En medio de la implementación del acuerdo de paz de la Habana, encontramos varios episodios de violencia que entristecen a nuestro país. Arauca es territorio de enfrentamientos entre el ELN y las disidencias de las Farc, que buscan controlar el territorio y las rutas estratégicas del narcotráfico. 23 víctimas mortales es el saldo que deja esta guerra entre grupos narcoterroristas. Los famosos disidentes, los que no están de acuerdo con el proceso de paz, pero terminan siendo el brazo armado de los que sí se “reinsertaron” a la vida civil.
Así iniciamos el nuevo año. Los habitantes de Fortul, Saravena y Arauquita claman por el cese al fuego. Por recobrar la paz que les fue prometida y que fue arrebatada hace muchos años. La guerra no es constructora de paz, pero tampoco lo es el discurso que buscan imponer en Colombia, mientras se resguardan a sus anchas en el vecino país con el permiso de un Maduro destructor. Colombia necesita alguien con carácter ‘al 100’ para manejar la frontera.
Para esta comunidad es una situación que parece un paisaje. Este ha sido históricamente un territorio en disputa y al final, el pueblo raizal es obligado a desplazarse. Las tensas relaciones entre Colombia y Venezuela, por las actividades ilícitas que transitan sin control por la frontera, terminan afectando a la población, alejándolos no sólo de su territorio, sino de sus costumbres y de sus familias. Colombia necesita un líder que conozca ‘al 100’ el origen de nuestra relación con Venezuela.
El comienzo de nuestro conflicto armado, según coinciden historiadores, es en la década de los ´20s y 60´s, y se intensificó entre los años 40s y los 50s hasta la conformación de las FARC, el ELN y el EPL en el 64.
Las expresiones de lucha armada de ese período se ubican en zonas rurales de varios departamentos y tienen con protagonismo a la población campesina. Lo que sucede en Arauca permite afirmar sin miedo a equivocarse, que la paz que le vendieron al pueblo colombiano y que luego le robaron en el plebiscito, tienen al país aún viendo territorios en guerra. Con hombres que fueron parte de ella y hoy lo siguen siendo, con otro apelativo. Colombia necesita a alguien que tenga el temperamento al 100 para poner orden.
¿Nos preocupamos por los antecedentes o nos concentramos en atender las razones por las que se mantiene activo? Un liderazgo presidencial que logre entender a profundidad el conflicto y que tenga la capacidad de convocatoria y el carácter que exige un acuerdo de paz serio, donde quepan todos los colombianos sin distingo, un acuerdo que sea capaz de cambiar la historia al 100.
El presidente Duque ha hecho esfuerzos inmensos en esta materia. Frenar el crecimiento exponencial de los cultivos en 9% cuando recibió 202.000 hectáreas sembradas por cuenta de la paz. Imagínense 28.500 canchas de fútbol profesional. Lo redujo en 9%. Un esfuerzo monumental de nuestros héroes. Esto sin contar con la aspersión aérea. Para reiniciar la fumigación falta la Corte Constitucional. Los conceptos técnicos ya existen. O un producto que no genere el debate técnico y de salud, que acabe con el argumento de los que están resguardados en el vecino país y que siguen creciendo en su actividad.
Con dólar a $4.000 Colombia necesita a alguien que tenga la experiencia y el conocimiento para el manejo de los asuntos del Estado, la capacidad de ejecución con el carácter necesario para poner orden. Vargas Lleras, #ColombiaLoNecesita.