgo para los asuntos de gobierno. Es tan alarmante la situación que ya muchos señalan ese comportamiento atípico como consecuencia de una serie de adicciones y desórdenes mentales. Para colmo de males, en el mismo «reality show» que montaron, Petro dijo que él, como Benedetti, eran locos. La última palabra la tendrán expertos salud mental.

En definitiva, Petro se ha especializado en inducir crisis que no gestiona sino que para salir de esta disruptiva situación, fabrica otra crisis y así sucesivamente. De ahí que sea una Administración por Sobresaltos e imposibilite, con ello, una gestión pública efectiva. En su oceánica ignorancia, Petro no logra ni imaginar que lo que está afectando la gestión por resultados es su tóxica manera de inducir crisis tras crisis dejando a su paso la Administración Central en ruinas. 

Petro es incapaz de entender que con ministros y directores de Departamentos Administrativos pusilánimes y de mediocre perfil solo obtendrá resultados mediocres. Para alimentar su ego subversivo solo puede nombrar funcionarios de bajísimo perfil técnico-político (y adictos a la guerra de guerrillas) para que él pueda sobresalir y dar rienda suelta a su incontinencia verbal mientras el país sigue cayendo por los abismos de la ingobernabilidad. Crear crisis para resolver crisis no es una manera racional de gestionar las turbulencias que traen el arte de gobernar, es solo una manera de atentar agresivamente contra las instituciones democráticas, la Constitución y el bienestar de los colombianos.

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